Por Leonardo Morales
La política venezolana
pareciera estar navegando por fuentes de agua que le impiden mantener un curso
que le lleve a enfrentar, con la premura y la urgencia que las actuales
circunstancias exigen, la grave crisis que como bacteria maligna destruye el
tejido social, económico y político del país.
Una laberintitis severa
pareciera estar afectando a los protagonistas de la política venezolana: por
una lado, el gobierno siente que todo gira a su alrededor para causarle daño.
De pajaritos volando sobre la testa presidencial ahora se ven guerras, saboteos
y otras tantas necedades que solo ocurren en su afección laberíntica.
Lo que sí
es notable es la hipoacusia en ambos oídos, no oye los gritos que desde
distintos rincones lanza el pueblo contra el gobierno: no oye el reclamo
popular que diariamente se producen en las enormes colas que se forman frente a
los comercios, no oye que la gente grita ¡tenemos hambre!, Tampoco ve y mucho
menos oye que muere gente por falta de tratamiento médico. Oliver Sánchez se
hizo notorio ante el país y el mundo porque hizo público su deseo de curarse y
de vivir en paz. El gobierno le debió haber brindado asistencia médica con la
misma diligencia que se la brindó a Chávez, no aquí sino en exterior y pagada
con el dinero público y como seguramente ha ocurrido con algunos otros de la
oligarquía roja. Chávez murió de cáncer como también el niño Oliver Sánchez,
solo que el primero recibió las atenciones que se le negó a Oliver y se niega a
muchísimos otros enfermos.
La laberintitis no solo afecta
al gobierno, la oposición no ha salido indemne de la afección. Creen haber
resuelto su problema con la recolección de unas firmas para activar el
referendo revocatorio. Se puede incluso activar el referendo y revocar a Maduro
cosa que no luce descabellado ni difícil ante la manifiesta incompetencia
gubernamental. Por lo pronto, su posible convocatoria y un resultado favorable
es, sin dudas, necesario pero no suficiente para eventualmente producir los
cambios que en los ámbitos social, político y económico.
Vincular el revocatorio con
una política orientada a formular un amplio acuerdo nacional de gobernabilidad,
capaz de ofrecer a los venezolanos la esperanza de reconducir al país hacia
destinos en los que brille la prosperidad y el bienestar colectivo, es una
tarea impostergable en momentos en que la frustración y escepticismo se ha
apoderado de amplios sectores de la población.
El reencuentro de distintas
visiones sobre la crisis, el debate y deliberación fecunda sobre la penosa
crisis nacional, abrirá espacios para una mayor participación colectiva en la
búsqueda y comprensión de las dificultades presentes. Maduro que apenas es un
obstáculo, evidentemente mayúsculo, no debe ser el sujeto de la movilización
nacional.
Superado el estorbo, los retos
son infinitamente mayores y requieren de un gran esfuerzo para incorporar
talentos nacionales que conduzcan al fortalecimiento de las instituciones del
estado, para de allí procurar el desarrollo económico del país, necesario para
avanzar hacia unas condiciones de vida que los venezolanos tienen razones de
valorar.
28-05-16
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