Por Gabriela Rojas
Casi la mitad de la nómina
docente de las universidades públicas recibe sueldos que están igual o por
debajo del salario mínimo
Maestrías,
especializaciones, doctorados. Investigación, innovación, proyectos, análisis,
conocimiento. Diez, quince, veinticinco años de experiencia, toda una vida
dedicada a la docencia. Y aún así gastan más para llegar a las universidades
donde trabajan que el día de salario que perciben. Los profesores
universitarios están subsidiando la educación superior, según reconocen hasta
las autoridades de las casas de estudio donde desarrollan sus carreras. Y un
porcentaje que va en aumento engrosa la lista de los emigrantes que se van a
trabajar en otras universidades del mundo con ofertas salariales que rondan los
3 mil dólares mensuales.
A punta de “tigres”, el
recurso humano más calificado del país consigue sobrevivir día a día en
medio de una economía inflacionaria que les come la quincena incluso antes de
que la depositen. Eso sí, cuando la depositan.
La de las letras... y las
tortas
Eritza Liendo, profesora
asociada tiempo completo. UCV. Docente de Literatura, Castellano, Narrativa.
Maestría en Literatura Latinoamericana. 20 años de experiencia.
Fotos: Jhonatan Lanza
La profesora Eritza Liendo
se mueve todos los días en Metro para llegar a sus clases en la UCV. En muy
contadas ocasiones falta al encuentro con sus estudiantes pero cada vez son
menos las horas que permanece en el campus, muy a su pesar, por todo lo que
disfruta estar en la UCV.
Las razones le sobran. Desde
hace tiempo debe compartir su dedicación universitaria con otros oficios en los
que puede obtener ingresos extras que le permitan seguir trabajando como
docente: vivir con 10.500 Bs quincenales sería más un acto de magia que de
docencia.
Debido a su perfil como
especialista, o mejor dicho, por ser una apasionada del lenguaje, la requieren
de diferentes sitios para que dicte asesorías, talleres o cursos que necesitan
su nivel de conocimiento. Pero en medio de una escasez generalizada, el buen
uso de las palabras también ha ido desapareciendo de las prioridades
nacionales.
Así que con mayor
frecuencia, Liendo saca a relucir otro talento que la destaca: la repostería.
“Toda la vida me ha gustado
cocinar, lo disfruto mucho, pero la idea de convertirlo en negocio me rondaba
desde hace ocho años y nunca lo había concretado”. Hasta las vacaciones
académicas de 2014 cuando su habilidad por la cocina se convirtió en
emprendimiento.
La docente comenzó a recibir
encargos de postres y desde ese entonces no ha dejado de hacer los dulces que
deleitan los paladares de una clientela en ascenso, muchos de ellos, quienes
han sido sus alumnos en las dos décadas que lleva frente al pizarrón. Y
mientras las tortas crecían a su sazón en el horno, su recibo de pago
universitario se hacía cada vez más famélico.
"La repostería
representa un ingreso extra, que por supuesto, se multiplica considerablemente
en fechas como Navidad. Es un emprendimiento que disfruto porque me gusta el
placer de hacer", explica Liendo sobre esta dedicación minuciosa que
significa dedicar una parte importante de sus días a la repostería.
Pero con la misma
minuciosidad con la que define un glaseado señala, día tras día, semestre tras
semestre, los errores ortográficos o incoherencias de la sintaxis que pasan por
sus manos cuando evalúa a sus alumnos. Decenas de estudiantes la recuerdan
–para bien o para mal– por las lecciones aprendidas en clase porque su
pasión por enseñar a escribir correctamente es algo que marca a todos los
alumnos que se han sentado en un pupitre delante de ella.
“Amo entrañablemente a la
UCV. No me veo haciendo una vida laboral prescindiendo de la universidad”, y
así va pronunciando con énfasis, sílaba a sílaba de esta oración, con la
convicción de aquel que jamás deja de lado el oficio de enseñar.
Nada de romántico hay en sus
palabras. Con la misma rigurosidad con que corrige prácticas narrativas,
fustiga las precarias condiciones laborales con las que lidia todos los días.
Calcula que sus gastos básicos para mantener casa, mercado y servicios básicos rondan
los 120 mil Bs mensuales, pero toda la preparación que la ha llevado al
penúltimo escalafón de la carrera docente apenas le sirve para cubrir 10% de
sus necesidades.
Por eso evita sacar la
cuenta diaria de lo que representa en su presupuesto ir a la universidad:
desayuna y almuerza en casa y consume lo estrictamente necesario mientras está
en clase. Y aunque prefiere obviar ese cálculo, no significa que no se dé por
enterada de la precaria situación que enfrenta como profesora. "No podemos
hacernos de la vista gorda de este desastre en el que han convertido a las
universidades pero debemos estar por encima del desmadre. Los docentes nos
mantenemos en la universidad por convicción y por eso prefiero centrarme en ser
un agente multiplicador del conocimiento, porque la transformación del país
ocurre en las universidades", dice Liendo.
"Dada la deficiencia de
recursos, quienes financian la educación en este momento, terminan siendo los
profesores porque el déficit de salarios no da para vivir", agrega
Francisco José Virtuoso, rector de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
Lo saben en carne propia los
docentes. Desde 2009, la crisis universitaria está determinada por un cerco
presupuestario en el cual los sueldos y beneficios de los profesores fueron las
primeras víctimas. Víctor Márquez, presidente de la Asociación de Profesores de
la UCV (Apucv), hace un recuento del saldo negativo que se está haciendo
evidente: el salario más elevado de un docente con el escalafón más alto en la
UCV gana 36 mil bolívares y el que ingresa nuevo aunque tenga estudios de
posgrado percibe 25 mil bolívares. "Estamos viendo un fenómeno cada vez
más frecuente: los profesores no están viniendo a trabajar, disminuyen la
cantidad de horas de clase, no pueden sostener la dedicación exclusiva y
todos lo que ingresan a la carrera docente se quedan en tiempo convencional
porque tienen que tener otro trabajo", señala Márquez.
Foto: Rafael Briceño
Sin contar las renuncias: de
los 3.500 docentes que conforman la nómina activa de la UCV, 800 profesores
renunciaron a sus cátedras en los últimos cinco años, 70 profesores de la
Facultad de Medicina se retiraron en los tres últimos meses y en ese mismo
período, 80 docentes más solicitaron su jubilación.
Taxistas científicos
El profesor Norberto
Labrador no puede evitar explicar la situación de los docentes con la pedagogía
propia de sus 25 años como docente de ingeniería en la Universidad Simón
Bolívar (USB): "La curva de empobrecimiento de los docentes es brutal.
Durante los tres últimos años nos hemos estado descapitalizando, o matamos
tigres o invertimos nuestros ahorros en la supervivencia de la universidad. Más
de 50% de los profesores gasta más en venir a la universidad que lo que
representa su salario diario".
Labrador, quien preside la
Asociación de Profesores de la Universidad Simón Bolívar (Apusb), expone su
propio ejemplo: su sueldo no supera los 1000 Bs por día, pero el almuerzo en la
universidad cuesta 700 Bs (abrieron recientemente un comedor para los docentes)
y si no tiene carro puede gastar 400 Bs en transporte público.
"Los compañeros están
trabajando medio día porque están haciendo transporte escolar o carreritas de
taxi. Hay casos que conocemos en la Asociación de Profesores del núcleo
del Litoral que trabajan los fines de semana vendiendo comida en las playas para
poder tener dinero durante la semana porque la quincena no les alcanza",
asegura Labrador.
José Ángel Ferreira,
vicerrector administrativo de la Universidad de Carabobo (UC) y miembro de la
Comisión de Presupuesto de las universidades nacionales, precisa que
prácticamente la mitad de la nómina docente recibe un sueldo que está por
debajo del salario mínimo. En el caso de la UC, los 14 mil profesores que
forman la nómina de esta casa de estudio, ya 7 mil docentes cobran menos de
sueldo mínimo luego de los aumentos salariales decretados por el Ejecutivo
Nacional.
El dilema de ser docente de
los docentes
Una paradoja se les plantea
a los profesores de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL):
tienen menos "tigres" u oficios paralelos a los cuales dedicarse
porque su dedicación es enseñar la docencia. La educación básica o media
tampoco presenta un mejor panorama salarial, así que prácticamente los docentes
que forman a los futuros profesores tienen que dedicarse a oficios artesanales
como vender bisutería, poner sus carros a trabajar como taxis, hacen manicura o
trabajan en peluquerías a medio tiempo y muchos venden comida o productos
artesanales que sepan hacer.
"Nos han pisoteado la
meritocracia. La profesión docente dejó de ser atractiva porque ni siquiera da
para mantenerse. La gente no está estudiando para ser docente y ese vacío se
nota hacia abajo porque el profesor no se dedica a formarse sino a buscar otras
alternativas de dinero", asegura José Silvio, presidente de la Asociación
de Profesores de la UPEL.
Los efectos ya se notan con
las exigencias de los preparadores, los estudiantes que se acercan por primera
vez a la carrera docente. Daniel Orta, preparador de Trabajo Social en la UCV,
explica que en lo que va de 2016 no han cobrado ni una sola vez los 2.500
bolívares mensuales que representa de seis a doce horas semanales, lo que
implica dedicación en aula además de sus clases regulares como estudiante. "Somos
estudiantes que tenemos promedios mayores a 16 puntos y nos presentamos ante un
jurado para ese cargo. Los que viven en ciudades satélites gastan hasta 800 Bs
diarios en pasaje ¿con qué ganas van a venir a la universidad para dedicarse a
ser preparador y comenzar una vida como docente?", se pregunta Orta.
Foto: Rafael Briceño
El presidente de Aproupel
cuenta que uno de sus colegas modificó su horario de clases en el Instituto
Pedagógico de Caracas (IPC) para llegar a las 9:00 am porque hace carreras
de taxi desde las 5:00 am hasta las 8:00 am, luego dicta su materia y en la tarde
de nuevo sale a trabajar en el taxi. Los profesores cuentan sus historias pero
evitan dar nombres porque sienten que matar tigres no debería ser la solución
idónea para obtener ingresos.
Sin un atisbo de duda,
cuando surge la pregunta recurrente de por qué se mantienen en las
universidades, la respuesta es contundente "creo en la universidad como un
ente transformador de la sociedad. No podemos darnos el lujo de perder la
universidad. Si perdemos la universidad, perdemos el país", dice
Silvio.
24-05-16
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