Por Tulio Ramírez
Hoy pensaba escribir sobre
otra cosa. En esta Venezuela revolucionaria, hay más temas que arroz. Contamos
con un gobierno que hace que sea imposible que el síndrome de la página en
blanco afecte hasta a un columnista como el que esto escribe. Y dejo constancia
que me cuesta una y parte de la otra inventarme el tema para el artículo que he
de mandar al periódico cada quince días.
Muchas veces me ha pasado
que llegado el día 14, no tengo ni la más remota idea sobre qué cosa escribir.
Pero cuando ya estoy a punto de resignarme y ceder mi espacio a algunos de esos
columnistas espontáneos o cazadores de güire, ¡zúas!, el gobierno mete la pata
por algún lado y me salva el día. Al final, Habemus Artículusgracias a las
torpezas, payasadas, dislates, incongruencias, disparates, incoherencias,
abusos, errores y truculencias a los que nos tiene acostumbrado la revolución
bonita.
Para esta semana había
pensado en tres temas. Uno de ellos tiene que ver con las desnudeces de las
rectoras del CNE. Cada declaración que dan esas distinguidas damas, las colocan
a un nivel de Cara e’ Tablismo, que a veces he pensado que no puede ser
consciente sino producto de algún hechizo hecho desde MiraFlores.
Otro tema nada despreciable,
es el constante remedo, en las Cadenas Presidenciales, de aquél programa
animado por Amador Bendayán, llamado Sábado Sensacional. Lo único que le falta
a Nicolás es el gritico de “yaaaa regresaaamooos” que popularizó el muy querido
animador. Ahora las transmisiones presidenciales se utilizan, al igual que lo
hacían en el sabatino de marras, para transformar a una humilde mujer en reina
de belleza por una tarde, gracias al maquillaje y vestuario prestado por la
producción del programa.
Siguiendo el guión de Sábado
Sensacional, Nicolás presenta a humildes mujeres del pueblo “para
empoderarlas”, repartiéndoles créditos para hacer compotas artesanales de
tamarindo, ocumo blanco o de yuca amarga, para lograr de esa manera “la
soberanía alimentaria”. Al fondo de ese magazine presidencial siempre se
escuchaban consignas políticas, dirigidas por algún militante de esas
organizaciones que en el medio llevan el nombre de Bolivariana.
Ese militante “asistente de
producción” asoma de vez en cuando su infaltable cartel-chuleta con lo que ha
de vocear el público de galería. Me viene a la memoria los cartelitos de
“Aplausos” con el que despertaban al público cada vez que el Pollo Simonatto
daba la orden de rigor. Al igual que la joven que hizo realidad su sueño de ser
reina de belleza por un día, nuestra humilde mujer se verá “empoderada” por un
día, porque muchas veces esos ofrecimientos de créditos son pura paja o se
agotan con la producción de las primeras 10 compotas.
El tercer tema, estaba de
mango bajito: los ejercicios militares. Díganme ustedes si ese boche era para
pelarlo. Cuando vi las imágenes de unos señores en una playa retrocediendo y
cayéndose solos, ante un supuesto ataque de los “invasores”, no pude aguantar
la risa. No menos risible fue ver a esos altos oficiales con esas panzas
inmensas aguantando la respiración para evitar que se dispararan los botones de
la camisa ante la presión de tan prominente circunferencia abdominal.
Otra escena, más patética
que risible, fue ver a unos milicianos desnutridos, con palos de escoba en vez
de fusiles y entraditos en años, escuchando embelesados a su Comandante en Jefe
arengándolos con esa insensatez monumental de catalogarlos como “la fuerza con
la cual contamos para repeler cualquier invasión”. Por la expresión de la
comisura de los labios, creo que por dentro se los estaba vacilando de lo
lindo.
Cuando estaba dispuesto a
decidirme por alguno de esos tres flaicitos al pitcher, me entero de la muerte
del niño Oliver Sánchez. Para los que no estan enterados, Oliver fue el niño
que padeciendo de un Linfoma no Hodgkin, presidió una protesta solicitando al
gobierno el abastecimiento de los Hospitales y los medicamentos requeridos para
tratar su terrible enfermedad.
En mi memoria tengo su
imagen con el tapaboca y un pedazo de papel arrugado que decía “Quiero curarme,
Paz y Salud”. En la foto que circula por las redes anunciando la triste
noticia, aparece Oliver, el día de esa protesta, con un piquete de la Policía
Nacional Bolivariano al lado. Había que resguardar la integridad física del
Presidente Maduro ante tan peligroso acto terrorista.
Se fue Oliver, su valentía
me conmovió. El sabía que sin sus medicamentos moriría y batalló hasta el final
por conseguirlos. Lo que no sabía Oliver, quizás por su corta edad, es que su
petitorio no iba a ser escuchado. Que los dólares que hacían falta para
salvarle la vida fueron gastados en un ejercicio militar inútil por chambón y
carnavalesco, o distribuidos graciosamente entre “las panas del Partido” para
que hicieran compotas de ocumo chino, y si al final no las hacen y se cogen los
reales, pues no importa, porque son un voto seguro.
Hoy escribo sobre ti,
Oliver, y también sobre todos los Oliver que todavía agonizan a la espera
del milagro que todos los venezolanos pedimos y que con luchadores como tú, con
toda seguridad lo lograremos: un gobierno decente y humano.
30-05-16
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