Por Rafael Viloria
Desde tiempos muy remotos,
la práctica de la ayuda mutua, ha estado presente en el marco de los seres
humanos. Estas manifestaciones que en tiempos pasados tuvieron relevante
importancia se podrían observar en el medio rural. Los agricultores por ejemplo
usaban la figura de la cayapa, la mano vuelta y el convite. Consistía el
sistema en que un agricultor campesino organizaba un encuentro para preparar,
sembrar, cultivar, y cosechar la producción agrícola. El trabajo desarrollado
por los propios campesinos no percibía pago alguno, que no fuera los gastos
alimentarios del encuentro. En oportunidades las faenas terminaban en una
celebración financiada con recursos obtenidos en forma de vaca.
Hoy esta práctica ha sido
sustituida por el pago de un salario, las comunidades que en ocasiones también
hacían uso de esta forma de trabajo comunitario, también han dejado de hacerlo
sin embargo, la presencia de la denominada crisis ha ido despertando la
práctica de la ayuda mutua,
Con frecuencia se está
observando además de una forma del pasado que tiene que ver con el trueque
sistema que consistía en un mecanismo de intercambio de productos alimentarios,
de medicina, también el típico préstame un poquito de tal cosa mientras yo
pueda devolvérselo, esta práctica por la crisis generada puede ser catalogada
como una remembranza del pasado típica de los medios populares. Un escritor
colombiano llamado Jaime Lopera escribió un libro que lo denomino “… el
lado humano de un conflicto…” la crisis vista desde un punto de vista negativo,
puede generar un conflicto serio y agudo de resolver social y económicamente.
Es decir es mala. Pero si la vemos y analizamos con cerebro frio aunque el
corazón este caliente, podríamos decir que estamos frente a un conflicto que
puede tener una valoración relativa importante.
Si la crisis “hoy” despierta
conductas apagadas aparentemente extinguidas por el transcurrir del tiempo en
el marco de la cooperación, la solidaridad la ayuda mutua; bienvenida sea la
crisis.
Hay quienes aseguran que la
abundancia trae consigo escasez. En el caso de Venezuela tal señalamiento
constituye una “premonición” antecedente. Algo así como aquello de que todo el
pueblo sabio que a Santiago Nazar lo asesinarían el lunes en la mañana, menos
el amenazado “Crónica de una muerte anunciada” a decir en Venezuela todos los
venezolanos sabíamos lo que iba a pasar, menos el Estado. De ser un país con
las reservas de petróleo, más grande del mundo con oro y demás similares;
sobradas condiciones para el desarrollo sustentable de proyectos agrícolas y
pecuarios cruza hoy por una severa crisis alimentaria.
En Venezuela se vive la
paradoja del que se muere de sed en el medio del mar, del que se muere de
hambre donde se produce la comida. Una cosa en honor a muchas verdades hay que
señalar. Por ejemplo en 1956 gobernaba Pérez Jiménez en Venezuela existía una
población de 6.420.000 habitantes. Esa población nacional indicaba que el 53%
era de condición rural (3.402.600) tenían como misión producir alimentos para
abastecer a un 47% (3.017.400) habitantes del medio urbano. Entonces no se
avizoraba crisis alimentaria en el panorama del país.
Sesenta (60) años después el
cuadro cambio: según el último censo del país se estima una población de 35.MM
de habitantes. El cuadro poblacional ahora es otro el 90% (31.5MM habitantes)
está ubicado en los sectores urbanos; mientras que (3.5 mm) habitantes se
encuentran ubicados en los sectores rurales. Es decir los encargados de
producir (donde ahora no hay condiciones) alimentos.
En estos momentos se imponen
la necesidad de analizar causas, efectos y consecuencia que marcan la presencia
de la crisis. No se pueden echar cuentos frente a la historia real. El cuento
malo y mal contado de que la crisis alimentaria se deriva de acciones inducida
por el imperio, por la oposición, la inflación; están “inverosímiles” que
aceptarlo como tal es un atentado contra la elemental inteligencia de los
venezolanos.
No se trata de crear una
nueva “premonición” para ver que va a pasar ahora. lo que está a la vista no
necesita anteojos estamos conviviendo con un serio y agudo flagelo que no se va
a resolver con leyes, con decisiones aventureras de producir soluciones
alimentarias sembrando plátanos, caraotas, cebollines, auyamas en la jardineras
etc. sería bueno imaginarse una vaca lechera y un cochino en la sala de la
casa, un gallo y una gallina cantando en la madrugada, tampoco se trata de ver
cómo realizar una subasta para ver a quien se le echa la culpa mientras tanto a
lo largo y ancho de Venezuela 35MM de hectárea donde las políticas de
desarrollo brillan por su ausencia.
Muy bueno que rescatemos
remembranzas históricas que tocan valores vinculantes con la solidaridad y la
ayuda mutua. De lo que se trata ahora es de encontrar fórmulas que hagan
posible controlar el flagelo de la crisis que es integral social, económica y
política salir de la crisis implica promover muchos aliados en el concurso de
voluntades públicas y privadas para ello es impostergable el desarrollo de
planes de alto contenido estratégico. En ese orden se tiene que inscribir el
sector cooperativo con su valiosa experiencia de organización comunitaria con
más de medio siglo de desarrollo de verdadera economía solidaria participativa
y protagónica.
Ex presidente de CECONAVE
27-05-16
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