Por Jovan Pulgarín
Parecía una leyenda urbana,
pero no. Fuentes consultadas por El Estímulo afirman que en plena
vía, funcionarios de la Policía de Vargas actúan como si fueran autoridades
aeroportuarias. Quienes se dirigen al aeropuerto Simón Bolívar, o quienes
vienen de él, deben abrir sus maletas y explicar de dónde proviene la moneda
extranjera que cargan.
“¿Escuchaste la nota voz que
anda rodando en Whatsaap?”. La realidad venezolana y las paranoias que genera,
más la ola de rumores que tienden a exagerar hechos de menor trascendencia,
regularmente nos obligan a hacer caso omiso de las cadenas que llegan a las
redes sociales. Sin embargo, el supuesto matraqueo a un pasajero por parte de
una autoridad, que hoy está saltando de celular en celular, tiene una base
firme. Así lo cuentan tres profesionales del volante, que solicitaron el
resguardo de sus nombres a cambio de contar sus experiencias. Todos coinciden
en la manera de llevar el negocio: solo trabajan con clientes conocidos o
recomendados y conducen grandes camionetas. A cambio, ofrecen un servicio de
primera categoría.
Taxista 1: “Fue
igualito a lo de la nota de voz. Me pasó a principios de mayo. Yo traía a
un cliente que trabaja en una empresa transnacional. Sus viáticos son en
dólares. No fue en sentido hacia el aeropuerto sino hacia Caracas, donde
está el Eurobuilding Express. Allí está montada una alcabala. Los funcionarios
son de Polivargas. Nos bajaron. Me pidieron los papeles de la camioneta. Se
quedaron un rato con los papeles en la mano. En el caso del pasajero fue
peor. Le preguntaron que de dónde venía, le raquetearon las maletas, el bolso y
la cartera. Le preguntaban que cuánto llevaba. Que cuántos dólares traía. Y él
preguntaba que por qué les interesaba eso. Le decían que porque si traía
más de 10 mil dólares lo iban a multar. Y yo les decía que por qué, si ellos no
eran policía aeroportuaria. La cosa no pasó a más porque nos pusimos rudos, a
pesar de que era la una de la mañana. Puedo hasta describirte al policía: es
moreno oscuro, fortachón, de estatura baja y coco raspado. No se parece a nadie
más en el grupo que está allí. Él fue el que estaba ensañado con nosotros. Al
final nos dejaron ir porque pasó un motorizado, y ellos le dieron la voz de
alto y él siguió. Ahí le dije: ‘te das cuenta chamo, a ese es al que tienes que
parar pana, no a nosotros’. Para ñapa, después que nos dejan ir, digo: ojalá no
se hablen por radio y nos paren más adelante. Coño. efectivo. Cuando empezamos
a subir La Guaira, antes de la primera bomba, nos encontramos con otra
alcabala, igual de Polivargas. Ahí ya estábamos más molestos. Les
dije ‘mira pana, aquí abajo nos acaban de parar, habla por radio con los
amigos tuyos para que veas’. Y les aseguré que no nos íbamos a bajar del
carro. Ya ellos tenían el dato de que no nos habían sacado nada. Yo creo que
les dijeron: ‘agárrenlos ustedes a ver’, porque fue muy evidente, pues. Apenas
vieron las luces de la camioneta, ahí mismo nos detuvieron. Esta vez eran 10,
antes eran como tres. Pero no cedimos, y no nos bajamos. Al final nos dejaron
ir. Te digo algo, ahí siempre en la madrugada paran a alguien, siempre lo veo”.
Taxista 2: “A mí me
pasó a las dos de la tarde. Tenía que llevar a un cliente que viajaba hacia
Panamá. Nos pararon en la alcabala que está más cerca del aeropuerto. Estaban
vestidos comos funcionarios de Polivargas. A mí me pidieron los papeles del
carro, y al cliente le revisaron la maleta. Y todo el dinero. Le preguntaban
que por qué tenía dólares, que no debía tener dólares. Que él debía llevarse los
bolívares y cambiar los dólares a donde fuera. Lo que causa sospecha es que
fueron directo a la maleta y le encontraron un bolsito aparte. Allí tenía la
plata. Le preguntaron que cuánto era eso. Él respondió que 600 dólares. Se los
hicieron contar billete a billete, pero no se los quitaron, creo yo porque dijo
que trabajaba en PDVSA. Luego, todos los funcionarios se fueron a un costado y
se quedaron un tiempo como discutiendo entre ellos, como esperando que le
dijéramos ‘cómo arreglamos eso’. Nosotros no nos movimos ni dijimos nada. Al
final, después de un largo rato, nos dejaron ir. Yo manejo una empresa de
varios carros y sé que a otros les ha pasado. Pero este caso lo viví de primera
mano”.
Taxista 3: “Mira mi
pana, es obvio que quiere que lo resuelvas y depende de la mala leche
que tengas, te quitan o no. Yo llevé a un tipo que iba para afuera del
país como al mediodía. No te puedo decir mucho porque el tipo realmente era muy
callado. Solicitó mis servicios por contacto de alguien que me conoce de hace
mucho tiempo. Así trabajo yo. Pero si no quiere hablar, yo no hablo. Entonces
íbamos ya casi llegando y nos encontramos como con tres patrullas, y como con
siete policías, todos de Vargas. A mí me pidieron los papeles, pero rápidamente
me los devolvieron. Al cliente sí se lo llevaron para un lado, lo registraron,
le hicieron abrir la maleta y sí escuché cuando le preguntaron que cuántos
dólares llevaba. Él dijo que no llevaba, entonces le descubrieron una caleta en
el saco y ahí se armó. A mí me hicieron volver a la camioneta y a él lo
detuvieron un largo rato. Cuando volvió, estaba alterado. Le pregunté que si
estaba bien y dijo que sí, sin embargo estaba clarito que no, que tenía la
madre de las arrecheras. Como vi que no quería comentar nada, lo dejé así. Yo
llevo 10 años haciendo este tipo de recorridos y nunca vi que a la gente le
preguntaran en las alcabalas si llevaba plata, ese no es peo de ellos”.
Luis Izquiel, abogado
penalista y criminólogo, cuenta que “algo ha escuchado” sobre estas prácticas
en Venezuela. Explica que es posible debido a las irregularidades que rodean a
las alcabalas que se instalan en el país: “Una resolución del Ministerio de
Interior y Justicia regula a esas alcabalas, pero es letra muerta. La
resolución tiene una serie de elementos para darle seguridad al ciudadano en
cada punto de control que se activa. Eso surgió, si mal no recuerdo, después del secuestro y
asesinato de los hermanos Faddoul. Sin embargo, eso no se
está cumpliendo porque ahora se instalan alcabalas dónde y cuándo se les dé la
gana”.
¿Tienen permiso estos
funcionarios para estar allí?
Si son Polivargas, estarían
regulados por esta resolución del Ministerio Interior y Justicia. Y si son
militares, en principio ni deberían estar en labores de seguridad ciudadana.
Eso no le corresponde a ellos, eso lo hacen de manera extraoficial, por decirlo
así, y en el marco de un operativo puntual, como las OLP (Operaciones de
Liberación del Pueblo), o Patria Segura. Entonces habría que analizar si ellos
están legalmente colocados allí o si es por voluntad propia que se instalan
para cometer el delito.
¿Qué tipo de delito están
cometiendo los funcionarios?
El tipo penal es complicado,
porque no es una extorsión. La hay cuando te digo “o me pagas o te que quemo tu
casa o local”. Lo que veo es un artilugio y por eso es complicado. Tampoco es
un robo, porque el robo es cuando te saco una pistola y te pido que me des los
dólares porque sino te mato. Hay un hecho de corrupción, claro. Sería,
revisando rápidamente el caso, una apropiación indebida calificada. Aunque no
es fácil delimitar el tipo penal, insisto.
¿Cómo se puede defender una
persona que obviamente está en desventaja frente a la autoridad policial?
Si sucedió, debe realizar la
denuncia correspondiente. Está obligado a identificar qué comando o a qué
policía le responden estos funcionarios que cometieron el delito. En segundo
lugar, si no ha ocurrido el hecho, debe hacer la llamada al sitio al que le
responden los funcionarios con la intención de corroborar que estos
funcionarios están allí de manera legal. Pero es muy importante que la gente
esté al tanto de las leyes cambiarias. El ciudadano debe saber cuándo está
cometiendo un delito y cuándo no. Entiendo que una persona que va a viajar y
guarda unos dólares en un bolsillo no está cometiendo ninguna irregularidad. El
Estado, mediante unos entes específicos, le da un dinero a quienes viajan, por
lo tanto no es un delito.
¿Se trata simplemente de
otra modalidad delictiva, de una bola de nieve de corrupción que arrastra con
todo en Venezuela?
Hubo un ministro de
Justicia, Tareck El Aissami, que señaló que en 2011 al menos 20% de los delitos
del país los cometían los propios cuerpos de seguridad. Entonces, es
evidente que este tipo de hechos se corresponden a un índice muy alto de
corrupción, debido a que existen elementos perniciosos en los cuerpos de
seguridad. Esos cuerpos de seguridad no terminan de ser depurados, a pesar de
que se han anunciado algunos planes. Por ejemplo, la Conarepol (Comisión
Nacional para la Reforma Policial) en 2006; en 2008 se inició una supuesta
transformación con la creación de la Policía Nacional Bolivariana y de la Universidad
de la Seguridad. El último intento fue a principio de este año con la comisión
para la reestructuración policial, que ofreció Freddy Bernal y nada de eso tuvo
éxito. De manera que sigue intacta esa corrupción y lamentablemente los
venezolanos somos víctimas de eso.
No solo los venezolanos. El
pasado 15 de mayo, el diario La Prensa publicó una nota en la que narraba los “7 días de terror”
que vivió una pareja de ciudadanos panameños. La
razón que impulsó esta historia trágica fue la misma que le sirvió a Sergio
Leone para titular una de sus mejores películas del salvaje Oeste: por un
puñado de dólares.
De hecho, un día después de
conocerse las confesiones de los taxistas, el diario Últimas
Noticias publicó una nota titulada “Ordenan recapturar a un policía
extorsionador”. Como lo advirtieron los entrevistados, se trataba de un
efectivo de Polivargas: “La Corte de Apelaciones de Vargas revocó la libertad
sin restricciones que habían dictado a favor de un funcionario de
Polivargas acusado junto a otro uniformado de extorsionar a un turista
estadounidense. En su lugar, ordenó recapturarlo. Javier José Arenas
Morgado (30) y Jean Carlos Bello González (34) son los funcionarios
investigados, según el acta judicial”.
El artículo, firmado por el
periodista Eligio Rojas, advierte que “ambos agentes estaban el 14 de mayo
pasado en un punto de control que normalmente monta Polivargas a la entrada
del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía. Ese día
detuvieron a un taxi que trasladaba a un turista estadounidense. Requisaron
su cartera y luego bajo amenaza presuntamente le exigieron 50 dólares al
turista que éste les dio en el acto“. La denuncia fue realizada
por el profesional del volante.
25-05-16
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