Por Claudio Nazoa
Si no fuera por la grave
devastación que atraviesa Venezuela, lo que hoy van a leer, sería cómico.
Yo espero que hayan visto el
simulacro de guerra que hicieron estos señores la semana pasada. ¡Yo tenía
aaaaañosss que no veía una vaina tan divertida!
En cadena nacional se
transmitió la guerra contra el imperio. Allí pasaron cosas como estas: de la
parte de atrás de unos arbustos, salió corriendo un pelotón de indefensos
viejitos cansados y sudados. Estaban disfrazados de militares y armados con
palos de escoba. Al mismo tiempo, algunos ministros camuflados con hojas de
lechuga y de escarola, jugaban al escondite detrás de unos parabancitos de
palmeras. Por cierto, uno de ellos, que siempre me había parecido no sé si útil
pero sí muy seriecito, estaba haciendo rapel. Qué pena. Parecía que estaba en
la hora loca de una fiesta.
En medio de un pocotón de
tanques, de humo y de soldados corriendo y montados en vehículos militares,
aparece un camión de Mercal. El narrador, dijo: “A pesar del combate contra el
imperio, el pueblo no puede dejar de ser abastecido”.
¡Qué increíble el cinismo de
estos personajes! El gobierno, en condiciones normales, ha sido incapaz de
abastecer al pueblo con productos básicos, y ahora, en medio de esta guerra
circense, pretende hacer creer que en condiciones extraordinarias sí lo harían.
Este
sainete-cínico-cómico-militar era supervisado por un montonón de generales
gordotes sentados al lado de Maduro, quienes, con cara de pena
ajena, fingían aprobar sus brillantes estrategias. ¡Lo peor es que, en
este circo sin pan, gastaron 26 millones de dólares!
¿Recuerdan cuando Chávez le
declaró en vivo la guerra a Colombia y envió unos tanques a la frontera? Los
tanques, con las carreteras deterioradas como están, tenían que ir montados en
unos camiones desde Caracas hasta el estado Táchira. El viaje duraría un par de
días. Imagino el fastidio de los soldados colombianos esperando para comenzar
la guerra. Y… ¿dónde terminó todo? Resulta que unas señoras, que barrían las
calles en el pueblo de La Victoria, estado Aragua, y a quienes no les habían
pagado su salario, resolvieron trancar la autopista. ¡Hasta allí llegó la
guerra! ¡De La Victoria no pasaron! Por eso Chávez, decía: ¡Hasta la victoria
siempre!
Ojalá y no comencemos la
guerra con Estados Unidos, porque tenemos tan mala suerte que capaz y la
ganamos, y quién aguanta a Donald Trump, de súbdito, haciéndole caso a Maduro.
30-05-16
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico