Por Fernando Niño
El poblamiento de la
Comuna 13 es un conjunto de 19 barrios anclados en las montañas del centro
occidente de Medellín, capital del Departamento de Antioquia, y es la segunda
ciudad más importante de Colombia. Con una geografía muy escarpada, según el
anuario estadístico del 2005 tiene un total de 134 mil habitantes, 30% menores
de 14 años, 7% mayores de 65, el 63 % restante es población activa entre 15 y
64 años. La encuesta de calidad de vida del 2005, nos dice que el 36% es del
estrato 1, es decir los más pobres, el 31 % es estrato 3, de medio a pobre y el
6% es de estrato 4, medio siendo la barriada más densa de 192 habitantes por km2.
Su historia es una de violencia y terror, pero hace 25 años, por allá por los
90´s, los ciudadanos llegaron a una conclusión, o nos involucramos a mejorar la
vida de estos seres, o nos llevan con ellos al infierno.
El Gobierno nacional como
local han intervenido la Comuna 13 haciendo obras de infraestructura como las
famosas escaleras mecánicas, donde estaban esos cerros empinados, y hoy son un
atractivo turístico. Obras de infraestructura social, como escuelas,
bibliotecas como la de San Javier, casas hogares para atender a las familias
con asesoría psicológica y legal, oportunidades de empleo, de formación técnica
y profesional, de emprendimiento a familias. El embajador de Francia,
Pierre_Jean Vandoome, declaró después de pasear por las escaleras eléctricas,
el metro cable, el metro y llegar a un parque, “esto se merece un premio a la
inteligencia, por su impacto social en sus pobladores”. Hoy miles de cámaras
junto a un complejo sistema de seguridad de hombres y mujeres, protegen a los
pobladores. Intervenciones de todo tipo de la ciudadanía y los gobiernos han
hecho y siguen intentando cambiar la historia de La Comuna 13.
Entre los años 2001 y 2003
la Comuna 13 se convirtió en escenario de guerra que tuvo de protagonistas a
milicias, guerrillas, paramilitares, malandros, y la fuerza pública. Según Luz
Amparo Sánchez, autora del libro “La huella invisible de la guerra: desplazamiento
forzado de la Comuna 13”, Estos enfrentamientos fueron facilitados por el vacío
de poder generado por la precaria presencia del Estado y sus instituciones,
configurando un escenario de conflicto, inducido y aprovechado por los
múltiples actores armados, dejando en desamparo total a la población civil.
Estos grupos violentos se “apropiaron autoritariamente del miedo”, es decir que
explotaron los miedos naturales de la sociedad para su beneficio, utilizando al
barrio como guarida para secuestros, desvalijamientos, y tráfico de drogas, de
prostitución y juego, como corredores de fuga con otros sitios urbanos. El 29
de Julio del 2002, los paramilitares de las autodefensas dirigidas por “Don
Berna”, incursionaron en la parte alta del barrio, mataron a varias personas de
la forma más violenta (que me reservo) y quemaron casas, en nombre de combatir
a las FARC, estos últimos habían entrado en nombre de combatir a los asesinos y
malandros de la droga, y así de nuevo, a la salida de los “paras”, retornan los
primeros y comienza de nuevo este espiral de violencia y exclusión, con cada
nuevo grupo imponiendo su nueva ley.
Estoy en una farmacia desde
donde veo a lo lejos La Comuna 13, compro medicinas para múltiples amigos y
parientes, la dependiente, no importa cómo se llama, tiene la noticia sobre el
mostrador, “185 homicidios violentos entre el 1 de enero y el 22 de mayo de
2016”, con una declaración de su alcalde Federico Gutiérrez Zuluaga, “no
cederemos ante la presión de los criminales”.
Se me acerca la dependiente al
verme leer la nota, me dice, “ustedes los venezolanos (no sé cómo supo) han
hecho que nosotros salgamos del mapa de la violencia, ¿es verdad que están tan
mal?” Y le digo, que esas muertes, señalando la noticia, que ellos tienen en
estos cinco meses son las muertes de Caracas, en un mes (le mentí, por pena),
“a Caray”, y ¿de verdad que no hay arroz, ni papel toilette? La tipa insistía
como para que me diera cada vez más pena. Estaba en la cuna de Pablo Escobar,
de la violencia por antonomasia de 60 muertes de carros bomba diarios, y la
señora me tenía contra la pared, sí, le dije tímidamente, y pedí la retahíla de
medicinas, me las trajo todas. Y le pregunté ¿no me va a pedir el récipe?, “no,
a los venezolanos no se los pedimos por solidaridad” Y me congracié con la
señora. Antes de irme ya de espaldas a ella, me preguntó, y si todo está tan
malo, ¿por qué votaron por Maduro?
25-05-16
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