Por René Núñez, 29/05/2016
Desde finales del siglo pasado, la mayoría de los grandes conflictos
políticos de poder en el mundo, fueron resueltos a través de la negociación, un
proceso de comunicación donde las partes involucradas logran alcanzar una
solución consensuada a la beligerancia que los mantenía separados y
enfrentados.
En toda sociedad democrática existen problemas y posiciones políticas
encontradas. La conflictividad será alta o baja dependiendo fundamentalmente de
la eficiencia y transparencia de las políticas públicas aplicadas por los
gobernantes; así como del grado de credibilidad, respeto y confianza que
inspiren a los ciudadanos sus instituciones.
Aunque lo niegue el gobierno nacional, Venezuela se encuentra a la
vuelta de la esquina ante una crisis humanitaria de proporciones gigantesca;
cuya solución pasa por una rectificación inmediata del modelo
político-económico y de un diálogo sincero y decoroso con todos los actores
políticos, económicos y sociales del país. O dejar que el pueblo se exprese en
el revocatorio.
La primera responsabilidad de un gobierno es la de armonizar los
variados y complejos intereses de todos los sectores para direccionarlo en
favor del plan de desarrollo nacional. Responsabilidad que se ha dejado de
cumplir en los últimos años. A cambio, se ha potenciado la corrupción, la
conflictividad entre poderes, las violaciones de derechos humanos, el
desconocimiento de normas y procesos democráticos, control de las libertades, y
desconocimiento del imperio de la ley que caracteriza a toda república que se
precie democrática. Problemas inocultables y prioritarios que requieren con
urgencia sean tratados en una mesa de diálogo nacional con mediación
internacional; antes que sea tarde y la anarquía termine de apoderarse de
una nación que hasta hace poco, con sus problemas y desencuentros, se
caracterizaba por lo pacífica en el tratamiento de sus conflictos.
Unos son partidarios de la solución con apoyo internacional; otros, con
los nacionales. Ambas opciones son válidas y obligatorias dada la complejidad
y la marcada polarización política.
Por ello, celebro la mediación del expresidente José Luis Rodríguez
Zapatero quién la semana pasado logró apertura de un proceso de diálogo en
Santo Domingo, en compañía de los expresidentes Martin Torrijos y Leonel
Fernández; recibiendo y oyendo por separado a los representantes del gobierno y
de la oposición. Este primer paso, cómo era de esperarse, produjo muchas
reacciones en su contra tanto de un sector como del otro; quizás presionados
por la tensa situación social y política que se vive y la impotencia y
desconfianza que se le tiene al régimen de turno (82%).
No será fácil, pero posible, lograr hacer entender y comprender los
beneficios de este mecanismo en marcha. Cuando se negocia uno no se enfrenta a
personas si no que se enfrenta a problemas, la clara comunicación de nuestros
intereses ayudará a establecer lazos de confianza en la búsqueda de un punto de
equilibrio.
En nuestro país no hay experiencia de diálogo de esta severidad. No
obstante, en otros pueblos hermanos latinoamericanos sí con resultados
favorables y exitosos como los de: Chile (Pinochet), Argentina (peronismo) y
México (PRI). En estos momentos, Colombia avanza en su proceso de paz ante las
guerrillas, después de más de 50 años de guerra civil. Cada una de estas
experiencias con sus particularidades pero todas sobre la base del diálogo.
Si la negociación política es exitosa, se llega a un acuerdo. Puede
darse que una parte gane y la otra pierda. O ambas compartan el beneficio. El
éxito de la negociación dependerá de la demostración de la fuerza de la razón,
la veracidad de los hechos pero sobre todo la supremacía de los intereses de la
república y de los ciudadanos a quienes se deben los gobernantes.
“Si me ponen a escoger entre la libertad y la justicia me quedo con la
libertad para seguir luchando por la justicia”, Eduardo Frei.
Los domingos, 8 a 9 am, en Onda Global por Onda 97.3 F, Guayana
René Núñez
@renenunez51
Presidente del Ifedec Capítulo Bolívar
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