Por Francisco Russo B.,
11/01/2017
“…Y el triunfo será de quien convierta
en canto el gemido.”
Alfonso Reyes
Cuán difícil es despedir a un hijo cuando se va,
no precisamente de vacaciones sino a buscar lo que el gobierno de su país le
niega, el derecho a calidad de vida y a la seguridad personal. Se ha hecho
común en esta Venezuela, que con tristeza se diga, que ahora a los hijos se les
despide en el aeropuerto o en el cementerio, porque no hay proyectos para los
jóvenes o porque en cualquier esquina de cualquier pueblo, se le atraca y
asesina por un teléfono o un par de zapatos.
La semana pasada, con los primeros días del nuevo
año, el escenario del aeropuerto de Maiquetía, convertido por este gobierno en
uno de los más desolados de Suramérica, era de lágrimas y desconsuelos por las
despedidas que a cada paso se suscitaban entre familiares y jóvenes que
marchaban, la aflicción por los hijos que se van y los nietos que crecerán en
otras latitudes de culturas distintas a las nuestras. Yo la sufrí en lo
personal por la ida de mi hija Francys, quien vuelve a Chile en busca de
proyectos que le den calidad de vida y crecimiento personal. Por ello, ante las
lágrimas de los tantos venezolanos que nos agrupamos en los mostradores donde
se hace el check-in, y luego en el área de ingreso a la inmigración, dimos
rienda suelta, sin vergüenza o rubor alguno, a lo más íntimo de nuestros
sentimientos y allí recordé entonces, alguna estrofa del poeta del pueblo,
Andrés Eloy Blanco, … cuando se tiene un hijo, se tienen todos los hijos de la
tierra…
Nuestros emigrantes de ahora, dejan su tierra
para emprender nuevos sueños y comenzar una nueva vida, pero ellos volverán, en
algún momento esta pesadilla que padecemos terminará, y volverán cuando el país
y un gobierno decente y respetable, democrático y respetuoso, les dé garantías
de seguridad y de trabajos dignos, pues, como ya se ha dicho, toda la vida no
cabe en una maleta, y porque los venezolanos que no tenemos una cultura de
inmigrantes sabemos que tenemos un gran país y un valioso tesoro que es su
gentilicio.
Hay que decirlo, estas separaciones no
constituyen un boom, una moda o el hobbie de la época; el temor a ser
asesinados porque el gobierno y el presidente no cumple su obligación de darle
protección a los ciudadanos conforme lo establece la Constitución, los obliga a
marcharse; la criminalidad continuó creciendo en el año que recién ha terminado
y sigue amenazando brutalmente el bienestar de los venezolanos. Las cifras de
muertes violentas nos ubican como el segundo país más violento del mundo.
La demanda de empleos es en mucho, más grave que la oferta.
Pues bien, esta situación de desprotección de los
derechos básicos de los venezolanos, con énfasis en las garantías a nuestros
jóvenes para que crezcan y se desarrollen libres de amenazas a su integridad, a
tener empleos dignos, al libre desenvolvimiento de su personalidad, con las
naturales limitaciones derivadas del orden público y social, es una
responsabilidad del jefe del Estado en el ejercicio de su gestión,-tan
importante como aquella que lo obliga a garantizar la integridad del territorio
nacional-, que lo hace incurrir en violación a los derechos humanos de los
jóvenes, tan cierto, como que los derechos humanos garantizados en la
letra de la Constitución, no son sólo los enumerados en su texto, son tambien
todos aquellos que sean inherentes a la persona humana.
De modo que la desprotección del derecho a la
vida, del derecho al trabajo, al crecimiento individual, a buena calidad de
vida de los venezolanos que comienzan a transitar el ejercicio profesional o el
desarrollo de un oficio, nos colocan a sus familiares en la nostalgia de verlos
partir al exterior, porque el gobierno, que arruinó el aparato industrial y
comercial del país y su dudosa mansedumbre ante el incremento del pranato y la
criminalidad, no les garantiza libertad ni progresión personal.
Pero volverán, porque esa emigración de nuestros
hijos quiere vivir en democracia y aquí habrá un gobierno en democracia, que
más allá de la conocida frase, del gobierno del pueblo, sea la alternativa del
avance de nuestros pueblos y sea también el sistema que ponga a prueba la
capacidad de quienes la escogen y la consolidan.
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