Por Jesús
Alexis González, 20/02/2017
En un
contexto nacional, donde la gestión del gobierno (¿?) experimenta un rechazo
superior al 85% e igualmente un 71,3% considera que N. Maduro debe salir
inmediatamente del poder, no deja de causar una atormentante estupefacción
(asombro exagerado) la existencia de un
binomio entre: (i) la sumisión del pueblo (acción de someterse, sin
cuestionarlos, a la autoridad) a un mal gobierno y (ii) los ataques permanentes
a cualquier plataforma institucional de
acción oposicionista conjunta (llámese
MUD o como fuese) negándosele toda
posibilidad de perfectibilidad (susceptible de mejorar sus cualidades) al
tiempo de “juzgarla” con perfil de
gobierno al extremo de ser “imputada”
como una de las “causas de la crisis” (¿?) facilitando, como “cómplice
necesario”, el manejo comunicacional oficialista para inducir una
“responsabilidad compartida” gobierno-oposición.
Permítaseme
acompañar este artículo con algunas citas: “Ningún gobierno puede mantenerse
sólido mucho tiempo sin una oposición temible” (Benjamín Disraeli); “Estamos
demasiado acostumbrados a sufrir y hay que aprender a resistir, a oponerse”
(Laurent Gounelle); “El poder emplea el concepto de “oposición” para definir la
más grave acusación que se puede pensar: es sinónimo de la palabra “enemigo”.
Acusar a alguien de “oposición” es como decir que proyecta derribar al
gobierno” (Václav Havel); “Es un enorme error pensar que el gran cambio tiene
que venir desde los partidos políticos. No, tiene que venir desde cada uno. Los
seres humanos tenemos que aprender a respetarnos a nosotros mismos y después
respetar a los demás” (Mercedes Sosa).
En lo
atinente al caso venezolano,
debería incluirse una cita como:
En un Estado de libertad y justicia, el pueblo y los partidos políticos deben
oponerse a un mal gobierno, quien por
aspirar permanecer en el poder hace uso de los principios democráticos para
¡destruirla! A tenor de ello, ha de asumirse que oponerse a un mal gobierno no
implica de forma alguna oponerse a la Constitución; que como bien han expresado
algunos analistas: “El peor vicio civil de un pueblo es tolerar un mal
gobierno. La mejor virtud civil es derrocarlo. Someterse a un mal gobierno
jamás será mejor que rebelarse hasta aniquilarlo”; situación que en la
Venezuela actual se convierte en desesperante necesidad habida cuenta de la
intención “revolucionaria” de alcanzar la sumisión pusilánime del soberano y de
las organizaciones políticas, imponiendo explícitamente con perfil tiránico el
deber de obediencia civil, soslayando el mandato según el cual los gobernantes
se hallan instituidos, no para su propia conveniencia, sino para la del pueblo
quien tiene el derecho a cambiarlos (¡revocarlos!) si las circunstancias lo
aconseja, en el entendido que nada es tan invencible como decidirse a no
obedecer a un “proceso” que marcha hacia una dictadura comunista; lo cual es
equivalente a decir: prometer fidelidad al Estado venezolano no implica
prometérsela a un desgobierno.
Hemos de
aceptar, que no se experimentarán
cambios en la política (y mucho menos en el gobierno) ni se alterará ninguna
antigua ¡hasta que en voz alta lo pida el pueblo! Si tal afirmación es válida,
no es menos cierto que para oponerse a un mal gobierno no es necesario que un
grupo de Patriotas se sienten alrededor de una mesa ( con posibles “Realistas” encubiertos) para “explicarnos”
lo que está sucediendo en el país lo
cual es bien conocido por el pueblo (al margen de “formación” política y
académica) por estarlo viviendo en forma directa; como por ejemplo que se está
“criminalizando” la actividad político-partidista, que en el país durante los
tres últimos años la economía no ha “funcionado” (recesión), que nos hemos
convertido en el país más pobre de América Latina al punto que un 82% de los
hogares vive en la pobreza (desde un 48% en 2014), que un 52% se encuentra en
pobreza extrema, que 9,6 millones de ciudadanos come 2 o menos veces al día
(Encovi, 17/02/17), que más de un 90% no cubre con el “salario integral” su gasto en comida y por ende en medicamentos,
que la “gente se está muriendo por falta de medicinas” (Federación de Farmacéuticos), que la “clase
media” está “saltando” al menos una comida diariamente, que durante 2016 hubo
unas 28.479 muertes violentas, cerca de 25 secuestros diarios de personas, y
unos 29.524 robos genéricos, 508 saqueos; todo ello en un ambiente de
inseguridad generalizada tanto personal como jurídica, “complementado” con una
vergonzosa corrupción de vieja data que en su oportunidad denunciaron dos
Exministros “chavistas” en relación a la asignación a “empresarios amigos” del
proceso de divisas preferenciales por unos $ 300.000 millones luego malversados
como importaciones fraudulentas y “ficticias”; al igual que el desfalco por $
69.000 millones denunciado ante la Asamblea Nacional
(26/05/16); así como el muy reciente caso denunciado por el gobierno de EEUU
(febrero 2017) sobre operaciones inmobiliarias por más de $3.000 millones
realizadas por un testaferro con activos financieros de origen “dudoso”,
provenientes de un presunto narco
Estado.
Reflexión de cierre: Un atenuante en la sumisión al mal gobierno por
parte de una significativa mayoría de la población socialmente menos favorecida
(no aplicable desde la clase media “enchufada” en adelante), pudiere
encontrarse en la “percepción” que tienen de unos actores políticos que
prefieren ser “lideres” de una mesa resquebrajada en lugar de enfrentar el
“miedo” que representa ser gobierno de un país en crisis, al punto de
propiciarle a los más débiles el temor a perder unas “Misiones” que al menos
les garantiza ¡¡una pobreza tranquila!!
@JesusAlexisGon10
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