Por José Vicente Carrasquero
A.
El gobierno de Maduro hace
rato que no se ocupa de los problemas de la gente. Cualquier observador notará
que todos las dificultades que afectan gravemente a los venezolanos no son
atendidas por esta administración y por lo tanto empeoran día tras día. La
primera consecuencia se vio en la encuesta que sobre la pobreza realizan las
universidades, más de la mitad de las familias venezolanas viven en pobreza
extrema, en la miseria. Solo el 18 porciento califica como no pobre, lo que no
quiere decir que no esté en riesgo de pasar el umbral que lo separa de la
penuria que impone el modelo económico chavista.
Como consecuencia directa de
esta situación, la popularidad de Maduro es cada vez menor. Nueve de cada diez
venezolanos piensa que la situación del país está mal. Lo que es peor, los
venezolanos no son optimistas frente al futuro.
A Maduro solo le ha quedado
apelar al recurso de todo aquel no comprometido con los principios
democráticos. La violencia. La misma se expresa de diferentes maneras y en eso
este gobierno no tiene parangón en los anales de nuestra historia. Si alguna
clase política ha hecho caso omiso a las normas elementales de la convivencia
política ha sido este primitivo chavismo que solo sabe de imposición y de
mecanismos de fuerza.
Veamos las distintas
dimensiones de la violencia del gobierno. La primera es el desconocimiento
abierto y descarado del dictamen electoral del 6D2015. A través de trapisondas
e irregularidades de todo tipo, el chavismo procedió a cortarle las alas a la
Asamblea Nacional aún antes de instalarse. Para ello escogió al pueblo más
débil del país. Un estado con poca densidad poblacional y una gran presencia
aborigen fue el seleccionado por la cúpula del PSUV para expropiarles su
representación parlamentaria.
En la misma vía de la
violencia parlamentaria, los inescrupulosos ductores de la política del
gobierno decidieron sembrar armas a un diputado que siendo ex recluso, había
hecho las pases con la sociedad. Pagó su condena y dirigía acciones sociales a
favor de la población. Le pareció adecuado al inhumano socialismo escoger a
esta víctima en la presunción fascista de que siendo un ex presidiario, la
gente se tragaría su cuento. Ha llegado su “Ignorancia Suprema” Maduro a decir
que como es un diputado suplente no tiene inmunidad parlamentaria. Cómplices
activos de esta violencia contra el parlamento son los miembros de la sala
constitucional del tribunal supremo (minúsculas intencionales). Pasivamente, la
fiscal y el defensor del pueblo no han hecho mayor esfuerzo por diferenciarse
de sus compinches en esta materia.
La violencia también se aplica
al pueblo. Una por la vía política. La obligación de tener un documento
adicional a la cédula de identidad para acceder a un derecho que no concede el
gobierno nacional sino la nación. En otras palabras, los trogloditas que ocupan
Miraflores piensan que la gente está obligada a agradecerles los servicios que
se le otorgan. No se podía esperar otra cosa de esta ristra de ignorantes que
usan el poder como si lo hubiesen tomado por asalto.
No contentos con violentar el
derecho a los servicios universales que el estado está obligado a prestar, el
gobierno de Maduro y sus cómplices someten al pueblo al hambre y la desatención
médica. El problema de la comida es cada vez más severo. El asunto de las
medicinas clama ante los ojos de Dios con el agravante de impedir que llegue
ayuda de otros países o instituciones preocupados por la suerte de los
venezolanos.
Cada vez que hay una protesta
en cualquier lugar del país, vemos un despliegue de policías y militares que
muchas veces supera en número a la cantidad de manifestantes. El gobierno está
presto para la represión incluso la violenta. Es la única respuesta que tiene
para los problemas de los venezolanos. Si alguien está protestando en una cola,
tiene altas probabilidades de ser detenidos por estos esbirros que, por cierto,
tienen acceso privilegiado a alimentos que el resto de los venezolanos no
consiguen.
Otro acto violento del
chavez-madurismo es hacerse los locos con las elecciones que se debieron haber
realizado en Diciembre de 2016. Se la ha conculcado al pueblo el sagrado
derecho a elegir sus gobernadores, alcaldes y representantes ante los distintos
órganos estadales y municipales. El cómplice fundamental en esta aventura
violenta no es otro que ese Consejo Nacional Electoral que Chávez creo como
poder con la excusa de evitar que lo que está sucediendo se pudiera dar. Al
final, el gran farsante no cumplió tampoco con la promesa de dejar un CNE
independiente que facilitara y promoviera la expresión popular. Por el
contrario, quienes conducen este organismo no tienen empacho alguno en
inventarse cínicas excusas para impedir los procesos electorales.
Otra expresión de violencia es
el uso como brazo de propaganda de la red comunicacional a la orden del
gobierno. VTV es un verdadero asco. Si Maduro ordenó sacar CNN del aíre,
debiera hacer lo mismo con este órgano que funciona como altavoz de una minoría
en contra de los derechos de la mayoría que es la que lo financia.
La violencia cómplice de las
fuerzas armadas es alarmante. Que se esté gastando dinero en jugueticos para
los de uniforme mientras que los venezolanos padecen hambre y sufren los
embates de la delincuencia es un asunto que en su momento deberá ser
investigado para establecer las responsabilidades de rigor. El espaldarazo del
ministro al vicepresidente resulta escandaloso y pone en tela de juicio la
idoneidad del liderazgo militar del momento.
Otra expresión de violencia
gubernamental es el trato preferente que tienen los delincuentes en este país.
Tienen territorios que explotan como si fuesen pequeños estados. Tienen mejor
capacidad de organización y están mejor armados que los policías. Rara vez se
investiga un crimen y causa estupor como la justicia los envía a la calle sin
castigo.
La violencia de este gobierno
tiene diferentes rostros. No se percatan de que lo que hacen a los venezolanos
es punible. Que deberán responder por sus fechorías. Piensan que estarán el
poder para siempre o que saldrán ilesos de sus actos criminales. La justicia
les llegará con la severidad que corresponde ante la atrocidad de sus crímenes.
21-02-17
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