Por Alberto Lovera
Siempre se puede estar peor,
los países no tocan fondo, pueden revertir las situaciones adversas, pero no
por un rebote cuando llegan a un imaginario límite inferior, sino porque se
construye una voluntad política para corregir un rumbo equivocado.
Desde el 2014 la UCAB, la UCV
y la USB en un esfuerzo mancomunado vienen realizando la Encuesta de
Condiciones de Vida (Encovi), para subsanar la ausencia de informaciones
oficiales que retraten la situación social y orienten a la sociedad.
Lo que nos temíamos está
sucediendo. La precarización de la situación social se sigue profundizando. No
podía esperarse otra cosa en medio de un cuadro de caída dramática y continuada
de la producción interna (PIB), de una inflación desbordada y continuada que si
es escandalosa en su índice general (500%), es desbastadora en el renglón de
alimentos que puede ser el doble. Agravada por la situación de escasez y desabastecimiento
en muchos renglones, particularmente en alimentos y medicinas, en medio de un
cuadro de deterioro de los servicios públicos.
Las cifras que resultan de la
Encovi correspondiente al 2016 no pueden ser más dramáticas y alarmantes. El
82% de la población está en situación de pobreza de ingresos, no tienen como
atender sus necesidades básicas. Es el porcentaje más alto en toda la historia
desde que se lleva registro al respecto. Muy superior al ya de por sí alarmante
que se presentó en nuestro país en 1977 que era del 56%, más de la mitad de la
población en pobreza.
No sólo nos hemos convertido
en el país más pobre del continente en términos de ingresos, superando a Haití,
sino que el porcentaje de población en pobreza crítica, que no tiene ni
siquiera lo necesario para alimentarse, ha alcanzado a más de la mitad de la
población (52%). No es de extrañar entonces el cuadro dramático de la gente
escarbando en la basura para buscar comida.
La población no pobre se ha
reducido dramáticamente en pocos años, de 52% en el 2014 llegó en el 2016 a
sólo el 18%. La pobreza ha pasado de 48% a 82% de la población en tres años.
Una precarización de las condiciones de vida de la gente a velocidades .
Pero hay una dimensión más
hiriente de este deterioro de las condiciones de la vida del venezolano.
Después de aquel porcentaje ya escandaloso de pobres en 1977 (56%), se había
logrado sacar de la pobreza a más de la mitad en 2009, haciendo uso de la
plétora de recursos petroleros que estuvieron disponibles, pero ahora se ha
reingresado a la pobreza a quienes se beneficiaron de una mejoría pasajera. No
sólo ha sido un giro perverso de 360 grados, como lo dijimos en estas mismas
páginas en algún momento. Es mucho peor, ahora hay un porcentaje mayor de pobres
que cuando se inició este ensayo socio-político tan esperanzador como
frustrado.
Desde un inicio no faltaron
las advertencias acerca de la necesidad de crear las condiciones para que la
reducción de la pobreza fuera sostenible en el tiempo, lo que suponía crear las
bases de una economía creadora de oportunidades de empleos e ingresos no
sometidos a la volatilidad del mercado de exportación de hidrocarburos. No se
cambió la orientación rentística de la economía venezolana, peor aún, se
destruyó la producción nacional con una mezcla de estatismo insensato y una
economía de puertos, que ya no se pudo sostener cuando faltaron las divisas
para importar lo que requiere la economía para atender a las necesidades
nacionales.
El resultado de tantos
desvaríos en la conducción político-económica de nuestro país por parte del
elenco en el poder es este resultado dramático de una sociedad empobrecida a
niveles escandalosos, que reclama un cambio porque en vez de prosperidad y
equidad, lo que ha hecho es agigantar lo que llamaban pobres de solemnidad,
aquellos que necesitan apoyos para sobrevivir. Lo que queremos es una sociedad
donde con trabajo y emprendimiento podamos labrarnos una calidad de vida sin
ser siervos del gobierno de turno.
24-02-17
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