Por Susana Morffe, 26/02/2017
Permanecer sin reaccionar ante el
peligro de convivir en un país con evidentes rasgos de terrorista, es el
principal síntoma social de indolencia o en su defecto, habla de la poca importancia de liberar a la
población venezolana del yugo impuesto por el régimen.
Uno de los asuntos que refleja el
conformismo y la aceptación es la repetición de frases, consignas y
“estrategias” del siglo pasado. A Venezuela la alcanzó el siglo XXI, desde el
punto de vista político, sin focalizar y adaptar la manera de expresar y
accionar hacia dónde vamos.
Lo vemos en la oposición, se
quedó con su discurso pasado de la cuarta república, nada nuevo se escucha, ni
apasiona. Hablan de la democracia cuando esta ha sido totalmente destruida para
darle paso a la dictadura que tenemos; pese a los asuntos visiblemente
ilegales, bochornosos y al descubierto continúan con el discurso de defender la
democracia inexistente que hace tiempo atrás los políticos permitieron
eliminarla.
También observamos las acciones
del Ejecutivo y el Tribunal Supremo de Justicia, siempre pasan por alto a la
Asamblea Nacional, principal bastión de la democracia. Solo se escucha, vamos a
impugnar, denunciar y la visión no emociona.
Por el lado oficialista, ellos
tampoco han cambiado, no tienen nada nuevo en su discurso porque su mala
gestión se quedó en la era de piedra. Comunismo barato, foráneo y esclavizante
para mantener su hegemonía con negocios y acciones “delincuenciales”, y todos
sabemos que el asunto es altamente peligroso.
Es peligroso porque la semana
pasada escribí un resumen de los hechos acontecidos más resaltantes. Manifesté que
Venezuela se encuentra en una zona peligrosa, toda vez que el gobierno de
Estados Unidos con el estreno de Donald Trump como presidente, este pudiera
declarar a nuestro país como narco estado, razones sobran. Por ahora míster
Trump ha dicho “tenemos un problema con Venezuela, lo están haciendo muy mal” y
eso es nuevo y emociona. La visión es dejarnos sin recibir alimentos, cuando
decida eliminar la compra de petróleo venezolano, entre otras cosas.
A los que pensaron y manifestaron
que no escribí nada nuevo al reflejar tal situación, ciertamente que la
reacción tampoco fue nada nueva. Visión sin pasión, no es emoción. Cuando se inclinan solo a decir que no es nada
nuevo, se trata de los causantes de que en el país no pase nada nuevo. Los
problemas puntuales se manifiestan por escrito o a viva voz, buscando una
reacción y gente común solo repite que no hay nada nuevo, típica expresión del
conformista, adulante e indolente.
Es común y desagradable escuchar
y leer a personas que ostentan ciertas responsabilidades en la sociedad, intentando
cambiar con frases acomodaticias y bobaliconas el fin de sus posturas.
Evidentemente que a los más agudos no se le escapa advertir que hablan de lo
mismo con diferentes palabras. Ejemplos hay muchos, el más común es el relativo
al cacareado diálogo, que no es otra
cosa que “negocios” al rojo vivo. De eso sabe Zapatero. Solo falta anunciar el
diálogo como conversatorio en el sanatorio de Miraflores. Así van, tratando de
confundir a la población, cuando los más confundidos son ellos.
Venezuela continúa en el mismo
punto de la crisis debido al “ritornello” de los discursos. Lo más grave del
asunto es que les falta sindéresis para juzgar. Un pran es un defensor de la
patria, un pistolero es un eminente juez, un narco es un prominente funcionario,
un preso político por defender sus ideas es un delincuente y un parlamentario
es un bate quebrado.
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