Por Enrique Ochoa Antich
Querida María Corina:
Quisiera comentarte, a título
estrictamente individual, algunos de los conceptos de tu última declaración a
los medios, en la que, como te es habitual, cuestionas cualquier intento de
propiciar el diálogo gobierno/oposición. Lo hago con inmenso respeto. Admiro tu
capacidad de lucha, tu pasión, tu inteligencia y tu carisma, y suelo decirles a
mis amigos que, parafraseando a Bolívar, en política el talento sin acierto es
un desperdicio. Me duele ver cómo se dilapida tanto ingenio por el camino
equivocado. Por eso desde la ong Foro Cambio Democrático te pedimos por escrito
una entrevista para debatir nuestras diferencias contigo y con Vente.
Veamos:
En la agobiada Venezuela de
hoy día, que reclama a gritos diálogo, negociación y reconciliación para salir
adelante, dos actores extremos criminalizan a quien piensa diferente: el
gobierno y tú. ¿No te parece curioso?
Claro que estás en tu derecho
de desconfiar del diálogo, pero ¿por qué arrojar siempre una sombra de duda
sobre quienes lo propician? En tu declaración de ayer lo hiciste: ¿por qué,
María Corina, calificar de “oscura” e “inmoral” la negociación que dices está
en marcha?
Una de nuestras tragedias
recientes es que, cada vez que se está cerca de que el diálogo y la negociación
encuentren senderos ciertos, desde afuera se somete a sus actores a un
verdadero chantaje moral que, exaltando a las partes más radicalizadas de ambas
bases sociales, asusta e inhibe a quienes tienen el deber de, por encima de
cualquier estridencia, ejercer su liderazgo. Ese chantaje, esa apelación al
pensamiento elemental y a la suspicacia de los sectores más extremistas del
chavismo y de la unidad democrática, suele ser la sostenida actitud tuya y, muy
mala compañía, de Diosdado Cabello.
Ya está bueno, querida amiga,
de criminalizar el diálogo.
En tu alocución expresaste,
como una suerte de anatema, que la transición que se estaba buscando era una
transacción. Resulta difícil explicarse que una mujer inteligente y
culta como tú no comprenda que toda transición es de suyo una transacción
y que no tiene nada de malo que así sea. La transición fue transacción con
Pinochet en Chile, con el franquismo en España, con la minoría blanca en
Sudáfrica, y los ejemplos sobran.
Creo que una de tus
equivocaciones es la de imaginarte que una Mesa de Diálogo es un escenario de
rendición incondicional del gobierno, al que acudiría Maduro de pie juntillas y
de manos atadas sólo a preguntar los términos de su renuncia, sin hacer un
detenido análisis de la correlación de fuerzas que, si lo hicieras, te llevaría
a admitir que aún rechazado por la inmensa mayoría, el gobierno tiene el
control del poder, de casi todo el poder. Si la unidad democrática tiene el
favor de la mayoría del pueblo, el régimen autoritario tiene la mayoría del
poder. Si no, María Corina, ¿cómo es que no ha sido derrocado aún en medio de
esta tragedia que padecemos todos los venezolanos? Su única debilidad para
mantenerse en el poder es su fuente de legitimidad política que es, hasta nuevo
aviso, electoral y democrática pues no llegaron al poder el 4F con las armas ni
bajaron de Sierra Maestra como Fidel y sus barbudos, sino que ganaron una
elección y luego muchas otras. Es entonces allí, en la exigencia de elecciones,
donde las fuerzas democráticas deben focalizar su presión, comenzando por las
regionales. Si el diálogo consigue llegar a ese puerto, démonos por bien
servidos. Luego se verá. Luego habrá que evaluar qué capacidad se tiene, con 17
o 20 gobernaciones en manos de demócratas, para provocar los cambios políticos
incluso en la presidencia de la república antes de tiempo.
Pero dices que es casi una
traición admitir que Maduro llegará hasta 2019 (es decir, hasta las elecciones
presidenciales de 2018). Bueno, ésa es una posibilidad, y debemos admitirla sin
complejos, no tanto porque lo queramos sino porque sencillamente el chavismo
tiene suficiente fuerza para que así sea. Al menos tiene más fuerza para
mantenerse en el poder que la que tienen ciertos opositores que una y otra vez
viven diciendo que “la transición ya empezó”, que es cosa de días o semanas el
cambio político, y proponiendo una fantástica “salida ya” que nunca ocurre (sin
darse cuenta de cómo socavan su credibilidad, cuando se superan esos lapsos
autoimpuestos y luego nada pasa).
Estoy de acuerdo contigo
cuando dices: “Es hora de hablar con la verdad”. Y la verdad es que sí, quizá
Maduro llegue a 2018/2019. Sigamos aquel consejo de Churchill: No creemos
falsas ilusiones que luego han de ser barridas por la realidad de los hechos.
Y hablando de verdades y
mentiras: ¿No es al menos una exageración, María Corina, decir que ésta es la
peor dictadura de toda nuestra historia? ¿Y Gómez y Pérez Jiménez?
Por cierto, hablando de
dictadura, algunos, tú entre ellos, consideran que no debe hacerse ninguna
concesión (como aprobar el presupuesto, según afirmas) a cambio de conseguir
una fecha inamovible para las elecciones regionales pues, se argumenta, éstas
son un derecho constitucional que no debe ser negociado. Es en esos momentos
cuando el extremismo se contradice a sí mismo: ¿y no se dice que este régimen
es una dictadura, al menos un régimen autoritario con prácticas dictatoriales,
como es mi criterio? Si lo es, es decir, si ejerce el poder a su saber y
entender, por encima de la Constitución y las leyes, ¿no será que está en capacidad
de posponer esas elecciones, con todo y que sean constitucionales, ad
infinitum? La cruda realidad es que de no acudir prestos a la Mesa de Diálogo,
único lugar donde es posible lograr lo contrario, le serviremos al gobierno en
bandeja de plata la posibilidad de posponer quién sabe hasta cuándo las
elecciones regionales y municipales. Luego no nos quejemos. Si es una dictadura
feroz, ¿es un crimen negociar y ceder aquí para obtener una conquista
democrática allá? ¿No será que debemos negociar para conseguir esa fecha para
unas elecciones regionales que las fuerzas democráticas necesitan como el aire?
¿No cedieron los demócratas chilenos ante el sangriento Pinochet o, en su
momento, los nicaragüenses ante los sandinistas? ¿No designó Mandela a De Klerk
como su primer vicepresidente? Los aleccionadores ejemplos, como te he dicho,
son muchos.
Así las cosas, resulta de una
torpeza inconmensurable convertir a J. L. Rodríguez Zapatero y M. Torrijos,
reconocidos como facilitadores por la ONU y la OEA (nada más y nada menos) en
nuestros enemigos, cuando precisamente de ellos, y del Vaticano y de L.
Fernández, depende que la negociación pueda llegar a feliz término. Pero qué
esperar de un radicalismo infecundo para el que ¡hasta el Papa es un enemigo!
Ojalá, María Corina, puedan
serte útiles estos comentarios y reflexiones sobre ellos. A tu orden para
cuando quieras que nos reunamos para debatir, entre Vente y el Foro, acerca de
éstos y otros temas.
Un saludo afectuoso.
24-02-17
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