Por Soledad Morillo Belloso, 21/02/2017
En la apertura del programa de radio, César Miguel
Rondón suele pasear su muy profesional mirada por noticias que pintan de cuerpo
entero el país extraño y cada vez más selvático en que vivimos. En sus últimos
programas, ha resaltado que en realidad no es un país, son varios. Con
diversidad y policromía de calamidades, angustias, dolores y desesperaciones.
De trajines, componendas y vagabunderías. Y sobre todo, de cegueras y sorderas.
Estamos tan acogotados por el colapso que hemos perdido la capacidad de empatía
y, por consecuencia de la compasión. Leemos sobre los millones que viven de la
basura, o sobre la muerte de unos muchachitos por falta de apropiada atención
médica, o sobre el horror de la deserción escolar y ya nos sentimos impactados.
Una mala noticia se monta sobre otra en un carrusel infinito de tragedias.
Y la negación de la evidencia es la única reacción
de un gobierno cuyo fracaso estrepitoso se evidencia en la conjugación de
mentiras sin límites. En la televisión vemos al canciller del Papa, Aldo
Giordano, en reunión con la obesidad pecaminosa que exhibe la almirante que
funde de secretaria de la Presidencia y nos preguntamos si a esa señora no le
ataca la vergüenza al verse en el espejo y saber que su aspecto rollizo es una
bofetada a la dignidad de millones condenados a una atroz hambruna. Ella es
otro país, el país de la ausencia de piedad. Ella y sus muchos kilos de más son
una metáfora de la decadencia a que ha sido sometido el otro país, el país de
los engañados, de los estafados, de los magreados.
Habrá elecciones. Este año y el que viene. A pesar
de lo mucho que harán por evitarlas. Habrá elecciones. No por razones técnicas.
No por presión de la OEA o la ONU o de expresidentes internacionales dedicados
al turismo político. Habrá elecciones porque usted y yo y millones, que somos
país, estamos simple y sencillamente hartos de estar asqueados.
@solmorillob
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