Por Armando Janssens
No deseo hablar más de las
grandes esperanzas de las cuales se ocupa la mayoría de los medios y las
diversas dirigencias. No quiero hablar más de las posibles elecciones
regionales que, según mi opinión, no se darán pronto por motivos políticos, ni
tampoco de cambio de gobierno o de presidente en los próximos tiempos. La
desunión y la debilidad de los partidos de oposición alejan igualmente la
posibilidad de avanzar en reales alternativas de un gobierno eficaz.
No creo en el logro de un
verdadero diálogo entre las cúpulas políticas, por necesario que sea. El juego
está trancado desde ambos lados y sin reales perspectivas para el corto plazo.
Y nuestra Iglesia está metida en un pleito que el papa Francisco, a pesar de su
buena voluntad, no puede fácilmente desenredar. Lógicamente, no excluye
“milagros” o eventos excepcionales que puedan cambiar inesperadamente el
juego, pero no vive ni los espera y, hasta quizás, ni los desea.
Tampoco creo que pase lo que
pase, el desabastecimiento va a solucionarse este año ni el problema de
medicinas, y que la atención vaya a mejorar. Entre paréntesis, no me identifico
con la cantidad de médicos que emigra –no sin razón– y dejan a nuestros
enfermos sin atención. Además, no creo que el dólar libre vaya a bajar mucho ni
que los “bachaqueros”, grandes y pequeños, bajen sus márgenes de ganancias. Y
no creo que la violencia vaya a bajar, sino todo lo contrario.
Evidentemente, tengo mis
“pequeñas” esperanzas por lo que quiero trabajar con posibilidad de algunos
pocos logros. Claro, no todas ellas se van a realizar, pero tampoco es imposible
que algunas se den con resultados positivas. Así que vale la pena.
Espero que la sociedad civil
–la gente y sus acciones comunes– siga activándose para crear un ambiente de
mayor confianza y solidaridad que alivie las angustias que produce el estrés general
que domina la gente.
Espero que las iniciativas
oficiales, nacionales y municipales, y especialmente, de grupos sociales logren
crear una red de apoyo para asegurar lo necesario de la nutrición para los
niños más pequeños y para los sectores populares en general. En este contexto,
apoyo por limitado que es todavía su impacto, la consolidación del programa de
las bolsas CLAP o algo similar, insistiendo en no partidizarlo lo que es un
permanente peligro, y más bien dejarse controlar por “observatorios” que ya hoy
en día están funcionando. Pero al mismo tiempo, conozco y valoro varias
iniciativas importantes de grupos ligados a Iglesias en las que un gran número
de voluntarios ya logran apoyar generosamente la entrega de alimentos
complementarios a miles de personas.
Quiero animar a los diversos
gremios que, desde hace tiempo, intentan dialogar con las autoridades
correspondientes, con resultados limitados pero que, sin duda, abren diálogos
que progresivamente muestran sus resultados.
Espero que las numerosas
iniciativas de emprendedores sigan aumentando y fortaleciéndose en todas partes
del país. Reflejan la permanente creatividad y el deseo de nuestra gente por
salir adelante. En ellos estará el futuro de una economía social basada en la
gente y no en subsidios perdidos y en promesas de apoyo nunca cumplidas. La
Emprered, con sus más de mil afiliados, es un ejemplo junto con varios otros
que reflejan esa tendencia. En muchas zonas del país se reúnen sus integrantes
para intercambiar experiencias y crear iniciativas basadas en eficiencia y
compartir los aprendizajes.
Pero refuerza mi esperanza el
fomento de las “burbujas de libertad” como fundamento de toda nuestra acción
social, la enorme variedad de movimientos, grupos y organizaciones en las que
la gente puede expresarse y sentirse respetada sin rechazo ni prejuicios, en
las que su opinión forma parte del entender la vida, los hechos de cada día en
su capacidad de enfrentar las dificultades. La resiliencia creativa es la
expresión de esta dinámica que creará nuevas energías de vitalidad. Decenas de
grupos se reúnen con integrantes de tendencias y responsabilidades variadas.
Hasta las autoridades locales comienzan a asistir. Y juntos analizan los
problemas más apremiantes, como la escasez y el alto costo de la vida, para
llegar a soluciones limitadas, pero realizables.
Son esperanzas limitadas, pero
nos dan energía para trabajar con convicción.
19-02-17
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