Por Henrique Capriles
Aunque las causas de la
pobreza pueden ser variadas, hay algunos países como el nuestro que se
mantienen atrapados en la miseria por la absoluta responsabilidad de malos
gobiernos.
En Venezuela venimos
arrastrando las consecuencias de las malas prácticas que económicamente realiza
la mal llamada revolución durante todos estos años y que han ocasionado que hoy
los salarios no alcancen para cubrir ni siquiera la canasta alimentaria, que se
ubicó en 621.106 bolívares en enero.
Una de las principales razones
por las cuales hay pobreza en los países es justamente por la falta de ingresos
de su pueblo, se puede considerar pobre a una persona cuyos ingresos sean
inferiores a 1,25 dólares por día.
Esa es la dramática realidad
que enfrenta la inmensa mayoría de los venezolanos. Aun cuando el gobierno se
ha inventado el tal “Salario Mínimo Integral”, que no es más que una estafa a
nuestro pueblo, los ingresos de las familias venezolanas se quedan cortas con
respecto al estandar de ingresos necesarios. Incluyendo el bono de alimentación
que entra en vigencia a partir de marzo, el ingreso real estaría en
aproximadamente 1,15 dólar diario.
A eso debemos sumarle el hecho
de que Venezuela padece una inflación galopante sin freno alguno por parte del
gobierno, que hace que por muchos aumentos de salario mínimo que se hagan los
ingresos son cada vez menores, porque el bolívar que llamaron “fuerte” cada vez
vale menos mientras los precios cada vez suben más.
Y es que a pesar de la
alharaca que Maduro hizo con el ajuste al bono de alimentación, la verdad es
que ese dinero se diluye, se convierte en sal y agua, es insuficiente para
cubrir una inflación que sube 2% diariamente y golpea duramente el bolsillo de
los venezolanos.
Esto es sumamente grave, ya
que el 75% de los venezolanos depende de un salario mínimo que no le permite
llevar un adecuado nivel de vida, donde se incluya el acceso a la alimentación,
vivienda, educación y asistencia sanitaria.
Pero se convierte además en un
serio problema, cuando tomamos en cuenta que el llamado “Salario Mínimo
Integral” no es un beneficio del cual disfruten todos los venezolanos. Los
pensionados reciben solo el salario mínimo real, que son 40.638 bolívares, nada
más y nada menos que lo que cuesta un paquete de pañales.
A nuestros pensionados les han
prometido muchas cosas, pero las deudas más importantes que tiene este gobierno
con nuestros abuelos son el bono de salud y el bono de alimentación, ambas
propuestas que hemos hecho desde hace algunos años. La Ley del bono de
alimentación ya fue aprobada por la Asamblea Nacional, pero la triste respuesta
de Maduro fue: “cuesta muy caro”.
Entra aquí la pregunta de si
¿700 millones de bolívares para que en el municipio Libertador se celebren los
“carnavales felices” no es muy caro? Mientras haya un venezolano comiendo de la
basura o muriendo por falta de medicinas, los carnavales no serán felices por
mucha plata que inviertan en traer artistas internacionales.
Este es un gobierno farsante,
que lejos del verbo humanista que profesan, la ambigüedad con sus actos los
pone al descubierto. Han ampliado la brecha de la miseria con los ajustes que
vienen haciendo al ticket de alimentación, que no son más que una compensación
para mal comer, pero que no incide en los beneficios de los trabajadores.
Tengamos en cuenta que en
abril de 2013, el salario mínimo representaba 63% del ingreso mensual integral
y el bono de alimentación 37%; mientras que para marzo de 2017 el salario
mínimo representará 27% y el bono de alimentación el 73%.
Es imposible que la gente
cubra sus necesidades con sueldos tan miserables. En la Venezuela de hoy,
marcada por las colas y el reparto de escasez a través de bolsas de alimentos
que políticamente controla el gobierno, el 93% del país afirma que sus
ingresos no le alcanzan ni para comprar comida.
Por lo menos un tercio del
país (9.6 millones), se ve obligado a obviar una comida diaria porque los
recursos no les permiten comprar suficientes alimentos, es decir, come solo dos
o una vez al día.
La situación es dramática,
porque la gran mayoría de los venezolanos se han visto forzados por la crisis
económica a bajar la cuota de alimentos e ingerir una dieta que no alcanza las
2.000 calorías diarias. Por esta razón, 74,3% de la población ha perdido hasta
9 kilos en peso en el último año. La nefasta “dieta de Maduro”, es una
radiografía del hambre a la que están sometidos millones de venezolanos.
Y lo que es más grave, miles
de venezolanos se ven forzados a hurgar entre la basura para saciar su hambre y
dicho hábito, vulnera su salud y alimentación, pero también compromete la
dignidad personal y altera su autoestima.
El corrupto e incapaz gobierno
de Maduro solo nos ha hecho noticia en el mundo por cifras negativas, como que
somos ahora el país más pobre de Latinoamérica, porque la pobreza de ingreso
alcanzó el 82% de las familias y la mitad del país vive en pobreza extrema,
52%. Superamos a Haití, estamos en la cola, al final de la carrera en la lucha
contra la miseria. La promesa del gobierno de que en Venezuela llegaríamos a
tener pobreza cero es solo un espejismo.
Hemos entrado en una etapa de
crisis humanitaria y el gobierno insiste en no tomar ninguna medida. Lo cierto
es que el tema requiere de una atención urgente por parte del Estado.
Nosotros, conscientes de esa
realidad, esta semana seguimos con la batida contra el hambre en Miranda,
específicamente en el sector Cotoperí, en nuestros Valles del Tuy. Gracias a la
alianza de nuestro gobierno con ONG y voluntarios, distribuimos alimentos,
brindamos orientación alimenticia y nutricional y asistencia médica, porque
cualquier esfuerzo que se haga en este momento es un paso que adelantamos en la
dura lucha que tenemos que dar contra el hambre.
Para salir de la crisis hay que
derrotar a la inflación. Se deben crear condiciones para que el aparato
productivo se reactive y se logre la generación de empleos de calidad, con
remuneraciones que permitan establecer los equilibrios entre lo que se gana y
el precio de los bienes.
No hay fórmulas mágicas, pero
si hay medidas económicas que deben tomarse para frenar la crisis y empezar a
salir de este abismo. El problema es que Maduro y su combo de enchufados se
niegan a rectificar, y por eso hay que insistir en la vía democrática, electoral,
constitucional y pacífica para sacarlos del poder y así dejar atrás a la
Venezuela de las dificultades y reencontrarnos con el país de las oportunidades
y futuro. Hoy más que nunca debemos activar la fuerza que tenemos cada uno de
los venezolanos para lograr el cambio, la ruta política es y tiene que ser
exigir las elecciones que por Constitución corresponden, no perdamos tiempo,
hay que lograr votar para cambiar porque Venezuela tiene hambre.
¡Qué Dios bendiga a nuestro
país!
26-02-17
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