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jueves, 1 de junio de 2017

Cómplices necesarios, por @charitorojas



Charito Rojas 31 de mayo de 2017
@charitorojas

“Si en un determinado estado o grupo
 se pierde el acuerdo sobre un tipo
 de legitimidad, se produce una
situación revolucionaria.
El poder no cuenta con aprobación
y se desmorona; los que lo ejercen
no tienen otra alternativa que el
uso de la coacción para obtener la obediencia.”
Bruno Campanella (1943- ),
director de orquesta italiano.

Usurpando la potestad del pueblo como depositario del poder originario, el presidente Maduro buscó a sus cómplices necesarias, las rectoras del CNE, para que diligentemente se pusieran en acción.

Ni corta ni perezosa, la rectora presidenta tardó apenas un par de horas para anunciarle al país que ellas, las cuatro, iniciaban el proceso para una Asamblea Nacional Constituyente. Ninguna de las cuatro es objetiva, ninguna tiene la condición de independiente, todas fueron fichas del MVR, del PSUV, funcionarias del gobierno chavista-madurista. Constitucionalmente están descalificadas para ser rectoras. Y su conducta como tales a lo largo de estos años lo ha demostrado.

Como por ejemplo, su actuación ante la solicitud de referendo revocatorio en 2016. Casi 8 meses revisando y rechazando firmas, inventando procedimientos aparatosos y condiciones casi imposibles, cohabitando con el ejecutivo y el TSJ hasta que encontraron el arma judicial para bloquear definitivamente el revocatorio pedido por millones de ciudadanos y eliminar así el peligro cierto de que el país revocara a Maduro. Con el acelerador a fondo, Tibisay informa en cadena que los aspirantes para ser constituyentistas ya se pueden inscribir en la página del CNE, que deben presentar sus recaudos en menos de 10 días y que ya el CNE está en reuniones para determinar otros “detallitos”. Las firmas de apoyo que deben recoger los candidatos no requieren de la presencia de los apoyantes para comprobar que son los verdaderos titulares de su cédula, tampoco tienen que poner huellas digitales en planillas diseñadas para que a duras penas quepan, no se tienen que preocupar porque les devuelvan las planillas porque un solo firmante se equivocó o porque aparece mal escrito el nombre o porque la dirección es la de su casa y no la del municipio donde vota.

En la petición de revocatorio devolvieron miles de planillas, anularon cientos de miles de firmas y el CNE se dio un plazo de 90 días para revisarlas. Mientras que para la constituyente será facilito: 3% de las firmas del municipio o del sector que represente el aspirante a candidato (que hasta el momento no sabe el CNE cómo va a determinar y cuantificar esa sectorización), la planilla llevará sólo nombre, firma y número de cédula. Nada de huellas ni rollos de firmas planas. El CNE ha dicho que las revisará aleatoriamente en ¡5 días! O sea, en 5 días va a revisar planillas de más de 500 candidatos. Aún así, con gran cinismo, la rectora Socorro Hernández afirma ante el país que en el CNE atienden con la misma velocidad las peticiones del gobierno y de la oposición.

Según los cálculos, la elección e instalación de la asamblea constituyente comunal del gobierno debe ser para el mes de julio. Lo cual quiere decir que le quedan menos de 60 días a la República Bolivariana de Venezuela, a la actual Asamblea Nacional mayoritariamente opositora porque así lo votó el pueblo, a la Fiscal Luisa Ortega Díaz, que aunque tarde, por fin asumió su deber de investigar con justicia; al resto de las instituciones, incluso la militar, que no deben estar muy preocupadas mientras sigan arrodilladas al amo, llámese Maduro o Castro.

Porque, señores, una Asamblea Constituyente se hace para refundar una república con una nueva partida de nacimiento, que es su constitución. Una constituyente originaria puede cambiar hasta el nombre del país, como lo hizo la del 99, puede eliminar o agregar poderes, como lo hizo la del 99, puede cambiar el ordenamiento territorial, como lo hizo la del 99. Si quiere puede cambiar el idioma, la religión, los conceptos de derechos humanos y libertades como la de expresión, de tránsito o de educación. La razón alegada por Maduro para sustituir a la “mejor constitución del mundo” es porque quiere agregar las misiones y “puntualizar” algunos conceptos que garanticen el “poder para el pueblo”. Ah, también por la paz, claro.

Todo ello es materia de una propuesta de reforma y no de hacer una nueva constitución. Así que no analizaremos el contenido de estos alegatos porque son harto estúpidos y el pueblo no lo es. Aquí todo el mundo está clarito que Maduro va a matar la constitución orgullo de Hugo Chávez porque: 1) su único objetivo es que no lo saquen de Miraflores y si para eso tiene que echarse al pico la constitución de Chávez, pagará ese costo. 2) una nueva constitución sacará de su camino a esta molesta Asamblea Nacional opositora. 3) con la excusa del poder comunal anulará gobiernos regionales y municipales, sustituyéndolos por sus designados. 4) dejará sin asideros democráticos a los ciudadanos que ahora protestan y exigen, amparados por la letra de la constitución. 5) hará un país con gobierno cívico militar, con amplios poderes de disposición de los recursos y propiedades públicas y privadas. Ya está casi listo el texto que le está preparando Escarrá, el vivo.

No hay una sola buena intención en esta convocatoria constituyente. Es la vía de escape que el grupo enquistado en el poder encontró para hacer frente a las masivas protestas que exigen la salida inmediata del régimen, y dar así el zarpazo final a lo que queda de la democracia venezolana. La comunidad internacional cada vez está más alarmada ante la grave crisis humanitaria y la feroz represión.

El uso abusivo de fuerza y armas contra civiles, la impunidad de colectivos armados que “defienden” al régimen, la anarquía institucional, los 62 muertos, más de 2.000 heridos y más de 3.000 detenidos en dos meses de protesta, son los hechos que confirman la absoluta necesidad de una salida. Ya las grietas en el oficialismo comienzan a aflorar: el temor a persecuciones judiciales y escraches por todo el mundo hacen reflexionar a algunos que se dicen chavistas pero no maduristas. La premura por esta constituyente también pretende quitar tiempo a más deslindes y más protestas.

Es el momento de activar todos los mecanismos de participación: protestar, informar, colaborar con los frentes en primera línea de esta guerra que ha declarado el régimen a los demócratas venezolanos. No hacer nada es ser cómplices necesarios. Es el momento de decidir. O quedarse y luchar activamente, o irse del país y dejárselo a los dictadores, como hicieron los cubanos. Tenemos apenas días para actuar. El precio de no hacerlo se pagará en libertad.

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