Por Marino J. González R.
Los venezolanos han salido a
la calle a manifestar desde hace dos meses. Lo han hecho con mucha indignación,
con mucha fuerza, en todos los rincones del país, de manera persistente. Han
manifestado personas de todas las edades, procedencias y preferencias
políticas. El común denominador ha sido la protesta ante la arremetida
totalitaria, propia de las dictaduras. Los manifestantes han expresado que
rechazan las violaciones del Estado de Derecho, la eliminación de las
elecciones desde el año pasado, la reclusión de cientos de líderes como presos
políticos, la vulneración de las competencias de la Asamblea Nacional electa de
manera contundente en 2015, y el tremendo deterioro social y económico que
padecen todos los ciudadanos.
Pocas veces en la historia del
país la calle ha sido de manera tan nítida el espacio para la construcción de
la Democracia. La primera vez fue el 14 de febrero de 1936. Manuel Caballero lo
expresó: “lo que afloró ese día fue la mentalidad democrática de la población”.
Con la mayor manifestación que se había producido, y quizás la mayor en
términos proporcionales en toda la historia del país. Y es por esa misma razón
que también Caballero señaló que desde esa fecha “Venezuela vive en
democracia”. Para que se impusiera ese tremendo cambio, de la sociedad de la
autocracia gomecista a una sociedad con ansias de apertura, la experiencia de
la calle fue fundamental. En aquel día la gente salió a exigir un gobierno que
no concentrara todo el poder. Los resultados fueron contundentes: los presos
políticos fueron liberados, los exilados regresaron al país, el gobierno redujo
el período de siete a cinco años, se abrieron los cauces institucionales. La
tiranía gomecista en gran medida había quedado en la historia.
En 2017 la gente que está en
la calle es expresión de la evolución democrática que ha experimentado el país
en más de ochenta años. Incluso los que no han conocido sino a este gobierno,
indican todos los días que tienen muchas razones para aspirar el cambio. La
calidad de la Democracia a la que se aspira es mayor. Tanto en las prácticas
institucionales como en los contenidos concretos de bienestar. La gran equivocación
de quienes lideran esta arremetida totalitaria es pensar que es posible limitar
la expresión democrática de los venezolanos. Utilizan todas sus fuerzas para
impedirla.
Es bueno recordar que en todos
estos años la sociedad democrática ha exigido el pleno respeto del Estado de
Derecho. Ante los acosos y excesos se ha respondido con perseverancia,
proponiendo un camino constitucional, institucional, pacífico, electoral. El
éxito ha sido indudable porque no le ha quedado más remedio al gobierno que cerrar
todas las opciones para evitar que quede en evidencia que la gran mayoría del
país ya no lo acompaña. La opción que ha propuesto el gobierno ha sido una
nueva arremetida totalitaria con la convocatoria al fraude constituyente.
Es por ello que la presencia
en la calle se ha convertido en la referencia de las exigencias del tipo de
Democracia a la que aspiran los venezolanos. No es solamente el rechazo a la
Constituyente, es también la plena vigencia del Estado de Derecho, la
liberación de los presos políticos, la restitución de las competencias de la
Asamblea Nacional, la atención a la extraordinaria crisis económica y social, y
especialmente, la determinación de un camino electoral que permita la
sustitución de este gobierno tan nefasto para los venezolanos. Lo que está en
la calle en estos días, lamentablemente con las agresiones, abusos, y
asesinatos que enlutan a todo el país, es la aspiración de la gran mayoría de
los venezolanos por tener una Democracia plena.
07-06-17
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