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domingo, 4 de junio de 2017

Habla la fiscal: un respiro en medio del sofoco (¿o del ahogo?) por @luisaconpaz


Por Luisa Pernalete


La profe Luisa habla de su tocaya Ortega Díaz y de la valentía que implica en estos días defender la Constitución del chavismo.

La verdad es que en estos tiempos uno agradece cualquier abanico en medio de tanto ahogo. Y no lo digo sólo por los efectos de las bombas lacrimógenas, sino por el drama con tantas escenas, que no por recurrentes, dejan de ahogar a uno: la gente que come de la basura, el niño que no va a clases porque no tiene qué comer, el Hospital J.M. de los Ríos abandonado con niños-pacientes muriendo, las muertes anticipadas de jóvenes por defender un futuro que no ven… en fin.

En medio de este desierto sin oasis visible, surge in crescendo la voz de la fiscal general de Venezuela -no es cualquier voz- ella, mi tocaya Luisa Ortega Díaz, es la Fiscal. Con mayúscula. Y agrego lo de in crescendo porque paulatinamente desde hace un poco más de un año nos fue sorprendiendo con declaraciones, cumpliendo con su deber pues: “Garantizar en los procesos judiciales el respeto a los derechos y garantías constitucionales (…)” Artículo 285, #1 de nuestra CRBV.

Habría que mencionar las otras atribuciones, según la que sigue siendo nuestra Constitución, para que veamos que ella, mi tocaya, está solamente haciendo lo que tiene que hacer. Recuerdo un par, contenidas en ese mismo artículo:“Garantizar la celeridad y buena marcha de la administración de justicia, el juicio previo y el debido proceso”, el subrayado es mío. O sea, le corresponde vigilar que los detenidos puedan ser defendidos, que haya razones válidas para ser privados de libertad. No es cualquier cosa.

También es atribución del Ministerio Público “Ordenar y dirigir la investigación penal de la perpetración de hechos punibles…”, establecer responsabilidades pues.

No, no es cualquier cosa. No es cualquier funcionario. Ser Fiscal no es como ser un actor de reparto, es un protagonista de la institucionalidad de un país.  Lo que hace o deja de hacer tiene consecuencias.


Recuerdo cuando la Fiscal habló sobre las masacres del año pasado: Barlovento, Cariaco, entre otras. Sí, reconozco que nos sorprendió, pues su silencio golpeaba nuestra sensibilidad, nuestro apego a la CRBV, eso que uno llama “el Imperio de la Ley”. Pero era una sorpresa que aliviaba en algo la angustia de ver cómo se atropellaba la vida en este país, y no pasaba nada.

Supongo que no soy la única que en estas últimas semanas vemos en las declaraciones de la Fiscal un hilo de humanidad, de legalidad ausentes en las declaraciones de muchos otros funcionarios. Recordemos, por ejemplo, parte de lo que dijo en rueda de prensa el 24 de mayo: el joven Pernalete -asesinado el 26/04- murió por el impacto de una bomba lacrimógena, disparada por al GN; el uso de tribunales militares es contrario a los principios jurídicos; hay denuncias de militares saqueando, y aprovechó para informar que han imputado a 19 funcionarios militares.



El respiro no terminó en mayo, continuó el junio: pidió al TSJ que aclare la sentencia 378, dijo que esa sentencia  “es un retroceso en materia de Derechos Humanos”, agregó que la participación popular ha sido reducida a su mínima expresión; se pregunta qué fue de la “democracia participativa y protagónica”. Solicitó que se aclare la diferencia entre convocatoria e iniciativa. Subraya que “este proceso constituyente vulnera todas las formas de participación popular”.

Me leí esa declaración varias veces. Imprimí un resumen y la coloqué en mi cartelera. Me refresca, me anima. Creo en los procesos de conversión de las personas. Y en todo caso, a estas alturas del partido, valoro la valentía de todo el que se atreva a defender la Constitución, valoro la valentía necesaria para cumplir con su deber como Fiscal y rezo para que lo siga haciendo.

02-06-17




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