Por Vanessa Davies
Ambas agendas deben ir juntas,
señala el empresario Jorge Botti, expresidente de Fedecámaras. “El país no está
normal. El país está crispado”, subraya. No está de acuerdo con un llamado a
paro general
Si algo hay en Jorge Botti,
expresidente de Fedecámaras y expresidente de Consecomercio, es mucha
preocupación. No solo porque la crisis política parece avanzar hacia un
callejón sin salida, sino porque a la par cabalga la penuria económica de las
grandes mayorías de la población.
Según Botti, hay grupos
dedicados a pensar opciones económicas para Venezuela, ya que ahora el país
–tal como lo ven los analistas- es inviable desde el punto de vista económico.
“El tema de considerar los
cambios económicos tiene impactos políticos en la estabilidad de la nación y
tiene impactos en las empresas, y eso es lo que no está discutiéndose en la
escena pública, porque la diatriba, las protestas, la dinámica política está
tan crispada que es lo único que llena la escena”, sentenció el líder
empresarial en entrevista con Contrapunto.
Sin embargo, “suelen estallar
las realidades económicas, como colapsos o implosión, y eso lo que hace es
potenciar la inestabilidad”, advirtió.
Como empresario, afirma que le
preocupa, no que Venezuela pase por un mal momento que puede superar, sino que
“no tengamos la imprescindible estabilidad política y social para tomar esas
decisiones”.
–¿Habría que poner a un lado
la agenda política para privilegiar la económica? ¿Deberían ir juntas?
–Yo creo que deben ir juntas.
Primero se tiene que empezar por lo político. Debemos entender que, más
temprano que tarde, un conflicto social y político necesita pasar por una mesa
de negociación y acuerdos políticos. Al final no va a haber un desenlace hasta
que haya una negociación profunda en esta sociedad. Si eso no sucede, tampoco
habrá solución para lo económico. Hay que manejar las dos cosas juntas, porque
la realidad económica va a empujar cada vez más a la necesidad de un acuerdo
político.
Constituyente empeora
–¿La constituyente ayuda a
destrabar el panorama o lo complica?
–Lo empeora. En primer lugar,
porque es demasiado evidente que allí hay una trapisonda, una manipulación de
las bases comiciales. El solo hecho de que vamos a nombrar a 540 personas que
no van a consultar con el pueblo ni antes ni después, cuando es evidente que el
discurso de la revolución es superar el rentismo traspasando medios de
producción al Estado, queda claro que en la mente del empresariado, de los
potenciales inversionistas que todo está detenido. La constituyente no abre esa
posibilidad; la cierra. Creo que la constituyente va a potenciar mucho más los
conflictos, y además va a alejar las posibilidades de cambios positivos en la
economía.
–¿Qué habría que hacer?
¿Posponer la constituyente? ¿Ir a elecciones regionales?
–Creo que, dada la situación
de crispación política que vivimos, alguien tiene que dar la primera señal de
moderación. Estoy convencido de que en la mente de los líderes políticos, tanto
de oposición como de gobierno, está claro que al final esto tiene que pasar por
una negociación. Creo que, en este momento, una de las primeras negociaciones
sería ceder en la constituyente.
–¿Qué el gobierno la eche para
atrás?
–Tiene que echarla para atrás
el Gobierno. Pero a cambio de qué? A cambio de recuperar la agenda originaria
electoral. Tiene que haber elecciones de gobernadores. Y a riesgo de que me
caigan encima, la población está crispada, 8 de cada 10 venezolanos quieren un
cambio político ya, y 7 de cada 10 quieren que el presidente Maduro salga este
año, sin embargo 8 de cada 10 dicen estar dispuestos a votar en las regionales.
–¿Qué implicaría?
–Esto podría pasar también por
una negociación que implique devolverle a la Asamblea Nacional sus plenas
facultades, pero que a cambio no haya un desalojo inmediato del Presidente de
la República. Esto debe comenzar a dar señales pronto, y el primero que debe
hacerlo es el Presidente de la República.
Sigue creciendo el deterioro
–Si seguimos así, ¿qué va a
pasar con la economía? ¿Qué va a pasar con el sector empresarial?
–Se profundiza mucho más la
crisis, se deteriora mucho más. La economía ha perdido 40% de su tamaño en los
últimos tres años. Eso implica que el cuarto es cada vez más pequeño y cada vez
hay más gente entrando. Cada vez va a ser más difícil que las empresas que
facturan 70% menos puedan seguir pagando a sus empleados. Van a tener que
ajustarse a la realidad del mercado, lo cual implica menos trabajadores, menos
clientes, menos proveedores. El castillo de naipes que es la economía se va
cayendo, se va deteriorando. El Gobierno, por otro lado, si lo iluminara el
Espíritu Santo y quisiera hacer cambios racionales en la economía, no tiene
cómo hacerlos, porque tiene el país crispado, porque no hay estabilidad.
–¿Aunque el Gobierno diga lo
contrario?
-El país no está normal. El
país está crispado. Hay una seudo-rebelión permanente, hay una desobediencia
permanente. Un gobierno no es fuerte porque tenga armas. Un gobierno es fuerte
cuando es capaz de darle estabilidad a su sociedad, cuando es capaz de hacer
cumplir las leyes. Estamos verdaderamente atrapados.
–¿Así se siente como
empresario?
-Lo que está en la base de una
economía sana no es el libre mercado, ni tampoco la oferta y la demanda. Lo que
verdaderamente soporta una economía estable es la confianza, y eso es lo que
está roto en este momento.
–¿Entre quiénes?
–Está rota entre todos los
actores sociales. No confía ninguno en el otro. No solo me refiero a Gobierno y
oposición. La confianza, decía mi padre, es como un plato roto: aunque lo
peguemos muy bien, los dos sabemos que está roto.
Y a veces tiene que pasar una
generación o más para que olvidemos que el plato se rompió. En esa situación
estamos ahorita. Y el deber de todos los que ostentan posición de liderazgo,
como los empresarios, debe ser conversar con sus trabajadores y su comunidad.
Necesariamente tenemos que entender que todo esto pasa por un proceso de
diálogo y negociación.
No estaría de acuerdo con un
paro
Debido a la falta de confianza
entre los sectores, señaló Botti, es importante encontrar “mediadores
internacionales creíbles para todas las partes”, y una opción puede ser un
movimiento de países amigos de Venezuela. Rememora la experiencia de los años
2003 y 2004, que llevó al referéndum revocatorio.
–¿Posibilidad de una huelga,
de un paro?
–Creo que sigue siendo una
olla del Gobierno. Pero por otro lado no está ajeno a las discusiones
permanentes. Creo que es una herramienta como cualquier otra, de lucha. En lo
personal, estimo que en un escenario como el venezolano trancar los pocos
medios económicos que tenemos no va a resolver el problema.
Cuando sindicatos y
empresarios quieren presionar a sus gobiernos “convocan huelgas generales
acotadas”, como ha sucedido con naciones de Europa y América Latina, y tiene
dominio sobre empleados públicos y sistemas de transporte. No es el caso
venezolano. Así lo observa: “Tenemos que tener mucho cuidado, porque no se
trata de sostener la respiración hasta que tú cambies, porque el que se termina
muriendo es el que deja de respirar”.
06-06-17
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