Fernando Camino 19 de junio de 2017
La
aplicación del denominado “Socialismo del Siglo Veintiuno”, ha traído como
consecuencia esta crisis social y económica que tiene como principal
componente, el empobrecimiento de nuestra población, que ha llegado a niveles
de un 82%. Pero más alarmante es el desmesurado crecimiento de la pobreza
extrema que ha alcanzado ya a un poco más de la mitad de nuestra población, lo
que significa que más de quince millones de compatriotas, no tienen ingresos
suficientes para comprar los alimentos requeridos para su normal desarrollo
biológico y lamentablemente más de dos millones de ellos, subsisten consumiendo
alimentos que son regalados o peor aún desechados por otras personas.
La
consecuencia inmediata de la pobreza es la desnutrición. Ya existe en nuestro
país un nivel alarmante de desnutrición, ocasionado por un cambio brusco en los
hábitos alimenticios de nuestra población, a causa de la escasez y la carestía
de los alimentos. La situación de precariedad ha inducido el consumo de harinas
y grasas, también al de hortalizas y tubérculos en sustitución de las proteínas
que tienen un alto valor biológico para el normal desarrollo de las personas.
El
Socialismo del siglo Veintiuno, plantea la abolición de la propiedad privada y
el estricto control de la iniciativa y de la actividad económica dentro de
nuestro país. Mediante leyes habilitantes el gobierno ocupó y expropió más de
cuatro millones de hectáreas en producción y cerró quinientos mil
establecimientos industriales y comerciales. Además “legisló” para crear
decenas de leyes, con el fin de ejercer controles sobre el sector privado, que
aún sobrevive al abuso y a la arbitrariedad del régimen.
El
saldo negativo de este paquetazo ideológico fue: Disminución alarmante de la
producción interna de bienes y servicios y total inseguridad jurídica, con la
consecuente caída de la propensión a invertir en nuestro país. Aunque la
disminución de la producción interna fue suplida por la oferta de bienes
importados, el abastecimiento duró hasta que terminó la bonanza petrolera.
El
saldo rojo de la gestión del paquete del Socialismo del Siglo Veintiuno ha sido
la escasez, la carestía, el abandono de la salud, el mercado negro de productos
básicos, el hambre y la desnutrición. Esta crisis social y económica se
agrava, por el problema político: Un país ingobernable donde el ente electoral
se niega hacer elecciones, donde no existe la separación de poderes ni el
respeto por parte del gobierno al Poder Legislativo, donde cientos de
venezolanos permanecen secuestrados como presos políticos y miles son víctimas
de la represión por protestar y pensar distinto al régimen.
Desde
Un Nuevo Tiempo, hemos propuesto políticas públicas destinadas a sacar a
nuestro país de la pobreza, del hambre y de la desnutrición. Propuestas a
corto, mediano y a largo plazo que de haber sido aplicadas, no estaríamos
inmersos en esta crisis humanitaria que padecemos la inmensa mayoría de nuestra
población. Estas propuestas “han caído en saco roto”, por lo tanto es necesario
un cambio de conducción de nuestro país que ponga fin a este régimen indolente,
incapaz y corrupto.
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