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sábado, 17 de junio de 2017

MARGARITA ES UNA LÁGRIMA (Entre Cielo y Tierra), @susanamorffe



Por Susana Morffe, 16/06/2016

En el camino se detiene un margariteño, reflexiona y expresa: ¡Cómo me rasparon a mi isla! Literalmente ha quedado así, raspada como si un huracán penetrara hasta en los más desconocidos rincones de la geografía insular. Sin exagerar.

Basura, calles ahuecadas con pocitos de agua por la lluvia, no por el vital líquido que frecuentemente escasea en las comunidades, esa la potable que deja a los pobladores tan secos como los árboles en la majestuosa naturaleza que Dios colocó en Margarita, Coche y Cubagua.


Caras tristes y malhumoradas conforman  el escenario por las calles, en los buses, en cada esquina. Mientras los jóvenes, los llaman ahora “soldados de franelas”, porque dejaron a un lado las marcas reconocidas de ropas, las mismas que se compraban  a granel en la isla cuando se contaba con un pujante Puerto Libre y a dólar irrisorio. Pues ahora los jóvenes han tenido que apertrecharse de su “Calvin Klein” para repeler las bombas lacrimógenas y los otros adminículos peligrosos utilizados por los agentes de seguridad para reprimir a los indefensos estudiantes desarmados.

No pensaran que estos jóvenes salen a la calle porque reclaman su ropa fina. Pues no, han salido a buscar libertad, ante tanta opresión. Salen a encontrar el futuro que les troncharon con barricadas de guerra sucia, ideada por cerebros destructores. Salen a las calles a pelear por una buena y segura educación, esa que permite la convivencia humana, esa que no está divorciada del talento para crear productividad y no marginalidad.

A ellos se les suman los profesionales que contaron en el pasado con la oportunidad de estudiar y ejercer un oficio. Era aquella Venezuela que permitía labrar el desarrollo del país con gente calificada, la misma que hoy ha tenido que emigrar porque el país ha quedado fracturado en manos equivocadas y peligrosas.

Madres y padres tampoco encuentran sosiego por la calamidad de no poder sostener a sus familias con alimentos, atención médica y necesidades básicas. Los niños se mueren en el único hospital que hoy deshonra su nombre “Dr. Luis Ortega”.  En este nosocomio mueren los niños por mala praxis, los adultos, mujeres y hombres, son sometidos a varias operaciones para reacomodar los órganos vitales, con lo que hay. Otros pacientes mueren y la atención más sencilla, como atacar la sarna en niños inundados de gusanos, es parte de la falta de asepsia. Los niños quedan internos por semanas con un cuadro de desnutrición y suplicando por un simple antibiótico.

Lo penoso de esta tragedia es que como isla al fin, en Margarita entraron los bucaneros sedientos de tesoros, arrasaron con talento de oro en polvo. Ahora la pelea es a cuchillo para salvar lo que queda, en justa labor por la defensa del terruño que los vio nacer.

Los margariteños y cochenses están muy claros, no quieren nueva constituyente, rechazan elecciones amañadas con triquiñuelas propias de los piratas. Claman por justicia, se revientan de la ira al reconocer que los dirigentes, funcionarios que tienen en sus manos la justicia, se estrujan sus articulaciones con el nuevo golpe que darán para seguir en el poder.

¡Música Maestro! Margarita es una lágrima, que un querubín derramó y al caer en hondo piélago…en charco se convirtió.



Susana Morffe
@susanamorffe

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