Por Ismael Pérez Vigil,
02/06/2017
La Sala Constitucional del TSJ
acaba de dictar sentencia, la número 378.
Era la que todos esperábamos,
para completar la trampa, no es ninguna sorpresa. La sentencia, en síntesis,
señala lo que ya sabíamos que señalaría cualquier decisión del TSJ sobre esta
materia: que para convocar la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) no hace
falta realizar un Referéndum Consultivo.
Les confieso que me costó
entender la solicitud del demandante, pero con respecto a lo dictado por el
tribunal, no tuve ninguna duda; he leído sentencias absurdas, raras, y ésta.
Las 15 páginas se pueden resumir en estos dos párrafos:
"De tal manera que, el
artículo 347 define en quien reside el poder constituyente originario: en el
pueblo como titular de la soberanía. Pero el artículo 348 precisa que la
iniciativa para ejercer la convocatoria constituyente le corresponde, entre
otros, al “Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros”,
órgano del Poder Ejecutivo, quien actúa en ejercicio de la soberanía popular…
En los términos expuestos
anteriormente, la Sala considera que no es necesario ni constitucionalmente
obligante, un referéndum consultivo previo para la convocatoria de una Asamblea
Nacional Constituyente, porque ello no está expresamente contemplado en ninguna
de las disposiciones del Capítulo III del Título IX."
Es decir, como en el artículo 347
de la Constitución en ninguna parte dice expresamente que hay que hacer un
referéndum consultivo y como el Presidente ejerce la soberanía popular y ya
convocó una Asamblea Nacional Constituyente, no es necesario realizar ningún
referéndum consultivo. Punto final.
Estamos frente a una versión
moderna de aquella mítica frase atribuida a Luis XIV, el famoso Rey Sol: L’État,
c’est moi, "El estado soy yo", cuya traducción en términos
"revolucionarios" es "el pueblo soy yo". El Presidente es
el pueblo y el pueblo es el Presidente. Queda todo dicho.
Con esta sentencia queda sellada
una vez más la sumisión del poder judicial al poder ejecutivo y consumada la
eliminación del estado de derecho, el desconocimiento y perdida de la soberanía
popular y los vestigios que quedan de democracia, pues el derecho al voto
universal y directo ya lo eliminaron con la sentencia 355 del 16 de mayo
pasado. Esta de ahora, la 378, es una mera formalidad.
Por su parte el CNE, otra pieza
de los poderes del Estado de Miraflores, ya se terminó de quitar la careta y
montó su propio sainete. Antes de que se pronunciara el TSJ, sin ni siquiera
aprobar en su Directorio las bases comiciales presentadas por el Presidente Maduro,
y sin ni siquiera fijar la fecha de los comicios para elegir los
“constituyentistas”, ya dio inicio en su página Web al proceso de inscripción
de los candidatos. Y no seamos ingenuos, no importa si la página está todo el
día colapsada, al final el resultado será el mismo, porque esos candidatos
están previamente decididos y esa base de datos es alimentada por gente pagada
para eso; dicen que ya hay varios miles de inscritos y se prolongó un día más
el proceso de inscripción.
Finalizada esta parte, esos “precandidatos”
–novísima figura, no contemplado en ninguna ley o reglamento, inventada ad hoc
por el CNE– saldrán a recoger las firmas para postularse de manera definitiva;
pero no habrá colas, no habrá nada de ese engorroso proceso que vivimos cuando
intentamos hacer un referéndum revocatorio, ni siquiera habrá capta huellas
para verificar la identidad de los firmantes que apoyan sus postulaciones y
luego serán validadas por el CNE en una semana, lo que para el RR tomaba 4
meses; desde ya quedan aceptadas como válidas todas las “firmas planas”.
Montada la trampa mayor por el Presidente y el TSJ, estas trampitas son un
juego de niños para el CNE.
Desde otro de los poderes
públicos, la Fiscal General de la República introdujo un escrito solicitando la
aclaratoria de varios puntos de la sentencia 378. Pero el meollo está en su
solicitud de aclaratoria con respecto a la progresividad de los derechos
humanos, pues afirmó que dicha sentencia es un retroceso en esa materia. Y no
me cabe la menor duda de que eso es así. Probablemente la acción de la Fiscal
tendrá un impacto político importante en las filas del chavismo, cuyas
consecuencias no se pueden adelantar en este momento; pero de lo que sí no me
cabe ninguna duda es que legalmente no tendrá ningún impacto y que el TSJ
realizará todas las “aclaratorias” y ratificará su sentencia, que ya hasta la
debe tener redactada. A menos, claro está, que ésta acción de la Fiscal
produzca cierto cataclismo político en las filas del chavismo que repercuta en
el país y que afecten al régimen. Veremos.
Por lo pronto la sentencia 378
del TSJ no hace más que confirmar que estamos bajo una tiranía, una dictadura
militar, que aunque encabezada por un civil, solamente se sustenta en el poder
de las armas. Estamos bajo un régimen que no tiene ningún escrúpulo en violar
de manera reiterada y continuada la Constitución como ha quedado demostrado con
esta fraudulenta convocatoria a una ANC, que fue rápidamente avalada por el
CNE, el Poder Moral y ahora por el TSJ.
El gobierno de Nicolás Maduro,
que perdió ya toda legitimidad de origen y de desempeño, no tiene ningún
soporte popular importante como está quedando en evidencia y se sustenta
únicamente en el poder que tiene sobre casi todas las instituciones del Estado
y sobre todo en la fuerza de las armas. Es decir, se sustenta solo en la
violencia, en la fuerza, en la represión y su capacidad de perseguir, amenazar,
de matar y apresar, como estamos viendo en las calles durante estos dos últimos
meses.
Mi duda en este momento es:
¿Cuándo terminará esta “ópera bufa”, trágica, –pues nada tiene de cómico– según
la cual el Presidente hace lo que le da la gana con el estado de derecho, con
la constitución y las leyes, y el TSJ a las pocas horas dicta sentencia
ratificando esas violaciones y dándole la razón? Pronto, será pronto.
De darse la instalación de la
ANC, en cualquier momento el Presidente –que según el TSJ es ahora la
encarnación del pueblo– dará un paso más “atrevido”. No nos extrañe ver pronto
al Presidente, por ejemplo, destituir a algún Gobernador o Alcalde, de
oposición u oficialista, poco importa, y designar uno a dedo. O verlo remover y
designar jueces a su antojo; o destituir a uno o varios magistrados del TSJ y
reemplazarlos por otros que le satisfagan mejor sus caprichos y veleidades; o
mejor aún, lo veremos destituyendo a uno o varios constituyentistas de “su” ANC
que le salgan díscolos y respondones y designando a otros más dóciles, digamos,
parientes suyos o de su esposa. ¿Qué o quién se lo impedirá? Ya no habrá
límites o muros de contención. Estamos otra vez frente al redivivo José Gaspar
Rodriguez de Francia: “Yo el Supremo”, de la famosa novela de Augusto Roa
Bastos. Estamos frente a un poder sin límite, únicamente contenido por su
escasa imaginación.
Esto de oponerse a la Constituyente
es un tema más árido, que probablemente no concite a la calle, de la misma
forma que lo hacen las causas y consignas por la que ahora luchamos; pero
si los venezolanos no tomamos conciencia de la necesidad de salir a hacerle
frente a lo que ahora está ocurriendo, a las violaciones del Gobierno a la
Constitución y al estado de derecho, si no nos constituimos en un frente amplio
de defensa de la democracia, del país, donde participemos todos los que nos
oponemos a este estado de cosas e impedimos que se realice el proceso
constituyente, ilegalmente convocado, estaremos entregando el país a un poder
despótico que terminará de acabar con todas las instituciones y con la
democracia, representativa, protagónica, participativa, o como queramos
llamarla, se habrá disuelto la Republica.
El régimen ha tratado de callar
la calle con ruido de balas, bombazos y gases y la resistencia activa no ha
dado tregua ni parece amainar, todo lo contrario por cada caído salen mil en su
lugar; pero eso no basta, para oponernos a la Constituyente debemos salir
millones. La Resistencia debe sumar más, a muchos más, a todos, de forma
unitaria y multiplicar su impacto, su fuerza y su presencia con organización,
solidaridad y estrategia, ésta es la única fuerza capaz de detener el poder
desbocado y sin frenos del régimen.
El país está amenazado, los
venezolanos, sin importar el bando político, somos todos víctimas de este
régimen. Oponernos activamente es nuestra única opción en este punto de no
retorno.
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