Por Daniel Fermín
Esta semana, desde el Centro
de Estudios Políticos, presentamos los resultados de
dos estudios de opinión que resultan especialmente relevantes para los tiempos
que corren. El primero se trata del Barómetro de las Américas 2016-2017,
realizado en alianza con la Universidad de Vanderbilt en el marco del Proyecto
de Opinión Pública de América Latina (LAPOP), y que trata fundamentalmente
sobre el estado de la democracia en el país. El segundo estudio se refiere a
las Percepciones Ciudadanas de la Protesta 2017, y nos ayuda a una mejor
comprensión del fenómeno de calle que ha regido la dinámica cotidiana nacional
en los últimos meses.
Son muchos los hallazgos que
ofrecen ambas encuestas. En estas líneas, resumiremos algunos de los puntos
principales. Comenzamos por el Barómetro de las Américas. Los resultados de
esta investigación apuntan a la crisis y las oportunidades de la cultura
democrática en Venezuela. Lo primero que hay que destacar, en ese sentido, es
cómo la situación del país influye en la satisfacción con la democracia. La
economía sigue siendo el principal problema para ocho de cada diez venezolanos,
seguido de la inseguridad, no porque ésta haya mejorado, todo lo contrario,
sino porque la gravedad del problema económico la ha hecho palidecer en
menciones.
Este estudio que, a diferencia
de la encuesta sobre protestas que detallaremos más adelante, fue realizado
antes de las protestas, ya mostraba que seis de cada diez venezolanos
consideraba el nivel de conflicto social y político como alto o muy alto. El
resto del coctel lo completa una altísima intención de emigrar, sobre todo de
los más jóvenes, en los que 53% de los venezolanos entre 18 y 29 años
manifiesta su intención de irse de Venezuela. El resultado se evidencia en un
descenso significativo en los niveles de satisfacción con la democracia: 74% de
los venezolanos dicen estar, hoy, insatisfechos con el sistema democrático en
el país. Esta cifra constituye el nivel más alto de todo el decenio analizado.
Asimismo, más de la mitad de
los encuestados considera que Venezuela es un país poco o nada democrático, con
23% señalando al país como nada democrático. Así, una profunda crisis ha hecho
tambalear el apoyo al sistema político en Venezuela, en medio de un agudo
conflicto político y con una población, especialmente la más joven, buscando
alternativas en otras latitudes.
Por su parte, el estudio sobre
Percepciones Ciudadanas de la Protesta 2017 nos da luces sobre lo que ha
sucedido luego de estos meses de manifestaciones intensas en todo el país. Lo
primero que hay que resaltar aquí es la configuración de la autodefinición
política de los ciudadanos. La palabra es fragmentación: 16% es chavista y se
restea con el presidente Maduro; 13% es chavista pero está descontento con
Maduro; 30% es opositor y se restea con la MUD y 11% se considera de oposición
pero no se siente representado por la alianza unitaria. ¿Lo que falta? 31% que
no se identifica con ninguna de las opciones anteriores. No es un “ni-ni”
indolente, sino un independiente sin identificación con las partes que hoy
pugnan en el conflicto polarizado.
Evidenciando el espíritu
democrático construido por décadas, casi el 80% de los venezolanos quiere que
los cambios políticos se den por la vía electoral, mientras que 12% prefiere
acuerdos entre el gobierno y la oposición. Los fantasmas del golpe militar, la
guerra y la intervención extranjera a duras penas registran y no son
significativos del sentir nacional.
En cuanto a las expectativas
sobre posibles soluciones, salta a la vista el muy escaso apoyo que suscita la
propuesta constituyente del oficialismo. Apenas 5% de la población piensa que
la Constituyente es lo mejor para el país. Si segmentamos, observamos que esto
implica que apenas 13% del chavismo madurista apoya la Constituyente y piensa
que traerá soluciones. Para la mayoría de los venezolanos, las soluciones a la
crisis pasan por lo electoral, la protesta y el diálogo.
El empoderamiento ciudadano es
otro asunto importante. Más de la mitad del país considera que la participación
del pueblo puede influir en que el cambio político se dé. En cuanto a la
protesta, alrededor de 60% de los encuestados creen que las manifestaciones tienen
poder, en distintos grados, para lograr un cambio de gobierno.
Las protestas generan
expectativas en la gente. Para 24% esta expectativa es un cambio de gobierno,
mientras para 23% es la realización de elecciones. De nuevo, la fragmentación:
23% considera que todo quedará peor luego de las protestas y 20% que todo
quedará igual.
En lo que sí hay consenso es
en que protestar es peligroso. Casi 94% de los entrevistados considera que
protestar implica peligro, y para 75,7% implica mucho peligro. Pese a esto, 19%
expresa haber participado en protestas activamente. Esto, lejos de ser una
cifra marginal, es un número elevadísimo, sobre todo si se considera que, de
acuerdo a la teoría, 3% de participación es clave para que la protesta conduzca
a un cambio de régimen. ¿Por qué no participa el resto? La violencia ha subido
las barreras a la participación y el miedo sigue presente como una nube negra
en la disposición a protestar.
Lo hemos dicho: estos estudios
ofrecen mucha tela qué cortar: los motivos para la protesta, sus principales
motivadores, el apoyo de los convocantes. Invitamos a su lectura detenida y
extendemos, también, la invitación a acompañarnos el 11 de julio a las 5 de la
tarde en el teatro Trasnocho Cultural de Paseo Las Mercedes, donde realizaremos
una conferencia para analizar más a fondo los resultados del Barómetro de las
Américas. La entrada es libre, allá nos vemos.
FOTO: @UCABISTAS
Publicado en PolítiKa UCAB el 30 de junio de 2017
01-07-17
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