Por Claudio Nazoa
Una amiga chavista me increpó:
—Claudio, ¿por qué no te
metiste con Rómulo Betancourt?
—Mira –le expliqué con
paciencia–, lo que pasa es que cuando Rómulo yo era un carajito que todavía no
había dejado sus muñecas (ojo, era titiritero).
Como todo niño feliz yo vivía
con mi padre. A él, al igual que a otros humoristas, le encantaba hablar mal
del gobierno de Rómulo Betancourt, a quien tenían de sopita haciéndole
humoradas. Mi vida de comediante ha dependido y depende del comportamiento
humorístico de los mandatarios de nuestro país.
El trabajo de los humoristas
es jorobar a cualquier gobierno. En el año 1956, durante la dictadura de Pérez
Jiménez, mi padre, el poeta y escritor Aquiles Nazoa, fue sacado esposado del
país como un vulgar delincuente. Y todo porque tuvo la valentía de pensar como
hombre libre bajo el régimen intolerante de una tiranía. Seis meses después nos
reunimos con él en la ciudad de La Paz, Bolivia. Tres años duró el exilio, pero
tuvimos la bendición de contar con un ángel boliviano llamado Pepe Ballón,
quien nos dio cobijo en su hogar y nos trató como parte de su familia.
Cuando Pérez Jiménez fue
derrocado y se inició la democracia con Betancourt, mi casa se convirtió en una
cueva de talentosos y subversivos artistas como Jacobo Borges, Kotepa Delgado,
mi tío Aníbal Nazoa, Régulo Pérez, Alirio Palacios, Luis Luksic, Abilio Padrón
y Pedro León Zapata, entre otros. Mi hogar era un comando de genios que vivían
inventando vainas para fregar al gobierno. Esto se le hizo insoportable a
Rómulo, quien ordenó, muchas veces, allanar nuestra casa durante aquellos años
de intolerancia política.
Pasó el vendaval y poco a poco
la democracia se fue enriqueciendo con el pensamiento plural de comunistas,
adecos y copeyanos. Los venezolanos nos dimos cuenta de que era posible la
convivencia pacífica y democrática hasta de los más acérrimos adversarios.
Esto se coronó con la
pacificación lograda por Rafael Caldera, quien consiguió que los guerrilleros
que lo combatían se integraran en paz a la vida democrática.
Venezuela atraviesa hoy por un
macabro limbo. Sus habitantes luchamos por sobrevivir a un dinosaurio comunista
que es repudiado por más de 85% de la población.
Estos
fascistasocialistascomunistashitlerianos destructores capitanean el Titanic,
aun a sabiendas de que se estrellarán fatalmente contra un iceberg llamado:
pueblo de Venezuela.
En este tormentoso mar en el
que naufraga el dinosaurio, sé tú parte del iceberg.
03-07-17
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