Por Eugenio G. Martínez
La consulta popular celebrada el 16 de julio fue un evento
histórico: no solo por su forma de organización, sino por la
simbología política que tendrá en el corto y mediano plazo. Al tratarse de un
evento inédito en el país, no existen parámetros de comparación específicos,
aunque sí se pueden utilizar algunos hitos de participación y votación pasados
para tratar de explicar la abrumadora presencia de venezolanos que acudieron a
expresar su opinión.
Sin embargo, el evento de ayer
debe verse desde una perspectiva política más amplia que solamente la frialdad
de los números. El domingo 16 de julio no se celebró una elección, sino que
ocurrió una gigantesca protesta ciudadana dentro y fuera del país.
Como ha ocurrido en otros
eventos, la opinión pública puso en las cifras de participación unas
expectativas imposibles de cumplir y eso probablemente explique que algunos
ciudadanos piensen que la cifra de 7. 186.170 votos con 95% de las actas
escrutadas es baja.
En poco más de 15 días se
lograron desplegar y habilitar en el país 2.029 puntos soberanos, que
albergaban 14.303 mesas de votación. En cada mesa de votación se calculó una
votación promedio de 640 personas. Esto significa que dentro de Venezuela la
participación máxima que esperaban los organizadores era de 9.153.920
ciudadanos. A pesar de las restricciones que impuso la capacidad instalada, no
pocos políticos de oposición afirmaron que se lograría la cifra de 14 millones
y, algunos, más conservadores dijeron que acudirían entre 10 y 11 millones.
El segundo dato a tomar en
cuenta para la valoración debe ser el aval que los ciudadanos le otorgaban a la
consulta. Según un estudio difundido por la firma Datincorp el viernes 14 de
julio, 55% de los venezolanos en edad de votar (aproximadamente 11 millones de
ciudadanos) avalaban la iniciativa convocada por la Asamblea Nacional: 84%
de los opositores estaban de acuerdo con la consulta. La cifra
disminuye a 47% cuando se trata de los independientes, mientras que sólo el 10%
de los chavistas avalaba la consulta.
Resulta evidente que el aval
no implica disposición a votar. Según Datincorp, 44% de los venezolanos (8
millones de personas), estaban dispuestos a participar mientras que Datanálisis
aseguraba que podían acudir máximo 7.5 millones de venezolanos. Con este
panorama, un proceso inédito con escasa infraestructura, se generó la protesta
del 16 de julio.
¿Se podrá comparar la consulta
del 16 de julio
con la elección de la Constituyente?
con la elección de la Constituyente?
Al día de hoy es casi seguro
que el Consejo Nacional Electoral (CNE) no ofrecerá datos de participación y
abstención en la elección de la Constituyente. Al no participar la oposición en
la elección de la Asamblea Nacional Constituyente, la posibilidad de acceder a
la información y a la cantidad de electores que acudan a sufragar en el
ámbito territorial es reducida. No obstante, lo relevante de la consulta
popular no será el número definitivo de quienes participaron sino la conducción
política que la oposición le otorgue a la protesta en las próximas dos semanas.
¿Más votos que Maduro?
La consulta popular fue un
evento inédito: no existen precedentes para compararlo. Sin embargo existen
hitos de participación que se han usado para tratar de colocar en contexto la
cifra anunciada en la madrugada del lunes 17 de julio. Nicolás Maduro fue
electo presidente en 2013 con el voto de 7.587.780 venezolanos (50,61% de los
votos validos), mientras en 2015 la oposición aglutinó el respaldo de 7.707.442
de electores en las elecciones parlamentarias (56% de los votos válidos).
En las redes sociales ya se ha
explicado abiertamente la diferencia organizativa entre esos eventos y la
consulta popular. Por ejemplo, en las elecciones parlamentarias se habilitaron
14.515 centros de votación y 40.601 mesas, siete veces más infraestructura que
la empleada para la consulta popular.
No obstante, la principal
diferencia entre los procesos no radica en la infraestructura electoral, sino
en el secreto del voto. El triunfo de la oposición en el año 2015 contó con el
voto de electores quienes, amparados por el secreto del acto electoral,
decidieron sufragar nulo o votar en contra del chavismo: 98% de quienes
sufragaron lo hicieron en contra de Maduro. El riesgo de ser identificado
probablemente desanimó a muchos electores a participar en la consulta.
El referendo de 1999, llevado
a cabo con el fin de aprobar la convocatoria a la Asamblea Nacional
Constituyente (ANC), es el evento más parecido (en infraestructura) a la
consulta popular celebrada, especialmente porque en ese momento se disponía de
8.403 centros de votación y 20.281 mesas de votación.
En ese referendo 3.516.558
personas votaron avalando la convocatoria de la ANC (92,37% de los votos
válidos), y 290.534 (7,63%) votaron en contra, 191.520 votaron nulo y 7.023.429
se abstuvieron. En esa oportunidad el padrón de votantes era de 11.022.031
personas. En otras palabras se puede decir que solo 31% de los venezolanos
avalaron la ANC de Chávez.
En este momento el último
corte del Registro Electoral (auditado) indica que existen 19.180.465 electores
habilitados para sufragar, si se parte de la premisa de que todos los que
participaron en la consulta popular están inscritos (lo que es incierto,
especialmente por el voto en el exterior). En consecuencia, 37,4% de los
venezolanos están en contra de la consulta popular. A partir de este punto se
puede hacer interminables cálculos para demostrar que la participación fue
mayor o menor que la registrada en anteriores elecciones. No obstante, esta
comparación puede ser inadecuada porque el evento del domingo, como se ha
indicado anteriormente, no era una elección o un referendo. Fue un evento
político de otra naturaleza, que dibuja la hoja de ruta de la oposición en el
mediano plazo. La clave no será el número total de participantes (con el 5% que
falta por contarse se puede llegar a 7.5 millones de participantes) sino la
conducción política que reciba ese grupo de ciudadanos, y quienes no participaron
pero rechazan la ANC de Maduro.
El decisivo voto en el
exterior
Formalmente el CNE solo
reconoce en el exterior a 110 mil electores inscritos. La participación de ayer
(693.789 venezolanos) refleja perfectamente la magnitud de la emigración y el
impacto que podrían tener esos votos en una próxima elección en Venezuela y,
además, demuestra lo estratégica que es la Ley Electoral aprobada en el año
2009, que niega o limita el derecho de estos ciudadanos a participar en las
elecciones.
En la elección presidencial
del año 2013 la diferencia oficial entre Maduro y Henrique Capriles Radonski
fue de 223.599 votos. En ese proceso estaban habilitados para sufragar en el
exterior apenas 100.495 venezolanos. 60.832 de estos logró votar, de los cuales
sólo el 7% (4.509) lo hizo a favor de Maduro.
Al analizar la participación
en el exterior, no se debe olvidar que solo en el sur de La Florida, de Estado
Unidos, acudieron a votar 115.519 venezolanos. En 2013 en esta jurisdicción
nadie puede ejercer el derecho al voto por la orden del Ejecutivo Nacional de
cerrar el consulado ubicado en la ciudad de Miami; tampoco se puede desestimar
en España que el CNE solo reconoce a 23 mil electores (cuando ayer participaron
91.985 ciudadanos) o que se acabaron las boletas de participación en Argentina
y Chile.
Si todos los venezolanos que
se encuentran en el exterior hubiesen podido votar, en la presidencial de 2013
la diferencia y el resultado experimentaría una variación significativa. No
obstante, mientras prevalezca la Ley Electoral del PSUV, en su mayoría estos
ciudadanos solo podrán participar en algún evento electoral organizado por el
CNE si ejercen su derecho al voto en Venezuela.
17-07-17
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