Omar Villalba 02 de octubre de 2017
Uno pensaría
que la suerte está echada, que con los candidatos y el comando de campaña listo
y estamos solo a unos pasos de conseguir la victoria y acabar con Alí Babá y
sus 40 ladrones —vieron que el gobierno canadiense sancionó a cuarenta de
ellos, como que no estaba equivocado al ponerles el mote— de una vez por todas,
pero lo cierto es que no.
¡Un
momento! Explícame eso. Sí, no estamos a un paso de alcanzar la victoria
definitiva, o avasalladora contra este gobierno; aun no falta mucho terreno que
conquistar, pero en lo que respecta a las próximas elecciones necesitamos salir
a votar. Mentalizarnos sobre la importancia de ejercer nuestro de deber
ciudadano y convencer a todos de lo imperativo que es ir a votar, estés o no de
acuerdo con la decisión tomada por la MUD, no votar el próximo 15 de octubre es
ceder terreno a los rojos.
Todos
sabemos que votar es un derecho, también es un logro —y a la vez una de las
tantas características de la democracia— pero solemos olvidar que es una
obligación. Este gobierno, desde que se hizo con el poder, ha realizado
elección tras elección, tantas que han convertido este evento en algo banal,
casi cotidiano. Al aterrizar y quitarle la mística a este deber ciudadano y
republicano, han logrado restarle importancia, no solo al acto, sino a la
necesidad de la convocatoria.
Es por
ello, que asumimos los procesos electorales como una fiesta, en vez de un
ejercicio de nuestra libertad y nuestro compromiso con la república. Ojo, no
estoy diciendo que votar sea algo grandilocuente y excesivamente serio, un
evento que deba ser despojado de la alegría. Para ser sincero, para aquellos
que suelen votar por primera vez, el ejercicio suele ser un acto satisfactorio
y alegre, en cierta medida es la guinda del pastel, lo que certifica la adultez
y un ciudadano responsable.
Solo
quiero resaltar, que si bien es un acto para levantar —y debe levantarlas—
pasiones, también es un deber y una responsabilidad a asumir. Yo, como
concejal, soy responsable de mis actos y decisiones, especialmente en lo referente
al ejercicio de mi cargo, pero en cierta medida y de forma lejana, quienes me
eligieron son también co responsables de mi gestión. Es por ello, que muchos
pueden llamarme a capítulo, tal como estipulan los principios de la
contraloría.
Tomando
en cuenta, el peso que tiene el ejercicio del voto para nuestra comunidad, es
necesario tener presente la necesidad de elegir con criterio. Muchos, en la
actualidad se lamentan, ante esta situación, su falta de tino cuando en el
pasado dieron un voto de confianza a los bandidos que gobiernan este país. Es
por ello, que debemos no solo llamar a votar y participar, sino hacerlo con
criterio, consciente de que en las próximas elecciones regionales se está
jugando la suerte del país. Estamos en la frontera, entre la democracia y la
más abyecta dictadura. Una que puede ser tanto o más despreciable que las del
pasado, pues esta es capaz de hacer gimnasia mental a una escala épica.
Las
victoria en las elecciones regionales, darán sentido a los cuatro meses de
protesta. Demostrarán que existe un musculo democrático y opositor, pondrán en
evidencia el descontento del pueblo con el chavismo, pero sobre todo le
restarán una gran base institucional al gobierno.
Sin la
mayoría —o tal vez toda, porque no— de las gobernaciones y alcaldías, será
evidente para cualquier en el país, y fuera de este, que la nefasta cábala esta
sola. Que la mitología chavista es solo puro humo y espejos. Sal en agua. Tal
vez, con esta realidad estrellándose contra sus rostros sean capaces de rectificar
o de ceder el puesto a los más capaces, o a la gente con mayor disposición a
hacer las cosas. Y, si ante la realidad deciden hacer gimnasia mental, ponerse
a doblepensar, pues será evidente que han decidido cavar su propia
tumba, porque por mucho que te encierres en tu burbuja y zona de seguridad, la
realidad siempre te alcanzará.
Debemos
explotar la burbuja del chavismo, y darle una buena cucharada de realidad para
que comprendan que los tiempos han cambiado. Estamos en la era de modernidad y
la globalización, no en plena Guerra Fría, ni en un momento en el que su
valores trasnochado tengan sentido.
Una de
las gobernaciones que le daría una contundente bofetada al chavismo, si estos
la pierden de nuevo, es Miranda. Desde hace unos cuantos años, creo que desde
que salió Diosdado Cabello, el chavismo ha sido incapaz de conseguir logros
significativos en el Estado. Han lanzado varios candidatos, a uno le dieron una
corporación, y como si esto fuera la edad media, lo consagraron como defensor
de toda la entidad territorial, aun así el Caballero de Triste apostura y color
carmín mordió el polvo. Tal fue la derrota, que esa figura política, como todos
los bates quebrados que tienen Ali Babá, ha saltado de cargo en cargo, cada uno
más diferente que el anterior.
Ahora,
que muchos rostros han cambiado, el chavismo vuelve a lanzar a un bate quebrado
en Miranda —para ser precisos han lanzado a muchos de ellos, y hasta han sacado
a algunos de la ANC para que salga a luchar en el campo de batalla electoral en
las diferentes organizaciones— como hiciesen con el anterior, a este lo han
investido con el título del Defensor de Miranda. Lo visibilizaron durante la
campaña de la ANC estamental, pero aún así no podrá en el Estado. ¿Por qué?
Pues este individuo ha saltado de ministerio en ministerio, no es un alguien
que tenga una coherencia política, parece más un personaje siniestro. Y porque
en una de sus gestiones, especialmente en el Ministerio de Educación Básica,
tuvo una pésima gestión. Los educadores, aún recuerdan todos los aumentos que
prometió y no cumplió. ¿Qué tiene que ver eso? pues mucho, ¿Por qué saben cual
Estado tiene una ingente cantidad de educadores? Sí, el Estado Miranda,
donde se quiere erigir como la alternativa. Y, ¿saben quienes tienen una buena
memoria? Los educadores. (Los grandes olvidados de todo
este gobierno y su gestión)
El
candidato rojo va cojeando de una pata, a pesar de todas las promesas que ya
está haciendo. A pesar enfocarse en la seguridad e irse a los Valles del Tuy a
hacer campaña. El joven, ignora que el grueso electoral del estado no está en
esa zona y los ciudadanos que suelen votar y tienen las mismas o más
necesidades de aquellos se encuentran en los núcleos urbanos. Que Miranda,
nuestra amada Miranda, es un Estado complejo. Y que este patiquín no dará la
talla, al fin y al cabo no duró mucho en ninguno de los puestos por los cuales
rotó, al contrario del Candidato de la Unidad, que ha ido escalando con calma
la montaña de la política, fogueándose y preparándose para asumir un puesto de
mayor envergadura. Es la lucha entre un outsider contra un experimentado.
Pero
únicamente la experiencia y formación de nuestro candidato no le garantiza la
victoria. No, el triunfo se lo podemos garantizar nosotros. Se lo aseguramos a
él y a los otros candidatos democráticos, recordando la importancia de votar,
decidiendo ir a votar y convenciendo a nuestros seres queridos, amigos,
prójimos y desconocidos que es imperativo, urge y necesario, es cuestión de
vida o muerte, ir a votar en las próximas elecciones.
No hay
mañana, ni duda, ni margen para el error en este punto. Si anhelas un mejor
futuro, una Venezuela brillante y hermosa, debes ir a votar. Si quieres ser la
Corea del Norte del Hemisferio occidental y el Caribe, pues vota por los Rojos,
o en el mejor de los casos, haz lo más cómodo: abstente. Pero cuando todo se
ponga peor, cuando no haya margen de acción, cuando el Gran Hermano se meta
—aún más— en tu vida, no te lamentes; solo recuerda, y repite cual mantra, yo
no fui a votar o voté por los rojos.
El
Nuevo tiempo está en nuestras manos, queda de nuestra parte subirnos al tren de
la oportunidad, y poner a gente capaz al frente del gobierno regional, o dejar
que los bate quebrados y los bandidos de Alí Babá sigan haciendo de las suyas.
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