Por Henrique Capriles
A lo largo de nuestra
historia democrática hemos observado como la abstención es la opción menos
eficaz para lograr los objetivos. En la historia reciente tenemos claros
ejemplos de que la abstención lejos de obtener algún logro, lo que hace es
favorecer al régimen y a la cúpula corrupta en su permanencia en el poder.
Abstenerse, además, es ir en
contra de una de las razones por los cuales salimos a las calles a luchar, las
elecciones. Queremos todas las elecciones que establece nuestra Constitución.
Los enchufados que están en el poder no quieren elecciones, les tienen miedo.
Por eso se robaron el Revocatorio y no convocaron a las regionales el año
pasado cuando correspondía, y las municipales de este año jamás estuvieron en
cronograma.
Este proceso electoral al
cual estamos llamados se está realizando gracias a la lucha de todos los
venezolanos en la calle y la presión internacional. Los venezolanos demostramos
que hoy somos una gran mayoría los que queremos un cambio de modelo, un cambio
de gobierno, un cambio para vivir finalmente en paz y tranquilidad. Esa lucha
permitió que la gran mayoría de los países del mundo voltearan a ver qué está
pasando en nuestra Venezuela.
La lucha que dimos en las
calles es la que nos ha permitido estar donde estamos hoy, cada vez más cerca
de una nueva Venezuela; abstenerse sería como dar un paso atrás después de
tanta lucha, sería abandonar el rescate de la libertad, la democracia y la
Constitución.
El gobierno quiere que
sintamos que no vale la pena seguir luchando, caer en su juego es darle la
victoria sin pelear, y comulgar con el abstencionismo sería jugar el juego de
la dictadura.
La participación electoral
siempre ha servido para que los movimientos democráticos aceleren la caída de
los tiranos. Todos los movimientos democráticos del mundo han puesto las
elecciones en el primer lugar de la lista de exigencias para derrotar las dictaduras.
No se conoce ningún caso en el mundo, donde una dictadura haya sido derrotada
mediante la abstención electoral.
Las elecciones regionales no
son solo un fin, son además un medio para convertir a las regiones en un
movimiento democrático, popular y constitucionalista, que nos permita tener en
los estados una cara visible en la lucha por el rescate de nuestra Venezuela.
Quienes sean electos gobernadores continuaran dando la cara desde sus estados
por ese cambio que todos anhelamos. Las elecciones son un paso más en esta
lucha.
Estas elecciones constituyen
un nuevo cauce, porque abren espacio en la participación pública y la
confrontación política. Las regionales no legitiman al régimen, porque la narco
cúpula es anti-electoral. Debemos verlo de esta manera: los comicios del 15 de
octubre nos permitirán derrotar también a un CNE tramposo.
Sabemos que el CNE ha sido fraudulento, sabemos que lejos de defender los derechos políticos de los venezolanos las señoras del CNE se arrodillaron frente a la dictadura, sabemos que el ente comicial perdió toda pizca de independencia y soberanía. Pero la práctica nos ha demostrado que cuando la votación se convierte en un tsunami popular y cuando las mesas son vigiladas una por una, el fraude queda derrotado. Se cumple la teoría entonces de que mesa vigilada es mesa ganada, y si algunos dudan, solo recuerden el revolcón que le metimos al gobierno en los comicios para elegir a la Asamblea Nacional. Por cierto, los últimos realizados en nuestro país, donde se puso en evidencia la mayoría que construimos con tanto esfuerzo estos años.
En nuestras manos está la
fuerza para continuar bregando el cambio. La Constitución ha sido nuestra ruta
y tiene que seguir siéndola. Cada voto es un abrazo a la Constitución.
Tenemos un compromiso
histórico dentro de dos semanas. No votar sería permitir que las gobernaciones
queden en manos de los responsables de la crisis. Nuestra Venezuela vive una
crisis humanitaria sin precedentes. Son tantos los problemas que a diario
vivimos los venezolanos que se nos empezó a olvidar el significado de la
palabra vivir. La vida no debe irse en un sobrevivir como está ocurriendo en
nuestro país, y los culpables de que eso esté pasando con los que ahora están
en el gobierno, son los que han tomado las nefastas decisiones que tienen a
Venezuela sumergida en la miseria.
Votar es entonces hablar con
contundencia y rechazar la crisis, no hacerlo es comulgar con el hambre, la
inflación, la escasez de alimentos, la falta de medicinas y la inseguridad. No
votar sería además tirar por un precipicio la descentralización. No votar sería
permitir que otro lo haga por usted.
El régimen quiere
gobernadores arrodillados y no líderes independientes que se planten con
irreverencia ante la violación continuada de una distribución mezquina de los
recursos que corresponden a las regiones. No votar es simplemente jugar en el
equipo de quienes apuestan centralizarlo todo para seguir desangrando al país y
entregar solo migajas al pueblo de los estados. No votar es subordinarse al régimen
de Maduro.
El ocupante temporal de
Miraflores, sabe que si votamos tenemos abierta la posibilidad de ganar la
mayoría de gobernaciones, por eso juega todos los días a la desmotivación y a
la resignación. Debemos tener claro que con las regionales no nos vamos a
quitar de encima el problema de fondo, que es cambiar al principal responsable
de la crisis, pero debemos luchar para no ceder terreno, conquistar nuevos y
defenderlos de las pretensiones totalitarias. Debemos entender que nuestra
participación constituye avanzar unos metros más en el camino hacia el cambio
político que la inmensa mayoría queremos.
Es imposible que el gobierno
nos gane el próximo 15 de octubre si salimos unidos, con esperanza y con fe de
que juntos podemos recuperar al país.
Los venezolanos estamos llamados a darle una nueva lección a la cúpula corrupta que tiene secuestrada la democracia en Venezuela. Debemos dejar claro con nuestro voto que somos mayoría y que seguimos dispuestos a recuperar todo lo que nos han robado. Llegó otra hora de pasarles la factura y de que paguen con intereses.
Venezuela no le pertenece a
un grupito ambicioso y enfermo de poder. Venezuela es de cada venezolano que
madruga para ir a trabajar, del que ahora se ve obligado a recorrer media
ciudad buscando alimentos o medicinas, del que se ve obligado a aguantar horas
de cola debajo del sol para poder adquirir un par de productos regulados, de
aquel que ha perdido su empleo porque las empresas no tienen cómo producir, de
aquel que ha tenido que reinventarse porque el salario no le alcanza, de todos
los que vemos comiendo de la basura porque no tienen para comer, de todas esas
familias que aún hacen un esfuerzo para que los niños asistan a las escuelas.
Venezuela es de esos niños y de los jóvenes que van a las universidades pese a
las adversidades. Venezuela es de todos los que se han ido y de todos los que
se han quedado. Venezuela es tuya, es mía. Venezuela es de todos.
¡Qué Dios bendiga a nuestra
amada Venezuela! ¡A VOTAR el 15 de Octubre!
01-10-17
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