Por José Toro Hardy
Lo que ocurre en Venezuela nos
recuerda la obra de George Orwell Rebelión en la granja.
Los cerdos que habían
encabezado una rebelión vendieron a los demás animales de la granja la idea de
que vendría una etapa de prosperidad y equidad para todos. Hicieron pintar en
un muro su constitución que decía “todos los animales son iguales”.
Pronto los cerdos comenzaron a
abusar y comérselo todo mientras otros animales padecían penurias y escasez. Y
si las bestias protestaban, el Consejo de Cerdos Sabios le daba siempre la
razón a Napoleón, el líder de los cerdos.
Cuando otros animales alegaron
que en el muro estaba escrito que todos los animales eran iguales, el consejo
decidió un recurso de interpretación constitucional que dictaminaba: “Todos los
animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.
Ese Consejo de Cerdos Sabios
nos trae a la memoria casos y cosas que ocurren en casa. Por ejemplo, nuestra
Constitución señala que para ser presidente hay que “ser venezolano por
nacimiento” y “no poseer otra nacionalidad”. Ante indicios de que el presidente
pudiera no cumplir con ello, el TSJ interpreta la norma diciendo que en caso de
tener otra nacionalidad, prevalecería la venezolana. Viola así un postulado “ad
litteris et verbis” (letra por letra palabra por palabra) establecido en la
carta magna que no se presta a interpretación.
En las elecciones del 6 de
diciembre de 2015, cuando el pueblo entregó las 2/3 partes de la Asamblea
Nacional a la oposición, la Sala Electoral del TSJ decidió que se había
producido un fraude en el estado Amazonas, sin comprobarlo ni convocar nuevas
elecciones. Lo mismo cuando robaron el referéndum revocatorio o cuando birlaron
atribuciones de la Asamblea Nacional.
Un nuevo caso ocurre ahora.
Ante la convocatoria extemporánea por parte del CNE de elecciones para
gobernadores, la oposición se vio en la necesidad de postular candidatos
provisionales para cumplir el artículo 44 de la Ley de Procedimientos
Electorales que reza: “Las postulaciones consignadas fuera del lapso previsto
en el cronograma electoral, serán extemporáneas y se tendrán como no
presentadas”.
La MUD, que había decidido
escoger sus candidatos en elecciones primarias, optó por inscribir candidatos
provisionales, acogiéndose al derecho establecido en el artículo 63 de la
citada Ley que dice: “Las organizaciones postulantes podrán modificar las
postulaciones que presenten y, en consecuencia, sustituir candidatos o
candidatas hasta diez días antes de ocurrir el acto electoral”.
No obstante, el CNE impidió la
sustitución de los candidatos. Finalmente, el mismo día que vencía el lapso, la
Sala Electoral sentenció que dicha sustitución sí era procedente. En otras
palabras, lo que decidió la sala de marras es que el CNE sí debía hacer lo que
se negó a hacer, pero lo dijo una vez que venció el plazo para hacerlo. ¡Qué
descaro!
Algo así como la sentencia del
Consejo de Cerdos Sabios de Orwell: “Todos los animales son iguales, pero
algunos animales son más iguales que otros”.
Las intenciones del régimen
son evidentes. Convencido de la derrota que sufrirán sus candidatos, el
gobierno pretende hacer lo que sea para desestimular a los opositores a que
concurran a las elecciones. Siguiendo una cínica estrategia cubana, trata de
convencer a los votantes de que no vale la pena votar porque el TSJ buscará los
mecanismos para burlar la decisión de los electores.
La maniobra ha calado en
algunos: “No voy a votar porque con ello estaría legitimando al régimen”.
En realidad, lo único que
legitimaría al régimen es que sus candidatos ganen porque la oposición se
abstenga de votar.
¿Que harán trampa? ¡Claro que
la harán! Pero esa trampa no haría otra cosa que agravar la severa pérdida de
legitimidad de origen y de desempeño en que ya se revuelca el régimen y que
terminará por dar al traste con el mismo.
No entendería la comunidad
internacional (que ha conformado un militante consenso para ayudar a Venezuela
a recuperar la democracia) que la oposición opte por favorecer con su
abstención al despotismo imperante. El adversario común está en la acera del
frente.
El 15 debemos ir a votar,
aunque sea con un pañuelo en la nariz para tapar la fetidez de los cerdos de la
granja.
12-10-17
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