Por José Guerra
El 15 de octubre se
realizarán las elecciones de gobernadores. Éstas han debido efectuarse en
diciembre de 2016 y porque el PSUV habría recibido una paliza en esos comicios,
la señora Tibisay Lucena pospuso esas elecciones y generó una crisis política
que derivó en una brutal represión durante marzo y julio de 2017, con un saldo
lamentable de más de cien personas asesinadas. Venezuela es el único país del
mundo donde las elecciones no tienen un calendario establecido, sino que todo
está sujeto a la voluntad del PSUV y su comisión electoral, encabezada por
Lucena y solamente cuando este partido ha medido y estima que puede ganar o
minimizar su derrota, es que se anuncia la fecha de las elecciones.
A fuerza de protesta
callejera y acciones diplomáticas se le logró arrancar al PSUV el llamado a
elecciones regionales las cuales se están realizando con el más absoluto
descaro, sin que se tenga claramente establecido un cronograma, con un
ventajismo exacerbado al ponerse a la orden del PSUV toda la deteriorada
maquinaria financiera del Estado. Lo último ha sido la creación de las llamadas
Zonas Especiales de Desarrollo en cuyas cabezas están los candidatos del PSUV
en los estados y además son estos mismos sujetos los responsables de repartir
las bolsas de comida. Cuando una denominada revolución tiene que llegar a esto,
es porque algo no anda bien y lo que anda mal es el apoyo popular al gobierno
de Maduro, quien se desenvuelve en medio de una especie de cataclismo social
que ha llevado a la ruina a Venezuela y a una situación de verdadera hambruna a
los venezolanos.
Le toca a los candidatos de
la Unidad Democrática la difícil tarea de vencer una cierta tendencia
abstencionista que puede hacer mucho daño en estados donde la disputa es cuerpo
a cuerpo. La abstención es una especie de laberinto que después que uno se mete
no encuentra cómo salir. Ya pasamos en 2005 por ese trauma y luego costó mucho
recuperar la confianza en el voto, ante un régimen que hace todo para
desmotivar la participación. El mejor escenario para el gobierno es que la
gente se quede en su casa y que el descontento no se exprese mediante el voto.
Nuestra obligación es que el pueblo salga a votar y que vea la elección de
nuevos gobernadores como parte del largo camino hacia el cambio.
Los gobernadores a ser
electos no serán simples conserjes de sus entidades federales sino
principalmente agentes de cambio, que es lo que en definitiva desea el
pueblo. Tocará sortear todo tipo de obstáculos porque las
transformaciones sociales son así, costosas y difíciles. Todos los
ciudadanos venezolanos estamos obligados a votar para cambiar. El voto antecede
al cambio. A nada le teme más un régimen autoritario que a un pueblo decidido a
cambiar y a votar.
01-10-17
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico