Por Henrique Capriles
Hambre… “Escasez de alimentos
básicos, que causa carestía y miseria generalizada”. Así lo define la Real
Academia de la Lengua en su concepción social, y lamentablemente de eso podemos
contar mucho en nuestra Venezuela en estos momentos.
Mientras quienes tienen en sus
manos la toma de decisiones y la oportunidad de solucionar el hambre y revertir
la crisis voltean la mirada para no ver cómo los venezolanos han perdido peso y
comen de la basura, quienes de verdad queremos construir una Venezuela de
progreso estamos enfocados a ofrecer una solución a quienes más padecen.
Y el principal problema que
tenemos ahora en nuestro país es el hambre que está pasando nuestro pueblo y la
mala alimentación de quienes aún pueden adquirir algunos alimentos.
Por primera vez en la
historia, el 82% de los hogares venezolanos vive en pobreza de ingresos, somos
el país más pobre de América Latina, es por ello que también somos el país con
más aumento en el número de los subnutridos, de personas mal alimentadas. En un
año pasamos de tener 2,8 millones de personas con subnutrición a 4,1 millones
de venezolanos que están alimentándose mal.
Las familias venezolanas viven
una real tragedia. 80% de los 30 millones de venezolanos sólo comen dos veces
al día, y 4,5 millones de venezolanos comen una vez al día y a veces cada dos
días.
El 75% de los venezolanos
aseguraron haber perdido peso de manera no controlada debido a que no tenían
para alimentarse o preferían dejar de comer ellos para darle de comer a sus
hijos.
El déficit nutricional ronda
el 70%, y al ritmo en el que fallecen los niños por desnutrición, se estima que
unos 300.000 infantes mueran por esa causa. Es por ello que esta semana con
apoyo de la propia gente abrimos el primer comedor social para dar alimentación
a los niños con mayor riesgo de desnutrición.
En este comedor que abrimos en
Las Minas de Baruta se consiguen historias de sobrevivencia increíbles. Yessica
trabaja cuatro días de la semana en casa de familia y pese a ello el dinero no
le alcanza para darle a sus hijos una buena nutrición. Tiene cuatro hijos y
todos presentan riesgo de desnutrición. Es una mamá preocupada porque siente
que los días no le llegan para brindarle a sus hijos lo que necesitan. El único
día de la semana que tiene libre viene al comedor a ayudar a las otras mamás
que se han involucrado para alimentar a los más pequeños de la casa.
Los hemanitos Suárez son ocho.
La mamá es otra trabajadora que el dinero ya no le alcanza para mantener a sus
hijos. Ayudada por una trabajadora social, María tuvo que dejar a cuatro de sus
hijos con distintos familiares porque con esta crisis ya no puede hacerse cargo
de todos. Los otros cuatro hijos están en el programa de alimentación que
implementamos. Ellos no son de esta comunidad, pero desde hace un mes están viviendo
en casa de una tía que si vive en la zona. De los cuatro niños que están en el
programa, uno de ellos está en alto riesgo de desnutrición. Tanto María, como
su hermana (la tía de los niños) y una prima, se han involucrado en el programa
colaborando con el resto de las mamás para que sus hijos y otros niños de la
comunidad puedan alimentarse.
Los hermanitos Morales también
tienen una mamá soltera y que trabaja para mantener la casa, por lo que nunca
puede estar con sus cuatro hijos, sin embargo, son de los niños más educados
que asisten al programa. Ellos se quedan solos y los cuida la hermana mayor de
13 años, va a clases, está en primer año y siempre llega al comedor con su
camisa azul. Se encarga de que dos de sus hermanos asistan al comedor temprano
y cuando ella sale de clases va a buscar al hermanito más pequeño y lo lleva a
comer con ella. Desde que iniciamos el programa, Joanna siempre está pendiente
de que a sus hermanitos no les falte la alimentación.
Cuando estábamos haciendo el
censo para dar inicio al programa del comedor llegaron juntos 10 niños, sin una
mamá, un papá o un familiar que los acompañara. Viven en un ranchito y los
vecinos nos cuentan que suelen pedir comida en la calle. El día que iniciamos
el programa los 10 niños llevaban tres días sin comer. Ruby, la hermana mayor,
tiene 10 años y sus condiciones físicas son de una niña de seis años, igual
están todos sus hermanitos. Ella nos contó que nunca habían comido carne.
Estas historias se repiten en
los 80 niños que ya están censados en el programa Alimenta la Solidaridad. El
de Las Minas es el primer comedor de 10 que esperamos abrir esta próxima semana
en Miranda para atender a 1.000 niños.
El tema de la alimentación ha
sido una de nuestras preocupaciones siempre. Como Gobernador trabajé con mi
equipo para llevar soluciones a las comunidades donde veíamos que el hambre no
permitía a la gente avanzar. Así creamos el programa Hambre Cero, con el cual
atendimos a más de 80.000 mirandinos, no sólo garantizando su alimentación,
sino también brindándoles formación para emprender, educación para sus hijos,
salud y vivienda; porque no se trata sólo de darles la comida, sino de darles
las herramientas para su progreso y que no dependan de ningún gobierno.
Nos ocupamos de la
alimentación de nuestros niños en las escuelas, hicimos todo el esfuerzo
necesario para que los alimentos nunca faltaran, entregamos más de 130 millones
de meriendas. Fuimos el único estado que mantuvo el programa de alimentación
escolar, MiPae, lamentablemente a la nueva gestión no le interesa la educación
ni los niños y suspendió el programa de alimentación, afectando a más de
105.000 niños de 400 esuelas que ya no cuentan con el programa de alimentación
que veníamos realizando en Miranda.
Esto es sumamente importante,
por eso siendo Gobernador dediqué todo el esfuerzo a mantener el programa
funcionando. 31% de los alumnos dice que al menos un día a la semana su única
comida es la de la escuela y un 14% no van a la escuela si no hay comida.
La alimentación en las
escuelas es una de las principales razones por la que los niños asisten a las
mismas, al eliminar el programa se promueve que más niños abandonen las aulas
de clase, que en 2017 la cifra asciende a 560.000 alumnos que dejaron los
estudios.
Pero nosotros pensamos que la
alimentación debía ir más allá del periodo escolar, y en 2016, cuando el
problema del hambre ya se sentía con más fuerza de lo habitual, decidimos crear
un programa que nos permitiría dar alimentación a los niños de las comunidades
más necesitadas durante el periodo de vacaciones y desde nuestras escuelas.
Esto lo logramos hacer con el apoyo de mucha gente solidaria que nos ayudó a
poder adquirir los alimentos y con el programa Escuela Solidaria llegamos a
unos 25.000 niños, distribuyendo más de 316.500 meriendas.
A los venezolanos nos
caracteriza la solidaridad, es una de las cualidades que más me hace sentirme
orgulloso de haber nacido en esta tierra de gracia. Por más que el Gobierno se
empeñe en cambiar nuestra esencia hay cosas con las que no podrá jamás, y una
de ellas es la solidaridad que nos caracteriza. Y en estos tiempos de crisis es
cuando más se necesita el apoyo de todos en iniciativas como esta para poder
avanzar como pueblo, porque si hay un venezolano que padezca es un venezolano
que no puede progresar, y si cada venezolano tiene las herramientas y el
impulso de progresar, todos vamos a progresar como país.
Venezuela nos necesita ahora
más que nunca. Todos somos necesarios para sacar al país de la oscuridad en la
que nos metió este gobierno. Nuestra Venezuela tiene grandes posibilidades para
salir de esta crisis. Si trabajamos juntos podremos revertir esta catástrofe
que ha significado para el país Maduro y su cúpula. Venezuela saldrá de este
caos, estoy convencido de ello. ¡Dios los bendiga!
De antemano gracias a todos
los que apoyarán los comedores que seguiremos abriendo en toda Venezuela. La
solidaridad no es caridad, la solidaridad es un valor de respeto al prójimo.
03-12-17
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