Por Tulio Álvarez
El esfuerzo sincero para
comprender la tragedia nacional pasa por reconocer un hecho evidente: Venezuela
esta fracturada en todas las áreas y, en especial, en el aspecto institucional.
No existe posibilidad de restauración siguiendo los parámetros constitucionales
porque, en realidad, no existe Constitución efectiva que se adecúe a una
práctica democrática. Cualquier esfuerzo será fallido mientras carezca de las
condiciones mínimas que permitan la ejecución de las decisiones. Y uno de esos
requisitos sustantivos es que estén representados todos los factores en
conflicto. Entonces, puede que exista conversa o intercambio amistoso, pero no
negociación.
Hasta ahora esas tertulias han
sido puro teatro porque, la verdad sea dicha, ninguno de los actores, en ambos
frentes, representa a los verdaderos contendientes. Por más que Jorge
Rodríguez, o uno similar a él, eleve sus cualidades de histrión, nunca podrá
hablar en nombre de los militares. El divorcio entre los representantes de eso
que llaman oposición con la realidad es providencial; ni siquiera tienen canal
de comunicación con sus partidos, menos aun con la sociedad democrática. El
quiebre es total.
El soliloquio de República
Dominicana está condenado al fracaso. Esto no quiere decir que en desesperado
intercambio el Régimen simule ceder y la contraparte cante victoria. Pero
Venezuela seguirá estando en terapia intensiva atendida por curiosos de otras
latitudes que aplican la teoría de los juegos en sus salas situacionales.
Apliquemos las formulas tradicionales de nuestros enemigos para precaver el
mejor resultado que se puede obtener en tierras dominicas:
LIBERACIÓN DE REHENES
Típico de los secuestradores,
están dispuestos a liberar algunos rehenes, si se traduce en un pago. Unos
pedirían un gesto de buena voluntad y los otros accederían a la liberación
limitada y selectiva de los presos políticos. ¿Quiénes serían los
privilegiados? Unos cuantos para garantizar algún aplauso a los negociadores.
No se tratará de inocentes que son liberados ante el reconocimiento de la
violación de las normas de debido proceso, ni la entidad política de sus actos.
Si estuviéramos en una
negociación seria se pondría sobre la mesa la lista de los presos políticos
debidamente registrados como tales por la Secretaría General de los Estados
Americanos y se establecerían los parámetros:
Inmediata liberación de los
civiles procesados en tribunales militares por quebrantamiento del principio
del Juez Natural, entre otros principios del debido proceso.
Inmediata liberación de los
civiles procesados en tribunales penales ordinarios por imputaciones
relacionadas con las protestas originadas en los meses de abril, mayo, junio y
julio de 2017. En el mismo sentido, sobreseimiento de aquellos civiles
procesados en tribunales penales ordinarios por imputaciones relacionadas con
las protestas previas al mes de abril de 2017 que no hayan sido objeto de
condena.
Avocamiento y revisión en
todos los procesos contra presos políticos condenados por los tribunales de
juicio de la jurisdicción penal, estén o no pendientes recursos en contra de
tales decisiones.
4 a 1 = 2-2-1 = 5 a 0
Ellos creen que un 2 – 2 – 1
en el Consejo Nacional Electoral sería clave para engañarnos a todos. Ese es
uno de los caramelos que van a ofrecer. Quizás sea verdad del lado del régimen,
en minoría, en el cual se propugna la reelección de Maduro; pero quedarían muy
flojos los cabos del enfrentamiento interno, en eso que llaman proceso. Lo que
si es cierto es que la sociedad democrática estaría refrita con la flama de ese
cuento de camino: La solución, ante un sistema electoral fraudulento, depende
de un quinto venezolano honorable que contenga a cuatro malandros. Es decir, la
red de Jorge Rodríguez y el control militar del CNE desaparecerían por arte de
magia.
Nada más falso. Se trata de
una metástasis institucional en la que todas las sumas dan 5 a 0. Por eso el
objetivo de instaurar, con reconocimiento a la fuerza, la Constituyente Comunal
y el desconocimiento sistemático de la entidad institucional de la Asamblea
Nacional. Partir de una sustitución idel cuerpo representativo del Pueblo y su
soberanía, bajo la falsa premisa de un “desacato” de la voluntad popular,
implica un desconocimiento no solo de principios básicos del derecho
constitucional democrático sino de los valores inmanentes del
constitucionalismo, como proceso de racionalización del ejercicio del poder.
BARAJO O RESCATE INSTITUCIONAL
Todo proceso de diálogo debe
canalizarse con legítimos representantes de los factores democráticos actuantes
en Venezuela:
Reconocimiento y normalización
del funcionamiento de la Asamblea Nacional, eliminando las trabas
presupuestarias impuestas por el Poder Ejecutivo, incorporando a sus miembros
suspendidos en la función parlamentaria y eliminando el tutelaje militar de las
instalaciones del cuerpo legislativo.
Bajo la premisa del
vencimiento del periodo de los rectores del Consejo Nacional Electoral y la
convicción de una salida democrática final, a través de un proceso electoral
dirigido por un órgano imparcial, la inmediata e integra renovación del Poder
Electoral.
En la óptica anterior,
anunciar el diferimiento del proceso municipal hasta tanto estén garantizadas
las condiciones para una elección limpia y la supervisión de un órgano
imparcial.
NO HAY NEGOCIACIÓN FACTIBLE
MIENTRAS FUNCIONE LA A.N.C.C.
Es tan obvio que decirlo es
estúpido, la Asamblea Constituyente Comunal impide cualquier acuerdo. Un
proceso de negociación debe partir del reconocimiento del otro, el
establecimiento de la verdad, el resarcimiento de las víctimas, el rescate de
las condiciones de vida digna del Pueblo y la restauración democrática del
país. La A.N.C.C. representa todo lo contrario.
Sobre la base de una
representación legítima de todos los factores actuantes y la preparación de una
agenda de conciliación, se puede producir la negociación de acuerdos que
garanticen la restauración democrática y la efectividad de la Justicia, bajo
los auspicios de la comunidad internacional.
Las conversaciones en República
Dominicana representan todo lo contrario.
Las instancias internacionales
que acompañen el proceso de negociación, dirigido al establecimiento de la paz
y reconciliación de los venezolanos, deben respetar los principios básicos del
Derecho Internacional, los valores democráticos y estar desvinculados de
posiciones económicas que reflejen un conflicto de intereses. Los aventureros
políticos que acompañan ese teatro representan todo lo contrario.
Mi cierre es elemental.
Primero es la negociación entre enemigos después vendrá el dialogo entre venezolanos.
Porque si se puede.
05-12-17
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