Por Marta de la Vega
El análisis certero y sin
concesiones de Ricardo Hausmann acerca de la crisis humanitaria de Venezuela,
que de catastrófica ha pasado a inimaginable, su llamado a la comunidad
internacional para repensar cómo puede ayudar frente a tal colapso, cuyas
condiciones constituyen un delito de lesa humanidad al que debe ponerse fin por
razones morales y los escenarios vislumbrados para solucionarla, han desatado
reacciones virulentas.
Una posible asistencia militar
en coalición pues se trata de una calamidad que afecta el interés nacional de
muchos países como en la segunda guerra mundial, solicitada por un gobierno
legítimo nombrado por la AN, se acerca a lo inconcebible, dijo Hausmann ¿Pero
es probable?
Aunque razones jurídicas y
políticas no nos hacen ver posible su puesta en marcha, ninguno de los críticos
de la propuesta de Hausmann ha hecho referencia a la silente pero brutal
intromisión de las fuerzas militares y civiles de ocupación extranjeras en
Venezuela.
Casi desde el momento de
acceder al poder por la vía electoral, el difunto creador del socialismo del
siglo XXI abrió las compuertas para que legionarios provenientes de Cuba,
enviados por el régimen sanguinario de los hermanos Castro, invadieran los
espacios institucionales del Estado.
No solo han ocupado los cuarteles
sino las notarías, registros, hospitales, dependencias oficiales como
fundaciones de becas, centros educativos, organismos políticos, oficinas
diplomáticas del exterior y hasta el mismo palacio de Miraflores, para dirigir
y controlar los asuntos militares y civiles del país desde la isla caribeña.
Cual caníbal que devora a sus
hijos, la dictadura castrista ha triturado a más de 5 generaciones. Los
invasores cubanos han buscado instaurar similar dominio en Venezuela. A sangre
y fuego. Han usurpado una porción significativa de la renta petrolera por pago
de supuestos servicios, han extendido su zona de influencia en la gente. Han
logrado implantar con cómplices criollos la delación, el miedo, el sectarismo
fanático, la sumisión ideológica, las carencias y dependencia gubernamentales
como mecanismos de sometimiento y control social.
Quienes alguna vez se
atrevieron en Venezuela a denunciar y protestar la presencia cubana, sobre todo
representantes de las fuerzas armadas, fueron perseguidos, reprimidos, asesinados
u obligados al exilio para preservar su vida.
El fundamentalismo islámico
procedente de movimientos como Hamás y Hezbollá, vinculados al terrorismo
internacional, con población siria, iraní, libia y palestina que ha sido
naturalizada sin los requerimientos legales, se ha instalado, mujeres y
hombres, incluso a veces sin hablar español, en varias regiones
como isla de Margarita o Caracas, propiciado desde Venezuela por funcionarios
del más alto nivel de gobierno.
Las guerrillas de las FARC que
encontraron refugio y protección del gobierno venezolano desde Chávez hasta
Maduro, sobre todo en la zona fronteriza, hoy siguen aplicando sus prácticas
delictivas de chantaje, extorsión y asesinato para mantener el contrabando de
gasolina, mercancía y estupefacientes con la complicidad de miembros del alto
mando militar y soldados venezolanos, convertidos en mafias y el narcotráfico
en economía para la expansión del poder internacional del crimen organizado. Y
no olvidemos a rusos y chinos.
¿Qué esperanza hay? El apoyo
externo es indispensable. La solidaridad internacional ante la tragedia
también. Negociar, no claudicar. Exigir, no entregarse. Hacer respetar la
Asamblea Nacional. Rechazar la inconstitucional anc. ¿Cómo hacerlo? Unirse
todos los ciudadanos de bien en torno a un propósito común, sin colores
partidistas, con visión de largo plazo: rescatar la democracia, recuperar la
decencia, la dignidad, el debido contrapeso entre poderes públicos y una
economía productiva equilibrada.
08-01-18
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