Evan Romero-Castillo 09 de enero de 2018
La
oposición antichavista, que controla la mayoría de los escaños en la Asamblea
Nacional venezolana desde los comicios parlamentarios de 2015, inauguró este 5
de enero el tercero de los cinco períodos legislativos que le corresponden
designando al diputado Omar Barboza como presidente de la Cámara. El historial
de este veterano es tan conspicuo como la forma en que se dio su nombramiento
porque pone de relieve el problema de imagen que enfrenta su partido –el
socialdemócrata Un Nuevo Tiempo (UNT)–, las pugnas en su interior, las
fricciones en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) –la mayor alianza de
formaciones opositoras del país caribeño– y los desafíos que ésta tiene por
delante. El primero de esos retos está pautado para el 11 y 12 de enero, cuando
los emisarios de la MUD volverán a negociar con los del oficialista Partido
Socialista Unido de Venezuela (PSUV) para resolver la crisis de gobernabilidad
que mantiene casi paralizado al petroestado.
El
abogado y economista Omar Enrique Barboza Gutiérrez nació en 1945 en Maracaibo,
capital del estado occidental de Zulia, uno de los principales bastiones
petroleros de Venezuela. Inició su carrera política en las filas del partido
socialdemócrata Acción Democrática, que llevó las riendas de la nación
sudamericana varias veces entre 1958 y 1998; ese es el período que el chavismo
denomina peyorativamente la “Cuarta República”. El presidente adeco Jaime
Lusinchi (1983-1988), que goza de mala reputación por los niveles de corrupción
y represión que se registraron durante su gestión, nombró a Barboza gobernador
de Zulia (1985-1989). A su vez, Barboza es percibido negativamente por su
pasada cercanía con Lusinchi y por los “pozos de la muerte” hallados en Zulia
durante su mandato, trincheras donde fueron a parar los cadáveres de las
víctimas de violaciones de derechos humanos atribuidas a los cuerpos de seguridad
del Estado.
Buen orador, talante conciliador
En los
noventa, tras la reforma que les permitió a los venezolanos votar directamente
por los gobernadores, Barboza optó en vano por su reelección como máxima
autoridad del Zulia. Al final de esa década, ocupó una curul en el desaparecido
Congreso Nacional. En 1999, con los partidos tradicionales desprestigiados y
sumidos en guerras intestinas, Barboza se separó de Acción Democrática y fundó
Un Nuevo Tiempo, junto a los líderes políticos zulianos Manuel Rosales y Pablo
Pérez. Aunque UNT adquirió relevancia a escala nacional en 2006 y Barboza se
hizo cargo de su dirección en 2007, muchos conocieron al septuagenario apenas
en 2014, al calor de las protestas antigubernamentales de ese año. “Él me
sorprendió cuando los portavoces de la oposición fueron al Palacio presidencial
a dialogar con el Ejecutivo de Nicolás Maduro. En esas sesiones televisadas,
todos hablaron muy bien; pero Barboza fue como una revelación”, recuerda el
sociólogo venezolano Héctor Briceño.
“Barboza
se destacó por sus cualidades argumentativas, sus dones como orador y su
talante conciliador. A pesar de su pasado político, esas virtudes siguen
estando a su favor hoy día”, subraya Briceño, docente en el Centro de Estudios
del Desarrollo (CENDES), adscrito a la Universidad Central de Venezuela, y
actualmente de paso por la Universidad de Rostock. Fernando Mires, profesor
emérito de la Universidad de Oldenburg, lo secunda. “Barboza es un fantasma del
pasado, como dice el tango de Carlos Gardel, pero no todo en su biografía es
desdeñable. Su experiencia política puede servir para devolverle cohesión a la
MUD; Barboza se maneja muy bien en las negociaciones”, sostiene Mires. Ambos
expertos coinciden en que el Parlamento venezolano sólo podrá legislar como la
Constitución manda si la coalición opositora supera sus rencillas internas y en
que Barboza puede compensar la desconfianza que se le tiene si consigue unir a
la MUD.
Polémica designación
Al
ganar los últimos comicios legislativos, los miembros de la MUD acordaron
rotarse en la jefatura del Parlamento: Acción Democrática la asumió en 2016 y
Primero Justicia, en 2017. En 2018, el turno le corresponde a Un Nuevo Tiempo.
El problema es que, en los últimos años, declaraciones hechas y decisiones
tomadas por Manuel Rosales, mandamás de esa formación política, han sido
percibidas por buena parte del electorado opositor como gestos de
“colaboracionismo” con el régimen de Maduro. “Eso perjudica a Barboza porque él
fue nombrado a dedo por Rosales como el candidato de Un Nuevo Tiempo para la
presidencia de la Asamblea Nacional”, comenta Mires, trayendo a colación otro
detalle: el ascenso de Barboza, un diputado poco prominente, fue recibido como
un desplante por sus contendientes dentro del partido, los diputados Enrique
Márquez, Timoteo Zambrano, Stalin González, Luis Emilio Rondón y Delsa Solórzano.
“Yo
daba por sentado que Márquez sería el ungido”, admite Briceño señalando al
presidente de Un Nuevo Tiempo, quien declinó para evitar controversias. Timoteo
Zambrano se consideraba a sí mismo como el aspirante más apto y lamentó que
quienes lo tachan de “quinta columna” en el seno del antichavismo terminaran
persuadiendo a la MUD de vetarlo. Stalin González albergaba esperanzas por
encarnar a la generación de relevo, pero se sometió a la disciplina partidista.
Luis Emilio Rondón ni siquiera asistió a la votación primaria, reportó el
periodista Pedro Pablo Peñaloza, del sitio web venezolano RunRun.es. Por su
parte, la abogada Delsa Solórzano era la candidata más popular en las
encuestas. “Ella es muy frontal, no rehúye los problemas”, dice Mires. “Ella es
una figura muy pública porque defendió activamente los derechos humanos de los
presos políticos y de las personas reprimidas durante las manifestaciones”,
acota Briceño.
“De
hecho, tengo entendido que militantes de otro partido sopesaron postularla en
la sesión legislativa donde se eligió al presidente del Parlamento contando con
sus probabilidades de ganar”, esgrime el profesor del CENDES antes de refutar
la noción de que Barboza es una ficha de Rosales fácil de manipular:
“Circunstancialmente, el presidente de la Asamblea Nacional es el opositor de
más alto rango institucional en Venezuela, pero eso no significa que su margen
de maniobra sea muy grande. Además, Barboza también va a estar expuesto a las
presiones de los otros partidos opositores”. A juicio de Briceño y de Mires,
otro indicio alentador derivado de la designación de Barboza como jefe del
Parlamento es que, si la MUD respetó el pacto de alternancia en ese cargo, la
alianza antichavista no está tan desunida como se cree.
La más
urgente de las incógnitas por despejar es quien encabezará durante el año 2018
la comisión negociadora de la MUD en República Dominicana: “Ese asunto puede
generar tensión. Se ha dicho que Julio Borges seguirá siendo el timonel porque
el diálogo con el oficialismo en Santo Domingo comenzó durante su turno como
presidente del Parlamento”, explica Briceño.
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