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martes, 16 de enero de 2018

Las primeras semanas del resto de nuestras vidas por @crisisgastronomiaynutricion


Por Marianella Herrera Cuenca


El año 2018 ha comenzado marcado por la sombra de la escasez, la hiperinflación, la violencia, los saqueos. El hambre y la angustia vuelven violentos al ser humano, de hecho la generación de la violencia ante la escasez de alimentos es una característica de la escalada en las crisis alimentarias y sus consecuencias nutricionales.

También es una característica del desarrollo o del sub desarrollo la cantidad del ingreso familiar que se dedica para la compra de la comida. Cuando tus ingresos solo alcanzan para cubrir la comida, quiere decir que hay otras cosas que no lo están, por  ejemplo, educación,  ropa, vivienda, servicios, y ni hablar de ahorro, algo que en los países desarrollados es absolutamente posible con el ingreso ordinario.

En la búsqueda frenética de la comida y las medicinas se nos ha olvidado lo demás, tal parece que no existiera para nosotros los venezolanos algo más que buscar esos insumos en estos momentos y con razón, son dos cosas básicas y elementales. Lamentablemente, se nos está olvidando la integralidad del ser humano, que somos algo más que comida y medicinas.

Los cambios en la conducta que genera la falta de la ingesta de alimentos van desde mal humor “porque tengo hambre”, hasta poner una pared a las emociones para decidir quién es el que come hoy en la familia, ¡vaya! no es una decisión fácil para una madre o un padre decidir cuándo es el turno de cada hijo para comer.

Las primeras semanas de este año pueden convertirse en las primeras de una alteración permanente en la salud de muchos. Así, para un niño en período crítico del crecimiento y en estado vulnerable desde hace algún tiempo, el disponer o no de alimentos básicos puede marcar la diferencia en su futuro. Puede ser  la diferencia entre recuperarse y estar bien, rendir e incorporarse a la vida productiva, o ser incluido en el mar de las lamentables consecuencias de la desnutrición infantil: retardo del crecimiento, pobre desarrollo cognitivo, infecciones a repetición, en fin la gama de alteraciones cada vez más frecuentes y conocidas en Venezuela.


En la década de los 80, una película llamada en español ‘El primer año del resto de nuestras vidas’ (St Elmo‘s Fire en inglés), trató el comienzo de una nueva etapa en la vida de un grupo de jóvenes recién graduados de la universidad, a quienes los retos profesionales, sentimentales e individuales tocaban intensamente y les exigían decisiones difíciles. El título en español me gusta pues hay etapas en las cuales la vida nos exige tomar decisiones que nos marcan por siempre.

Así, en estas primeras semanas del 2018 las decisiones que se tomen afectarán el resto de nuestras vidas desde distintos puntos de vista: biológico, social, político, intelectual, psicológico, familiar, individual y profesional. Desde lo básico: comer o no comer, encontrar y poder comprar una medicina, son decisiones que van a impactar el resto de nuestras vidas, incluso pudiendo terminarla en ocasiones.  Aquí el problema no es si Alec y Billy le son infieles a sus parejas (como en la película), aquí hay mucho más en juego para el resto de nuestras vidas, es el compromiso del desarrollo del país, de las futuras generaciones, del bienestar social.

Ojalá el comienzo del resto de nuestras vidas en Venezuela llegue a recuperarse dentro del camino del deber ser, mientras tanto, ONGs, academia, lo que queda del sector privado y a nivel individual, seguiremos trabajando y dando lo mejor de nosotros, somos muchos, aunque a veces no se note!

16-01-18




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