Por Oscar Morales Rodríguez
Quizás sea porque estamos
viviendo bajo una aldea global donde todo se exige para hoy; probablemente
estemos sufriendo un ataque del síndrome del ‘inmediatismo’, o tal vez pueda
ser que el entorno inhumano reclama desesperadamente auxilio hoy, y por ello
reclamamos arreglos ahora sin más plazos. Sea cual fuere la causa, es increíble
como tenemos la tendencia a alzar la voz para pedir soluciones ya y sin
mediaciones.
Lo perjudicial de esos
reclamos es que no se realiza un diagnóstico reflexivo, al contrario, se actúa
bajo impulsos que no resuelven causas ni consecuencias. En estos tiempos en que
dos horas en la llegada de una respuesta digital puede considerarse un retraso
imperdonable, es comprensible que todas las demandas ciudadanas quieran
resultados ahora mismo. Y más aún, si el ambiente que nos rodea
es apocalíptico.
No obstante, esta catástrofe
social requiere de varios años con ‘martillo y cincel’ para reparar todas las
calamidades. Aquí tenemos malas noticias para los que quieren remediar
todo por las comunidades virtuales, imprimiendo la prontitud radical que sólo
se convierten en brevedad inmaterial. Entiendo que las redes sociales son
medios de comunicación que sirven para darle sustancia a una de las
características de la democracia: libertad de expresión. Pero
–difícilmente- en esas nubes virtuales podamos confluir hacia los planes
consensuados en todos los órdenes que necesita el país, ni mucho menos se
logrará el “orden espontáneo y natural” en estos espacios imprecisos, que sólo
tienen palabras de rechazo a todo lo que huela a métodos
organizacionales, tolerancia, equilibrio o liderazgo.
Los polacos, húngaros y
checos también desesperaban ante esos sistemas opresivos que hicieron sus
existencias desgraciadas e infernales. Sin embargo, hoy tienen democracias
estables. Y los especialistas opinan que esto fue posible porque dichos países
vivieron períodos de democracia, por lo tanto, tenían una tradición democrática
que fue recuperada gradualmente. Esto podría ser una buena noticia para
nosotros.
Ese deseo por empujar todos
los sucesos en la dirección que queremos, no va alterar el estado de cosas
actuales. El afán unilateral de transformar a la sociedad según lo
que estimamos que debe ser, no cambiará ni un milímetro las condiciones
tiránicas. Un sector en solitario que repudia todo tipo de orden
u organización política, no promoverá más que un retuit.
En Venezuela transitamos
el quinto año de desplome económico, que viene acompañado con más
del 80% de la población viviendo en el umbral de la pobreza, dentro
de la cual, mucho más del 60% está en los niveles de pobreza extrema. Este
problema estructural no se resuelve empuñando armas o aupando fórmulas
violentas.
Los que toman el poder por
medio de la pólvora, solamente se pudieran mantener con eso mismo. Y si caemos
en esa espiral explosiva -de quién ofrece más pólvora para dominar-, ¿habrá
alguno que se atreverá a echarle agua? Nadie podrá ahogar los cartuchos y
solamente quedarán cenizas donde nadie podrá gobernar.
Lo inmediato es atractivo,
pero nada duradero.
Foto: Lech Walesa, dirigente
polaco, durante un mitin del sindicato Solidaridad.
02-03-18
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