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lunes, 5 de marzo de 2018

¿Es posible hacer pipí y pupú en comunismo? Por @ClaudioNazoa



Por Claudio Nazoa


A los tiranos, tiranuelos y déspotas les encanta que los aplaudan y adulen cuando dan aburridos y larguísimos discursos.

Cuando Hitler aparecía en público, en señal de saludo y lealtad, había que levantar el brazo derecho con la palma de la mano abierta y gritar: “¡Heil Hitler!”. Quien no lo hiciera, quedaba marcado.

Cuando Stalin aparecía en público, la gente se levantaba para aplaudir. Esto podía ser eterno ya que nadie se atrevía a ser el primero en dejar de hacerlo. Los aplausos solo se detenían cuando el dictador hacia señas. Lo mismo ocurría con el sátrapa de Saddam Hussein, quien, además, cuando mencionaba a alguno de los presentes por nombre y apellido, estaba dando una orden para que lo mataran. Por su parte, Fidel Castro lanzaba discursos de hasta diez horas y sus escuchas no se movían porque sabían que, si lo hacían, los acusarían de cualquier cosa.

Kim Jong-un, en Corea del Norte, ordenó fusilar con una bala de cañón al ministro de la Defensa por dormirse en uno de sus discursos.

Según el filósofo romano Séneca, Nerón, en el año 65 d. C., obligaba a su pueblo a asistir al teatro. Cuando estaba lleno, cerraba las puertas para que nadie saliera durante su “Aló Nerón”, donde actuaba, recitaba, cantaba y bailaba. Cualquiera de los asistentes que se levantara o no aplaudiera era lanzado a los leones.

En cierta ocasión, en el Teatro Teresa Carreño, en medio de una perorata de seis horas del comandante eterno, un hombre y una mujer se pararon. Nuestro amado líder, malhumorado, les dijo:

—¡Eeepa…! ¿Adónde van?... ¿Es que no les interesa lo que estoy diciendo?
El hombre, con el dedo índice, señaló su bragueta y con gesto apenado dio a entender que tenía ganas de hacer pipí, a lo que, en tono de burla, Chávez replicó:

—¡Ahhh…! ¿Van al baño?... Está a mano derecha.


Cuando nuestro actual querido líder, ahora candidato y futuro querido líder otra vez, hace apariciones públicas, es aplaudido frenéticamente. Qué penoso es ver a ministros, generales, constituyentes, señoras del CNE, jueces y magistrados tragando bostezos que sacan lágrimas y cabeceando para no dormirse.

Hay algo que siempre me ha intrigado: ¿a esos adoradores no les da sed o hambre? Yo los he visto cruzar las piernas con inquietud desesperante como cuando alguien tiene una necesidad fisiológica.

¿Será que el hombre nuevo del que tanto hablan los comunistas no toma agua, no come y no hace pipí ni pupú?

¿Será que usan pañales?

05-03-18




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