Andrew Rosati 04 de marzo de 2018
Nota
del Editor: Existen pocos lugares tan caóticos o peligrosos como Venezuela. “La
vida en Caracas” es una nueva serie de historias cortas que busca capturar la
calidad de vida surrealista en una tierra en total desorden.
La
historia narrada por el portal inicia con una persona que se ve inmiscuida en
varias circunstancias en las cuales tener dinero en efectivo es una misión casi
imposible y siempre, comenta, “hay alguien vendiendo efectivo a precios
impresionantes”.
“El
chico, por supuesto, es un vendedor de efectivo. Mi teléfono está lleno con
media docena de números. Son taxistas y dueños de restaurantes y vendedores de
productos, cualquiera con un poco de prisa. Es un negocio en auge. La prima del
100% que pagué ese día no es inusual”, publicó el medio especializado en temas
económicos.
La
persecución del papel es más intensa en los barrios populares, donde muchas
personas no tienen otro medio de pago. Los corredores están por todos lados en
estos vecindarios, ansiosos por tener en sus manos todo el efectivo que se
arremolina.
“Para
mí, es solo otra de las frustraciones de vivir en una economía que implosiona.
Las facturas de baja denominación, cualquier cantidad inferior a 100 bolívares,
se usan a menudo en la actualidad para cosas como el confeti en los juegos de
béisbol. Y el gobierno está tan arruinado que no puede permitirse imprimir
billetes más grandes lo suficientemente rápido”. Es una curiosidad, todo este
lío, casi rozando el yogismo: el papel moneda en la hiperinflación tan inútil
que se ha vuelto increíblemente valioso.
La
persecución del papel es más intensa en los barrios marginales, donde muchas
personas no tienen otro medio de pago. Los corredores están por todos lados en
estos vecindarios, ansiosos por tener en sus manos todo el efectivo que se
arremolina.
Un
revendedor, Orlando Villarroel, me dijo que se coloca en una salida de
panaderías. Uno a uno, paga los artículos de los clientes con su tarjeta de
crédito, les da un descuento y recoge sus billetes hasta que lo expulsan del
lugar.
La
escasez, me he dado cuenta, está empeorando. La desesperación está creciendo.
Cuando saco lo suficiente como para dejar una propina decente o en un
restaurante, los espectadores tartamudean, "¿Me puedes dar un poco?"
Tal
vez. Por una tarifa
Tomado
en traducción libre de: https://www.bloomberg.com/news/articles/2018-03-02/venezuelans-are-paying-a-100-premium-for-cash
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