Fernando Camino Peñalver 04 de marzo de 2018
@fernandocaminop
El
pasado año el gobierno aumentó cinco veces el ahora denominado salario integral
y en lo que va de este año ha decretado dos aumentos. El gobierno aumentó en
seiscientos por ciento el salario integral en 2017 pero la canasta básica subió
3.278%. Realmente el poder de compra de la población cayó, y a pesar de los
reiterados aumentos, cada día con más bolívares se adquieren menos bienes y
servicios.
En el
mes de enero de este año, el valor de la canasta básica familiar fue de
35.392.706 bolívares y el salario integral era de 797.510 bolívares, una
cantidad desproporcionada entre el ingreso y el costo de la canasta, que revela
porque más del noventa por ciento de nuestra población es pobre. Para poder
pagar solo la canasta básica de enero, un trabajador debería ganar 142,4
salarios mínimo, el equivalente a casi 12 años de trabajo.
El
gobierno acaba de aumentar de nuevo el salario integral hasta un monto de
1.307.646 bolívares. Si tomamos en consideración que en enero una familia de
cinco integrantes para poder alimentarse necesitó 24.402.767 de bolívares y con
la expectativa de un crecimiento de los precios de entre un ochenta a un
noventa por ciento en marzo lamentablemente este aumento ya se ha convertido en
sal y agua.
Si
asumimos que en una familia sus cinco integrantes ganan cada uno un salario
integral, esta familia solo podrá adquirir menos del veinte por ciento de la
canasta de alimentos. Por lo tanto este año a causa de la hiperinflación
aumentará la pobreza extrema a más de un setenta por ciento.
La
aplicación del Socialismo del Siglo Veintiuno por parte del régimen en
detrimento del sector de la producción de bienes y servicios, ha traído como
consecuencia la disminución sustancial de la oferta y el aumento del desempleo
tanto urbano como rural. La quiebra parcial de Pdvsa que disminuye cada día su
producción, ha generado una fuerte caída del ingreso de divisas que, sumado al
pago de la deuda externa pública, ha mermado la capacidad de importación del
régimen, aumentando el desabastecimiento de materia prima industrial, lo cual
ocasiona una contracción de la producción nacional.
La
incipiente oferta nacional de bienes y servicios y la merma de las
importaciones, ha venido generando escasez y carestía sobre todo en la demanda
de alimentos. Esta grave situación no puede ser resuelta con aumentos de
salarios, sobre todo si consideramos que este aumento es insuficiente y solo
cubre al veintiocho por ciento de la población económicamente activa que es la
que labora en el sector formal de la economía.
El
régimen entrampado en su laberinto dogmático y arcaico, ha sido incapaz de
corregir el rumbo de su tesis económica, la cual nos ha sumido en la más
terrible crisis humanitaria padecida por una nación. En 2014, el cual no fue
año electoral, el régimen tuvo la oportunidad de corregir los desequilibrios
macroeconómicos, y acordar con el sector privado una política económica
fundamentada en el respeto a la propiedad y restablecer la seguridad jurídica,
pero asumió erróneamente la profundización de su destructiva política
económica.
Necesitamos
un cambio de gobierno y poderes públicos independientes que corrijan los
desequilibrios macroeconómicos y restablezcan la autonomía del BCV. Un estado
responsable que garantice la libertad económica, la seguridad jurídica, el
establecimiento de una política de estado que garantice la seguridad
alimentaria y la protección a los sectores más vulnerables de nuestra
población.
Debemos
enfocarnos en recobrar nuestra democracia. Es el momento
@fernandocaminop
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