Julio César Arreaza B 04 de marzo de 2018
Al
cabo de dos décadas negras lo que tenemos es un mezclote de comunismo,
narcotráfico, militarismo y mafias en el poder. Da tristeza constatar la
Venezuela potencia del difunto y Maduro, hablaron del bolívar fuerte y
padecemos la peor híper inflación del mundo; de colectivos de paz y padecemos
un hamponato armado por el régimen con cifras record de homicidios violentos;
de soberanía alimentaria y arruinaron el campo venezolano y se importa comida a
dólar negro, hablaron de país potencia y destruyeron al sector productivo; de
revolución lo cual implicó la peor involución de nuestra vida republicana; de
acabar con la corrupción y encarnan sus capitostes y herederos los latrocinios
más descarados.
Destruyeron
la esencia de la sociedad, las instituciones y el territorio lo vemos ocupado
por la guerrilla y las mafias del narcotráfico. Desolaron al país, dejándolo
sin actividades productivas provocando la diáspora de los mejores talentos. Su
ejecutoria no se traduce en promoción de la gente, sino canallamente se han
dedicado como en Cuba a carnetizar la miseria.
La
lucha larga y agónica que han librado los ciudadanos ya dan frutos, las fuerzas
del bien del mundo de hoy nos apoyan, mientras que ellos reciben solo el apoyo
de las fuerzas oscuras del mal. El mundo se les hizo pequeño y los parias no
pueden establecerse en los países donde les gustaría gastar lo robado. Por eso
la persona con mayor rechazó histórico que sería barrido en unas elecciones limpias
propone a la carrera unas elecciones amañadas. El proceso electoral más
corrupto convocado no se puede llamar elección, impuesto por la fraudulenta ANC
comunal cubana. Se trata de un plebiscito fraudulento hecho al margen de la
Constitución.
El año
2018 prevé elecciones y lucharemos por condiciones y verdaderas elecciones
presidenciales, jamás convalidaremos el fraude electoral del narco régimen, que
no permite a los ciudadanos expresar y hacer valer su voluntad de cambio. Ellos
pretenden corromper la convocatoria pautada para las verdaderas elecciones
presidenciales, y degradarla a un simulacro electoral fraudulento e
inconstitucional en el que los ciudadanos no puedan elegir.
A la
oposición no nos queda sino actuar con coherencia, firmeza y con transparencia
y aumentando la presión popular para rescatar la democracia y conquistar
soluciones. La ruta es la desobediencia, la rebeldía y coordinación de
instituciones y liderazgos. La unión se justifica si se comparte propósitos y
estrategias comunes. Este es el reto de la nueva dirección política plural a
conformarse con amplitud y representación de las organizaciones y liderazgos
que quieran un cambio en Venezuela. Ningún problema será resuelto por un
régimen forajido convertido en el mayor problema que el país debe resolver,
como bien expresa Oswaldo Álvarez Paz.
¡No
más prisioneros políticos, asesinados, torturados ni exiliados!
Julio
César Arreaza B
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