Por Henrique Capriles
Mientras más difíciles son las
circunstancias que nos rodean, más debemos buscar dentro de nosotros aquello
que nos permita mantenernos fuertes y fieles a nuestra esencia, a nuestros
principios, nuestra familia, nuestros afectos y nuestros sueños.
Es cierto que Venezuela está
siendo vapuleada, sometida a abusos impensables que afectan nuestras vidas de
maneras que nunca habíamos imaginado. Pero por más que cambie nuestro entorno,
si hay algo sobre lo que no tienen control los destructores de nuestro amado
país, es sobre lo que somos.
Creo firmemente en nuestro
pueblo y estoy convencido de que es su voluntad, convicción democrática, amor
por los suyos y por Venezuela, lo que nos permitirá salir adelante de esta
profunda crisis.
Puedo dar fe del material del
que están hechos los venezolanos. La mayor parte de mi vida la he dedicado a
servir, a trabajar con y para nuestro pueblo. Hacerlo me ha permitido conocer
de cerca a gente maravillosa; mujeres y hombres ejemplares, abuelos y abuelas
que inspiran y orientan con su experiencia y sus enseñanzas, niños y niñas que,
además de ser nuestra principal razón para luchar, nos contagian con sus sueños
y esperanza.
Quienes ocupan el poder,
indiferentes al sufrimiento de nuestro pueblo, insisten en mantener prácticas
que reiteradamente han conducido a hacer más pobres a los venezolanos. Son cada
vez más los que padecen hambre, los que en la enfermedad no encuentran sus
tratamientos, los que han muerto prematuramente por la crisis en el sistema de
salud y por la violencia generalizada, los que buscan su futuro fuera de
nuestras fronteras.
Pero ante este panorama
también son cada día más las personas de buen de corazón, venezolanos o
no, que deciden sumar. Pasar de la preocupación a la acción para tender su mano
al prójimo.
Para quienes somos católicos,
el Domingo de Resurrección, que celebramos hoy, tiene un significado muy
especial en los momentos que estamos viviendo en nuestra Venezuela, pues en la
resurrección de nuestro Señor encontramos la clave de la esperanza cristiana.
Me llena de esperanza ver cómo
hasta quienes tienen menos recursos buscan ayudar a otros, comparten lo poco
que tienen o ponen aquello que más se necesita: esfuerzo, trabajo, voluntad,
palabras de consuelo. Eso es lo que precisa Venezuela, sensibilidad,
compromiso, entrega desinteresada.
Los venezolanos tenemos que
trabajar unidos para que nadie se quede atrás. Tenemos que mirar hacia
adelante, crear espacios para el encuentro y la organización, para sentar las
bases que nos permitan asumir la recuperación de nuestra Venezuela.
No se trata de ignorar o de
ocultar lo que estamos viviendo. Todo lo contrario. Pero no podemos quedarnos
sentados viendo cómo destruyen aquello que más amamos. No podemos darles el
gusto de acabar con todo, no podemos permitirles que nos roben la esperanza.
Aunque se empeñen en sacar lo
peor de nosotros, en hacernos flaquear, este pueblo no se va a arrodillar.
Tenemos que mantenernos de pie, asistirnos de todo aquello que esté a nuestro
alcance para seguir luchando.
Es dentro de cada uno de
nosotros donde reside la mayor fortaleza. Hay muchos venezolanos honestos que
no pierden la esperanza y le apuestan al futuro del país. Son ellos quienes
harán posible la reconstrucción de Venezuela.
Hoy es urgente rescatar en
nuestra tierra el valor de la familia. Venezuela está llena de CONSTRUCTORES,
que comulgan con su amor a la vida, al trabajo, a su familia, al país. Al igual
que ellos estoy seguro de que tenemos que creer en nuestra fuerza, en nuestro
país y en su gente.
No hay que rendirse, debemos
trabajar, persistir y pensar en positivo. Debemos enfocarnos en la unión
superior entre sociedad civil, líderes comunitarios, líderes gremiales y
dirigencia política en torno al objetivo de rescatar nuestra Constitución y
lograr elecciones libres para recuperar nuestra democracia.
Que el espíritu de
fraternidad, solidaridad y caridad que renovamos en esta Semana Santa, junto
con nuestra fe y esperanza nos ayuden en la búsqueda de un mejor futuro para
nuestra familia y comunidad, pues al hacerlo estaremos también encaminando
nuestras acciones al logro de un futuro de oportunidades, de unión y paz para
Venezuela.
Comparto lo expresado por
nuestros Obispos en un mensaje reciente al afirmar que “el tiempo que vivimos
debe ser una ocasión propicia para manifestar la misericordia del Padre Dios, a
través de nuestras obras y testimonio de una caridad fructífera: Caridad y
misericordia que deben conducirnos a trabajar también por la reconciliación en
nuestra Patria”.
Pedimos que la sabiduría de
nuestro Señor guíe los pasos de todos los venezolanos en la búsqueda de un
camino justo y pacífico para lograr el retorno de la democracia, la paz, la
tranquilidad y las oportunidades a nuestra amada tierra.
¡Salir de esta crisis sí es
posible con el esfuerzo de todos! ¡Mantengamos nuestro TRICOLOR en alto!
¡Que Dios bendiga a nuestra
Venezuela!
01-04-18
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