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lunes, 14 de mayo de 2018

Cambridge Analítica III, por Miguel Méndez Rodulfo




Miguel Méndez Rodulfo 13 de mayo de 2018

Cambridge Analítica es una compañía británica que ha sido acusada de utilizar los datos personales de 87 millones de miembros de Facebook, para influir en la elección presidencial de 2016 en Estados Unidos. Esta denuncia la formuló un ex trabajador de alto nivel de CA, el científico de datos informáticos, Christopher Wylie quien reveló cómo la empresa construyó una herramienta que ayudó a Trump a ganar las elecciones. Cambridge Analytica compró una data clave en 2014 a un investigador de la Universidad de Cambridge, Alexandr Kogan, que había obtenido permiso de Facebook para recabar los datos de sus usuarios con fines académicos. Hace tres años Facebook supo que esos datos se habían desviado, pero no inició ninguna investigación y hasta el mes de marzo de 2018, no había suspendido las cuentas de Cambrigde Analítica y de Kogan.

En los últimos cinco años de investigación sobre el análisis psicológico usando datos de las redes sociales, se comprobó que se pueden perfilar atributos psicológicos y explotar esa información. Ahora que eso sea ético en un régimen democrático es algo que los gobiernos y la gente debe plantearse. La realidad es que nos estamos digitalizando como sociedad, y cuanto más lo hacemos más importancia adquieren los datos y estos se están convirtiendo en información para influir sobre las personas. Lo que la sociedad quiere es que los datos individuales de la gente sean procesados y gestionados de una manera segura.

El mal uso de los datos, cuando se utilizan para engañar, cuando se crea una realidad a la medida para un sujeto determinado, cuando se dirigen mensajes particulares porque esa persona es más susceptible a creer en teorías conspiratorias, debido a que se la ha venido perfilando previamente mediante una campaña sistemática de noticias falsas, es lo grave de esta práctica inmoral. Las redes sociales, Facebook, Google Twitter, etc., al principio decían que no había nada ilegal porque los usuarios consintieron en que se usaran sus datos, pero en la letrica pequeña de las condiciones de uso, se planteó que los datos pueden ser explotados por aplicaciones, aunque las personas no estuvieran activas en las redes.

El aprendizaje que nos deja el sonado caso de CA es que finalmente hemos llegado al “Big Brother” de Orwell, ya no de un gobierno totalitario, sino de la tiranía de las redes. Somos observados, analizados e influidos a placer por un poder omnipresente que juega con nosotros y con nuestro destino: perfila nuestro comportamiento, nuestros gustos y nuestras ideas políticas, para luego ideologizarnos con mensajes específicos, muchos de ellos engañosos, de manera que terminemos haciendo lo que ellos quieren. Hay mucha gente en el mundo que desconfía, con razón o sin ella, de sus gobiernos (aún de gobiernos decentes como los de Alemania, Francia, Holanda, Italia, etc., porque de gobiernos indecentes como los de Rusia, Turquía, Hungria, etc., si hay razones para desconfiar) y por ello se inventan cosas como las monedas virtuales, pero ahora vemos que existen razones para desconfiar no solamente de los gobiernos, sino también de estos aparatos de propaganda y de noticias engañosas en que se han convertido ciertas compañías informáticas.

Lo que está en el centro de la discusión es el uso indebido que le dan a nuestros datos y la manipulación hacia nosotros que se desprende de ello, no es que no debamos usar las redes; aunque si algo debemos haber aprendido, es que hay que utilizarlas con moderación y prudencia, evitando proporcionar demasiados datos de nosotros mismos, porque cuando chateamos con alguien en las redes no estamos comunicándonos sólo con otra persona, hay otros ojos y oídos que accesan nuestra conversación. Lo otro, es que los gobiernos deben regular a estos conglomerados informáticos y proteger la privacidad de las personas, de manera que haya un uso más ético de la data recopilada

Miguel Méndez Rodulfo
Caracas 10 de Mayo de 2018

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