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miércoles, 16 de mayo de 2018

Carta a mis comadres por @luisaconpaz



Por Luisa Pernalete


Queridas comadres:

Esta carta no es solo para las  “comadres” de siempre, esas que se integraron a los primeros grupos de madres Promotoras de paz en Guayana, y que han perseverado, además de las maestras/comadres, esas que ahíjan a sus alumnos y se vuelven madrinas –segundas madres – de todos ellos (los corrigen, los protegen, los aconsejan…), sino también a todas esas otras, que no conozco, pero que sé que existen, admiro y quiero.

“Comadre” es esa persona de confianza, esa que le cuentas los problemas y los logros de los hijos tuyos, ahijados de ellas. Comadre es esa persona que te da la mano, que se alegra contigo y que llora contigo. Por eso el Día de las Madres, es también, el Día de las Comadres.

Sufro con ustedes cuando me cuentan lo mal que están las cosas. “Se va la luz –dice Isabel del municipio San Francisco, estado Zulia– entonces en las bodegas no hay para pagar con punto, y no podemos comprar nada”. Ella tiene una hija pequeña. O cuando Iris, de su mismo sector, costurera, pero con los apagones no se atreve a prender su máquina, no se le vaya a estropear. “No he podido coser casi nada”, lamenta. Su hijita, de 7 años pidió a “Diosito” que su mamá se ponga “algo gordita porque está flaquitica”. Se me arruga el corazón.

También de Maracaibo, las comadres/maestras casi lloramos todas cuando contaron cuántos niños se están quedando solos, porque sus padres se van a Colombia a trabajar. “Una alumna  de bachillerato, de 17 años, se ha quedado con sus hermanitos. Me dijo que a veces no podría venir al colegio porque tiene que cuidar a los pequeños”. Sin comentarios.

He conversado con unas cuantas de ustedes esta semana. “¿Qué piden las madres/comadres “¡Comida para sus hijos!”, fue lo primero que me dijo Petra, de San Félix. “No poder dar de comer a los niños cada día les angustia mucho”, agregó. Petra es maestra, comadre de muchas mujeres.

“Pedimos seguridad”, me dijo Jasmín, de Caracas, “A mi hijo lo atracaron. También pido transporte y efectivo. Es lo mínimo”. Y yo agrego: lápices, y cuadernos y creyones para sus dibujos.


“Piden liceo para su comunidad. Nuestra escuela llega hasta 6to grado”, me dice mi comadre Belkis, del municipio Marcano, estado Nueva Esparta. No hay más escuelas en su comunidad de La Sabaneta. “¡Claro, también piden agua y posibilidad de comprar detergente para los uniformes!”.

“Pedimos dignidad”, dice con firmeza Carmen Emilia de San Félix, voluntaria de Me diste de comer. “Nada de dádivas. Pedimos que podamos trabajar y con nuestro sueldo dar a nuestros hijos lo que necesitan. Ni limosnas ni carnet. En mi comunidad se ha muerto gente por malaria, niños por desnutrición. ¡Eso no lo podemos aceptar!”.

Elisa, de Barquisimeto, pide ayuda profesional para su escuela, “La situación está demasiado difícil en la comunidad. Necesitamos ayuda profesional”.

Comida, transporte, efectivo, seguridad, escuelas con bachillerato… Dignidad. No escuché a ninguna pidiendo bonos,  ni carnet, sino dignidad.

Y claro debo decir que no solo sufro con las historias tristes que me cuentan. También me componen con otros relatos el día: “Hay un grupo nuevo en Catia” – me dice Jasmín, “¿Quién se apunta para cooperar?”, y ahí salen las comadres Gabriela y Belinda.

“Las Madres del grupo siguen llevando a los niños más desnutridos a la parroquia  desde La Sabaneta hasta el centro, ¡a pie! Y llegan contentas”, me dice Belkys de la isla de Margarita. “Estoy dispuesta a enseñar a las mamás a hacer vestidos para sus hijas”, dice  Iris, de Maracaibo. “Estamos yendo a otra escuela y estamos consiguiendo más desayunos”, me cuenta una entusiasta Del Valle, de San Félix. La comadre Jenire, del Zulia, me cuenta que ya están preparando el Plan Vacacional con otras compañeras.

¡Me componen el día y vuelvo a llorar, pero ahora de emoción! Confío en la perseverancia de ustedes, me animan con sus historias, y con ustedes, sigo caminando. ¡Dios las bendiga Comadres!

11-05-18




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