Luis Manuel Esculpi 15 de mayo de 2018
@lmesculpi
El
próximo domingo se efectuará el proceso convocado por la ilegítima
constituyente. Están claras las razones por las que el gobierno adelantó su
realización. Normalmente debían celebrarse a fines de año. El actual período
constitucional finaliza en enero. Independientemente de los resultados, en los
que no habrá mayores sorpresas, la crisis seguirá su curso, continuara
agravándose como señalan todos los pronósticos. La cúpula dominante está
consciente de eso, de allí surgió la idea del adelanto, ya que el margen de
manipulación y maniobra se reducirían de realizarse en la fecha acostumbrada.
Sus posibilidades serían anuladas por el continuo agravamiento de la situación
económica y social. Al hacerlo aceptan tácitamente su incompetencia para
afrontarla.
Lamentablemente
la oposición no se encuentra en la mejor hora para asumir el rol que como tal
le correspondería jugar. La recomposición de la plataforma unitaria no se
producirá la próxima semana, al contrario, la controversia en el campo de las
fuerzas democráticas se intensificará a partir de los resultados. El
relanzamiento del Frente Amplio no debe esperar que se diluciden todos los
dilemas, el despeje de todas las interrogantes planteadas.
Proyectar
de nuevo el encuentro de gremios, empresarios, iglesias, universidades, sindicatos,
organizaciones de la sociedad civil y partidos políticos; puede servir de
catalizador a los preocupantes signos de desesperanza y decepción, que si bien
ya se observan en la sociedad, podrán incrementarse peligrosamente después del
veinte de mayo.
No se
trata de disminuir la responsabilidad de las organizaciones políticas en
diseñar una estrategia y actuar en correspondencia con la necesidad de trabajar
para alcanzar el cambio político, por el contrario, se trata de cumplir con su
razón de ser, sin menoscabar la amplitud para incorporar diversos sectores a la
lucha por los objetivos comunes.
El
discurso no puede suscribirse solamente al área propiamente política, la
incorporación de la problemática social debiera ocupar un lugar preponderante
en la comunicación con el país. El “venezolano de a pie”, como se suele decir
ahora, siente que el discurrir de la comunicación política está muy distante de
sus vivencias.
A pesar
de las contradicciones existentes en la elite dirigente, la conducción de la
oposición no ha sabido emplear esas contradicciones en favor de la lucha por el
cambio, carencia que puede y debe ser superada. A la inversa el adversario ha
demostrado una extraordinaria habilidad para utilizar en su provecho las
controversias de nuestro propio territorio.
En el
comportamiento de la población y en los factores que sostienen al oficialismo
se han producido importantes y significativos cambios en las dos últimas
décadas, resulta imprescindible tomarlos en cuenta para el desarrollo de una
acción exitosa. El análisis y estudio de las mutaciones que han ocurrido
constituye una materia de especial atención para la correcta interpretación de
la realidad.
La
coherencia requiere continuar planteando la exigencia de condiciones para la
realización de procesos electorales libres y competitivos. Mantener la
iniciativa en política internacional debe ser un componente fundamental en la
lucha por venir, sin imaginarla como el aspecto decisivo, pero si como un pilar
de suma importancia.
Hemos
intentado delinear algunos aspectos generales estratégicos que pueden
contribuir a orientar el comportamiento de las fuerzas democráticas, en medio
de las dificultades en que nos corresponderá actuar en el período posterior al
veinte de este mes. No pretende ser un diseño acabado, más bien el boceto de
algunos componentes, en un nuestra opinión, debieran ser parte integral de la
definición estratégica que la conducción de oposición venezolana está en la
obligación ineludible de construir, para proseguir la lucha por el cambio
político.
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculpi
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