Por Jonatan Alzuru Aponte
Tenía tiempo sin revisar las
redes sociales. Me dediqué a leer opiniones de políticos, mujeres y hombres,
que tienen roles de dirección en los partidos o movimientos de oposición. Mis
preguntas para leer fueron: ¿Cómo analizan nuestras derrotas frente al
gobierno? ¿Qué acciones populares o institucionales rescatan para replicarlas
porque fueron exitosas? ¿Qué nueva táctica o estrategia proponen? ¿Cómo se
configuran nuestros debates?
Lo idéntico en lo diverso que
encontré fue lo siguiente:
1.- Cada quien cree que lo ha
hecho bien y los aliados siempre lo han hecho mal. La responsabilidad es del
otro.
2.- Cuando se refieren al
aliado o a los aliados que lo han hecho mal, no es solo con un análisis de sus
tácticas o estrategias erradas (tal asunto argumentativo es mínimo), sino que
siempre están cargadas de críticas a la persona, su posición social, su ideología,
su pasado o se le coloca en la acera de los traidores (esto siempre
maximizado); pero sin mostrar por qué, cómo y la consecuencia de tal
descripción en términos prácticos, para sus futuras decisiones.
3.- Lo obvio en el ámbito
político de las declaraciones para la mayoría es lo nefasto y desastroso del
gobierno de turno y el aliado que, para mal, siempre para mal, le ha tocado
lidiar.
4.- Son muy pocos los que
plantean, abiertamente, deslindarse de los aliados; aunque lo realicen en la
práctica. Parece obvio que solo con un frente amplio se podría salir del
gobierno de Maduro o, por lo menos, así lo expresan.
Hice caso omiso de las
opiniones de los diversos y opuestos actores sociales en las redes, mujeres y
hombres, porque entiendo que somos quienes hemos padecido las tomas de
decisiones tanto del gobierno como de la dirigencia de la oposición y la
emotividad regula, normalmente, nuestras aproximaciones. Esto no lo expreso,
por cierto, valga la digresión, desde la barrera, quien conoce mi historia personal
y familiar, sabe los costos, como la de millones de venezolanos, que estoy
padeciendo, desarraigado, social, económica y culturalmente; además, con la
familia nuclear desestructurada. Fin del brevísimo excurso.
Esta forma de dirección
política y de discusión pública no ha dado resultados positivos. Mientras peor
ha sido el gobierno, más débil, más desarticulado y con menos capacidad de
presión se ha transformado la oposición; dígase, de todos los que nos oponemos
y, paradójicamente, teniendo la posibilidad, la oposición, de mayor apoyo
internacional.
En tiempos de fútbol, quizás
es bueno aprender de dicho juego, de técnicos y jugadores. Empezar a revisar,
(pensadores, políticos, creadores de opinión pública) video en mano, los
acontecimientos cuando se ha logrado debilitar al gobierno y qué generó que se
desarticulará la presión, cómo fue aprovechada por parte de sus dirigentes para
salir del atolladero; Qué no se debe hacer, qué se puede replicar, etc…
Aunque sea una vez en la vida,
podrían analizar intentando verse a sí mismo, antes que ver al otro, para saber
cómo jugar. Y en lo inmediato, tendría que plantearse, en términos
estrictamente prácticos, qué acciones hacer para recuperar la legitimidad del
liderazgo y cómo trabajar la organización, en red, desde las bases sociales.
02-07-18
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