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miércoles, 4 de julio de 2018

Los iluminatis por @Daniel_Santolo



Por Daniel Santolo


El presidente Chávez hizo del resentimiento social una política para acceder al poder, supo utilizar ese sentimiento que se encontraba latente en gran parte de la sociedad venezolana con un objetivo político claro. Sentimiento que se complementaba con el rencor y la sensación de exclusión y marginalidad social, y a esto se le sumaba el sentimiento que considero de mayor gravedad, el de la revancha y la venganza.

Chávez utilizó los resentimientos de un gran sector de la población para llegar a Miraflores. El presidente fallecido luego de ser electo exacerbó el resentimiento social, y logró con ello construir una hegemonía política que polarizaba electoralmente, la que le dio por esta vía, la electoral, más de una victoria. Ese reconcomio social no solo pertenecía a las clases bajas de la población, también un sector de clase media sentía que la clase política gobernante de ese entonces era culpable de todos sus males, los que también terminaron apoyando el proyecto político revanchista que hasta nuestros días ha perdurado.

Nuevamente este fenómeno se manifiesta abiertamente en la colectividad venezolana, pero bajo un nuevo enfoque. La teoría política habla de esas grietas en la sociedad que nos separa como ciudadanos que compartimos un mismo territorio. La teoría los define como “Cleavage” o “Clivaje”, lo que se puede traducir como “ruptura política”, también podemos definir un Cleavage como una división social, división que permanece como sentimientos históricos que nos dividen, los que en su mayoría de las veces subsisten adormecidos hasta que surge un disparador, y entonces salen a flote, en muchos de los casos con consecuencias terribles, como guerras civiles y fratricidas.

En nuestro país ha existido a lo largo de los años una corriente de pensamiento que menosprecia a las grandes mayorías, situando a un sector de la población de lado, al considerar que no están lo suficientemente preparadas para tomar las mejores decisiones, sobre todo en el momento de elegir, y es por ello que estos sectores necesitan de una clase iluminada que les guie y tome las decisiones por ellos, ya que son como niños que aún no son capaces de discernir entre lo que le conviene o no.


En Venezuela en estos últimos cuarenta años estas dos visiones de país se han confrontado abiertamente, logrando posicionar en amplios sectores de la población sentimientos de desesperanza y estados de desasosiego, el sector de los que mantienen la posición de no confiar en las mayorías, también explotan estos sentimientos con el objetivo de tomar el control del poder por otras vías, dejando a un lado la vía electoral.

Planteamientos que van desde llamar a los sectores militares para que se subleven y retomen el “hilo democrático”, hasta llamados a intervenciones de fuerzas internacionales, justificando estas acciones con argumentos que giran en posiciones de superioridad moral, ungidos por una verdad superior que los mueve para “liberar” a nuestra nación.

Ahora en pleno siglo XXI, estos iluminatis, que no creen en el pueblo, entendiendo pueblo como lo define Norberto Bobbio: “como aquella parte de la población que se moviliza políticamente”, esta casta elitista considera que este pueblo socialmente marginado no ha sido capaz de quitarse de encima este desastre de gobierno, sintiéndose autorizados por ello a realizar en una de sus últimas cruzadas, una campaña llamando a no votar, despreciando el mayor acto de movilización política democrática con argumentos casi infantiles, como que “el que vota no elige”, o que el CNE ya tenía los resultados de la elección del 20M, o que la comunidad internacional nos haría el trabajo. Argumentos que no son constatables con la realidad política del país. Lo que sí es un hecho cierto, y ha sido demostrado en más de una oportunidad, es que al gobierno se le ha derrotado electoralmente en múltiples oportunidades, la diferencia con el momento actual es que no hubo una posición sólida y unitaria para enfrentar a el gobierno de forma democrática, como si la hubo en los momentos anteriores en los que se logró el triunfo por la vía electoral.

Estos grupos prefieren seguir apostando a la salida rápida, no pueden aceptar que alguien que no pertenece a sus filas pueda derrotar al gobierno, para ellos es inaceptable que en su proyecto mesiánico de la toma del poder por actos nada democráticos, sea truncado por un grupo de venezolanos que se atrevieron a desafiar en un solo acto a los poderes fácticos que este grupo representa, y al mismo tiempo al gobierno que encabeza Nicolás Maduro, con una política clara y el planteamiento de la utilización del voto como una de las armas que nos da la democracia para cambiar a quienes nos gobiernan. Prefirieron, y así lo manifestaron, la continuidad de Maduro en Miraflores, para seguir con su plan, que no es otro que el asalto del poder, despreciando a las grandes mayorías, las que no se ven representados en este pequeño sector de la dirigencia política venezolana que se sienten ungidos por la justicia divina.

Nuevamente la gran mayoría de la población, la que atraviesa a diario las tragedias de un gobierno indolente, se ve desarmada frente a una realidad política y económica que pareciera no tener salida, la vía democrática parece agotarse, ¿será eso lo que algunos pretenden? ¿Formará parte del plan?, yo por mi lado prefiero seguir confiando en las mayorías, así a veces no tengan la razón

03-07-18




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