Julio César Arreaza B. 01 de julio de 2018
Una
funesta consecuencia del narco régimen es haber desterrado, en medio de una
colosal bonanza petrolera, la cultura del esfuerzo propio. No se aprovechó la
lección costosa de no haber administrado bien la primera bonanza para cuando
llegara el tiempo de las vacas flacas, como siempre sucede por las oscilaciones
de mercado. Sin embargo, con toda la improvisación de CAP I, quedó plasmada la
inversión en la formidable planta industrial de Guayana y el sin par Plan
Mariscal de Ayacucho. Se pudo administrar mejor, sin lugar a dudas, pero buena
parte de la riqueza quedó en la infraestructura física de planteles escolares,
hospitales, acueductos y carreteras. Con estos vándalos asidos al poder fuera
del orden constitucional, lo que nos dejan de su criminal administración es un
cuero seco, un yermo, miseria, hambre pareja, desnutrición, enfermedad y muerte
y conculcación de libertades. Asistimos al mayor latrocinio de nuestra historia
republicana.
Nos
toca a los protagonistas del porvenir desterrar lo funesto y edificar la
cultura del esfuerzo personal, familiar y de país. Un país se construye con
esfuerzo individual y colectivo, no con la cultura de la flojera, del regálame
algo, y los anti valores de un poder sin ética que resultó en el peor modelaje.
Todos
los venezolanos estamos hartos de tanto populismo, militarismo represivo, de
tanto engaño y mentira, de estatismo improductivo y centralismo. Las mafias en
el poder que destruyeron alevosamente el aparato productivo, no han podido
acabar con la fibra aspiracional de un sector emprendedor e innovador que a
pesar de lidiar con condiciones adversas no ceja en su empeño de salir
adelante, en producir bienes y convivir normalmente dentro de una sociedad
democrática.
El
país luce exhausto y se resiste a los carteles de la droga presentes, a esta
conjunción de intereses oscuros que se hicieron del poder, de los grupos irregulares
controlando más de la mitad de nuestro territorio. Estamos hartos de colectivos
armados, de la guerrilla colombiana asentada y protegida mediante la concesión
de santuarios y de la presencia de terroristas islámicos lesionando nuestra
soberanía. Ya no se aguanta a un régimen que devino en Estado forajido y
fallido que se sostiene sólo con la represión. Estamos ante el secuestro de un
país.
Todos
exigen la dimisión del usurpador, sabemos que no lo hará voluntariamente; su
salida del poder tendrá lugar por un conjunto de fuerzas, presión nacional e
internacional, desobediencia general, presiones institucionales de los poderes
legítimos: la AN, el TSJ en el exilio, fuerzas policiales y militares fieles al
cumplimiento de la Constitución. No hay espacio para la neutralidad. Esperamos
por una dirección política coherente, transparente y firme.
¡Libertad
para los presos políticos y regreso de los exiliados!
Julio
César Arreaza B.
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