Venezuela
es uno de los diez países con más reservas de agua dulce en el mundo,
pero la desidia gubernamental ha hecho de nuestro sistema de aguas, uno de los
más precarios del planeta. El último sistema surtidor del servicio por
tuberías, se concluyó en el año 1981, durante la administración de Luis Herrera
Campins, y a pesar de que durante los casi 19 años que el chavismo ha
permanecido en el poder ha destinado una fortuna a surtir al país de agua
corriente, semejante cifra solo ha significado derroche, fracasos y penurias
para la población.
Basta
con apelar a algunas cifras para entender la magnitud de la incompetencia. El
año 2009, el entonces llamado Ministerio del Ambiente, había retomado la
creación de una estructura propuesta en los años 80, la cual, estaría compuesta
por un gran embalse, una moderna estación de bombeo y un sistema
eléctricopotente, suficientes para paliar las fallas del servicio de agua
en la Gran Caracas, Miranda y Vargas por los siguientes 50
años.
Dinero
y más dinero
La
construcción fue aprobada con un presupuesto de 291 millones de bolívares y, a
dos años de su inicio, el presidente Hugo Chávez autorizó
otros 2,47 millardos de bolívares, lo que hace un total de dos millardos 338
bolívares. Pero para la fecha cuando se había prometido la entrega, la obra
apenas alcanzaba un avance de 48%.
“La
gran obra del acueducto, del sistema de agua potable Tuy IV, le va a dar agua a
partir de 2013 a Guarenas, Guatire, todos los Valles del Tuy, Petare, Caracas”,
volvió a prometer Chávez, esta vez en su última campaña presidencial. Con la
llegada de Nicolás Maduro al poder todo empeoró. Se asignaron
nuevos fondos y a mediados de 2015, Guillermo Barreto, entonces ministro de
Ecosocialismo y Aguas, prometió la culminación y activación del nuevo surtidor
para octubre de 2017. Como es obvio, tampoco cumplió.
Con el
gobierno de Maduro el gasto se ha multiplicado. Se pagaron 233 mil 717 millones
de dólares y otros 18 mil 996 millones de bolívares en obras que siguen
inconclusas: en noviembre de 2016, Maduro había autorizado 126.716.356 millones
de dólares y 16 mil 197 millones de bolívares para la continuación del Sistema
Tuy IV. El abono fue realizado a través de la Corporación de Desarrollo de
la Cuenca del Río Tuy Francisco de Miranda, (Corpomiranda), el intento de
gobernación paralela a la de Henrique Capriles Radonski instalada por Elías
Jaua tras la derrota sufrida en las elecciones regionales.
El
Jefe de Estado, destinó otros 2.799 millones de bolívares y 96 millones de
dólares adicionales a través del Fondo Chino-Venezolano para la misma obra
pero, según dijo entonces a la prensa José María de Viana, expresidente
de Hidrocapital, estaba paralizada debido a la crisis económica que
ya azotaba al país. El Gobierno nunca aclaró las razones de la
paralización del trabajo que estaba a cargo de la brasilera Camargo y
Correa, empresa con la cual Venezuela mantiene una deuda de varios
miles de millones de dólares. Obviamente la historia se repitió y a finales
de 2017 la obra no fue entregada.
Tras
varios años de silencio, la construcción del Sistema Tuy IV fue mencionada a
finales de marzo por el extitular del Ministerio, Ramón Velásquez,
quien dijo que la obra presentaba avances, pero no especificó en qué porcentaje
y tampoco adelantó la fecha de culminación. A casi diez años desde que
se inició, se desconocen los detalles de ejecución del cuarto surtidor, al
igual que de otros innumerables proyectos de gran envergadura.
Crisis
latente
Los
estados Falcón, Zulia, Nueva Esparta, Vargas, Miranda y el Área Metropolitana
de Caracas, fueron los más afectados por la sequía el año 2013, que se debió,
según en el Gobierno, al fenómeno climático El Niño. La carencia de
agua se extendió hasta enero de 2017, y azotó fuertemente a la población
venezolana, la cual, básicamente dependía de camiones cisternas de agua.
Las
largas colas y las quejas por los altos costos del servicio generaron molestias
en las comunidades que, en más de una ocasión, salieron a las calles para
exigir a los gobernadores locales que dieran respuesta a la crítica situación.
Sin embargo, los llamados nunca fueron atendidos.
Para
aliviar la sequía y mermar las denuncias que ya se oían fuera de las fronteras
venezolanas, el Ejecutivo nacional decretó la reducción de la jornada laboral,
nuevo horario para centros comerciales y prohibición de avisos luminosos, esto
debido a que el sistema eléctrico, soportado en gran medida por centrales
hidroeléctricas, también se vio afectado fuertemente. Pese a esto, los efectos
de la crisis en el servicio de agua potable no se pudieron
minimizar.
Durante
2017, aunque no se registró sequía por fenómenos climáticos, los problemas
relacionados con el suministro del líquido no mejoraron. Los racionamientos se
hicieron cada vez mayores y parroquias que nunca habían sido afectadas fueron
incluidas en estos programas, tal como las pertenecientes a la Gran Caracas.
Para diciembre, a la ciudad capital estaban ingresando 15 mil litros de
agua por segundo, cinco mil menos que en 1999, según explicó el
expresidente de Hidrocapital, José María de Viana a El Nacional.
“Casi
toda la ciudad está sometida a racionamiento. Más de la mitad de los habitantes
tiene que hacer maniobras y quienes viven en los sectores más humildes están
peor. Cada vez hay más averías y entonces más personas se
quedan sin servicio. Ya no pueden decir mentiras: hacen las
reparaciones o Caracas se quedará sin agua”,
explicó de Viana, quien aclaró que las fallas en el servicio se deben
principalmente a la falta de inversión y mantenimiento, lo que se evidencia
también la calidad de este.
A
través de las redes sociales, ciudadanos denunciaron que el color del agua que
llega por las tuberías es generalmente amarillo, y en ocasiones, de color
marrón, además, tiene olor y sabor, lo que pone en tela de juicio si se está
realizando el procesamiento de aguas debidamente.
De
acuerdo con la colección Guías Para la Calidad del Agua Potable emitida
por la Organización Mundial de la Salud (OMS), “los cambios en el
aspecto, olor y sabor del agua de consumo de un sistema de abastecimiento con
respecto a sus características organolépticas normales, pueden señalar cambios
en la calidad del agua bruta o cruda (sin tratar) de la fuente, o deficiencias
en las operaciones de tratamiento, y deben investigarse”.
Asimismo,
según este compilado, “la turbidez en el agua de
consumo está causada por la presencia de partículas de materia, que pueden
proceder del agua de origen, como consecuencia de un filtrado inadecuado, o
debido a la resuspensión de sedimentos en el sistema de distribución”.
Desde
que inició 2018, nada ha cambiado positivamente. Habitantes de varias zonas de
la ciudad, como El Cafetal, 23 de Enero, Cotiza y Antímano, han denunciado
estar varias semanas sin el servicio de agua, mientras que los camiones
cisternas cobran hasta 100 millones de bolívares por surtir, lo que equivale a
100 salarios mínimos.
“Llega
cada 20 días”, dijo una residente del Kilómetro 8 de El
Junquito a esta redacción. Entretanto, zonas como Chacao, están sometidas al
régimen de recorte desde el año 2014. “Nos llega una vez por semana, y
ha empeorado. Antes de 2014 teníamos agua todos los días”, contó una
vecina.
La
respuesta de Hidrocapital, filial de Hidroven adscrita al Ministerio
de Ecosocialismo y Aguas, por la constante interrupción del servicio, es que
surgen, constantemente, nuevas averías en las tuberías y plantas
surtidoras. Por su parte, el exministro de la mencionada cartera, Ramón
Velásquez, adjudicó el racionamiento de agua a la sequía, por lo que, a finales
de mayo, preveía que la situación mejoraría.
No
obstante, ya casi a mitad de julio, la crisis ha llegado ha su punto más
álgido. Hasta tres meses, han estado comunidades, no solo en Caracas, sino en
otras regiones del país, como los Valles del Tuy, sin agua. A la
fecha, ni los alcaldes, ni los gobernadores han dado respuesta al respecto.
Entre
sus varias alocuciones, el exministro de Ecosocialismo y Aguas, reportó que el
embalse de Camatagüa, principal surtidor de la ciudad capital, alrededor de un
70% de esta, estaba lo suficientemente lleno como para surtir el vital liquido
por los próximos 500 días sin interrupción alguna, lo que contradice la versión
de que es la temporada lo que ha ocasionado los, cada vez más constantes,
racionamientos.
La
crisis del agua llegó a tal punto, que Maduro finalmente se vio presionado a
pronunciarse al respecto. El pasado 14 de junio creó el Ministerio de
Atención de Aguas, y designó a Evelyn Vásquez para llevar
la cartera, quien fue presidenta de Hidrocapital en 2016. El nuevo ente fue
fundado con la tarea de dar prioridad al servicio de distribución de aguas y
garantizar el vital líquido a todo el país.
A casi
un mes del anuncio, el Jefe de Estado volvió a referirse al tema, y aprobó los
recursos para ejecutar la recuperación del Sistema Tuy a través del Plan
de Aguas 2018.“Las lluvias están llegando a los embalses pero hacía
falta invertir, aprobé todos los recursos en dólares, en petros y en bolívares,
todos los recursos señores empresarios que están comprometidos en el trabajo”,
dijo días atrás.
Por su
parte, la vicepresidenta de la República, Delcy Eloína Rodríguez, reiteró que
con los recursos aprobados se hará un mantenimiento completo que, en los
próximos seis meses, permitirá a los estados Vargas, Miranda y Distrito
Capital, disfrutar del servicio plenamente.
El
soñado Sistema Tuy IV
Actualmente,
en Venezuela existen tres sistemas surtidores de agua: Tuy I, II y II, no
obstante, según de Viana, el I no está operativo y el II, funciona a medias,
por lo que el III, es el que se está utilizando para surtir Caracas, Miranda y
Vargas.
Este
sistema, no cuenta con equipos modernos, por lo que tampoco se da abasto.
Aunque los embalses no están vacíos, explica, “el problema se encuentra en que
el agua está cada vez más lejos y mucho más abajo”. Entretanto, los venezolanos
hacen colas para llenar, por lo menos, un tobito de agua, mientras se aferran a
la promesa incumplida por el exministro Velásquez, y que ahora vuelve a
prometer el Ejecutivo, de que en seis meses el problema se solventará.
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