Por Marianella Herrera Cuenca
En Venezuela, la magnitud de
la crisis ya va por lo indescriptible. La crisis de alimentación-nutrición,
crisis hospitalaria, resurgimiento de enfermedades transmisibles, empeoramiento
de las enfermedades crónicas no transmisibles, migración masiva de profesores,
crisis educativa, crisis de valores, crisis ética, violaciones de derechos
humanos pica y se extiende. Cuando se lee una lista como esta, uno piensa en
“todas las anteriores”. Al mismo, tiempo obtener la comprensión de la comunidad
internacional ha costado, y a pesar de que algunos sectores han entendido otros
pareciera que no lo han hecho.
Cuesta sí, cuesta mucho
aceptar que la otrora economía más sólida de Latinoamérica, el país al que
muchos visitaban por sus adelantos en programas nutricionales ha sido
destruida. Lo que continúa siendo un shock, es que los mecanismos
internacionales y la diplomacia internacional sigan siendo tan poco efectivas.
Primero el premio de la FAO, luego el silencio de la OPS, ya rectificados aún
sin salir de la timidez, y ahora la reelección de Venezuela como miembro del
Consejo de Derechos del Niño de la ONU.
Copio textualmente de los
manuales de la ONU: “El Comité de los Derechos del Niño (CDN) es un órgano del
Sistema de Naciones Unidas conformado por 18 expertos independientes que
supervisa la aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño por los
196 Estados partes y supervisa la implementación y ejecución de los tres
protocolos facultativos de la Convención”. En este momento la pregunta es si
los expertos independientes supervisan a quién, cuándo y bajo qué criterios.
Este es uno de los momentos en
los cuales la diplomacia internacional, el sistema de naciones unidas y sus
diferentes organismos actúan de manera incomprensible. No entendemos, ¿cuáles
son los derechos que existen en Venezuela sin vulnerar para nuestros niños? El
derecho a la alimentación, a la salud, a la educación, a gozar de una familia
unida ¿dónde quedan para los niños venezolanos, donde quedan para nuestros
niños? Y como dice el dicho: con qué autoridad moral se forma parte de un
comité como éste.
Una vez más, la invitación es
a evaluar y revisar objetivamente lo que sucede en el país. La visita de
la directora de OPS Carissa Etienne, y el informe posterior dejan bien claro
que algo sucede, sin embargo se expresa con cautela. Cuando la directora
se refirió al resurgimiento de enfermedades erradicadas desde hace mucho tiempo
como “brotes” de enfermedades, de manera implícita disminuyó la gravedad de lo
que ocurre, cuando lo que existe es un verdadero aumento de los casos, que es
alarmante.
Revisando las pautas del
Center for Diseases Control and Prevention de los Estados Unidos mejor conocido
como CDC, puede observarse gran claridad en su postura ante los nuevos casos de
enfermedades transmisibles: un solo caso de cualquiera de estas
enfermedades es preocupante pues siempre puede convertirse en el comienzo de su
propagación.
La prevención, es fundamental
para evitar el contagio de las enfermedades transmisibles. En Venezuela,
se han descuidado los protocolos de prevención: desde la prevención de la
malaria, pasando por otras enfermedades transmitidas a través de vectores y
terminando con las previsibles con la colocación de vacunas o medidas básicas
de higiene. No hay programas de verdadera promoción de salud que eduquen acerca
del cuidadoso lavado de las manos, el uso de mosquiteros, la fumigación, o la
importancia de consumir agua en buenas condiciones.
Los más jóvenes no se han
sumergido en el hecho que para gozar de buena salud hay que estar primero
limpio. ¿Cómo iban a tomar el hábito de lavarse las manos, los dientes, del
baño diario? ¿Si este es un país que no tiene agua garantizada en forma
regular? No sé, si la directora Etienne de OPS está consciente de la
cantidad de niños que no pueden bañarse diariamente, ni siquiera lavarse las
manos o tomar un vaso de agua decente.
No lo sé, no estuve en la
reunión con ella, lo que sí sabemos es que a Venezuela la aquejan “todas las
anteriores” que tenemos que comenzar a resolver hoy si queremos salir
exitosamente de la crisis. ¿Cómo se hace esto en un país donde no se puede
hacer nada desde el punto de vista macro? Pues se abordan los individuos, se
preparan, se educan. Sí, toma tiempo pues el verdadero ciclo educativo acompaña
al curso vital. Pero la diferencia entre una recuperación temporal y una
permanente es la educación, es el trabajo diario y comprometido estableciendo
los canales de comunicación claros para que los verdaderos mensajes lleguen. No
hacemos nada salvando la vida de un niño en un hospital, para que recaiga en el
perverso círculo vicioso de enfermedades, malnutrición y pobreza que le espera
en su hogar
La manera de romper este círculo
es la educación, la alimentación adecuada en los períodos críticos del
crecimiento y la promoción de la salud. El día que se retome la
institucionalidad de la salud, la alimentación, nutrición y educación, habremos
dado un paso adelante, y la buena noticia es que cada uno de nosotros
puede hacer algo hoy, la salud en este momento comienza desde adentro en cada
uno para nosotros mismos y para el que tenemos al lado. Era para ayer que había
que comenzar a promover educación para salvar vidas, para ayer que teníamos que
vencer a “todas las anteriores” comenzando hoy tendremos ganado un día a la
batalla contra la lista de “todas las anteriores”.
IG @nutricionencrisis
03-07-18
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